Artificios

Los tempraneros presupuestos de esta adelantada villa marinera dejan pasmado al más pintado: ya empezó la cosa el mes de mayo recién pasado y, ya metidos en junio, la cosa avanza que es una barbaridad. La verdad es que tanto fastidia lo mucho como lo poco. A estas alturas, con los presupuestos de otras administraciones sin dilucidar, lo más posible es que lo que ahora se adelanta tenga que ser corregido, porque nada sabemos de los regionales ni de los generales y, tras las elecciones europeas del próximo domingo, tampoco sabemos por dónde respirará la UE.

La concejala Mitre parece muy ufana con el adelanto y, junto a ella, la férrea cirujana que ejerce de primera autoridad local. Este apresuramiento en la confección presupuestaria hace temer dos cosas: recortes, subidas impositivas o las dos cosas a un tiempo. Por otro lado, tengamos en cuenta que el gobierno municipal tiene la condición de bipartito más un verso suelto y que el reparto de partidas habrá que negociarlo con cierto cuidado entre las diferentes concejalías delegadas. Con un verano completo para pensar maldades, llegaremos al otoño lo suficientemente acalorados. Se darán tensiones, malos entendidos y hasta enfados. Al final, no se habrá ganado tiempo.

Fiesta cutre en el Solarón a cargo de la federación vecinal. Que ya no saben lo que pueden hacer para llamar la atención; así que uniendo la reivindicación con la jarana se montaron tres días a lo que llamaron fiesta de «prau» que terminó el domingo con una comida bajo carpa. Los pobres organizadores, visto que se habían ocupado todas las sillas dispuestas para el acontecimiento, se mostraron encantados por la asistencia e intentaron colocar el mensaje de una masiva asistencia y de su potencia para convocar. ¿Alguien hará caso a estos supuestos dirigentes vecinales? Es de suponer que no y que, llegado el momento, los asuntos marchen por sus conductos habituales sin hacer caso a estos grupúsculos diletantes con vocación de mangoneo en la villa y concejo. Asociaciones de vecinos que han perdido todo su sentido, pero que están encantados con el caso que les hacen los medios de comunicación e indirectamente la Corporación. Todos sabemos que son edilicias: por eso siguen existiendo, de vez en cuando pueden ser de utilidad a la hora de crear una extensión de algunos partidos políticos que utilizan esos instrumentos para condicionar las decisiones algún ambiente especialmente denso. Los que mandan en cada momento, según su color, las consienten porque salen relativamente baratas y sirven como muestra de lo participativo que es el concejo. En fin, otro engaño colectivo más del que nadie se quiere deshacer a pesar de ser unos constructos sociales minoritarios, que confunden y son innecesarios.