Las cosas no se mueven

El derribo del actual El Molinón por ansia de la propiedad mexicana para construir uno nuevo, desplazado unos metros más allá, bajo proyecto de un familiar del dueño, suena a negociete, más si tenemos en cuenta que, para hacerlo posible, y según filminas que fueron presentadas hace unos meses en público, la operación incluye la construcción de unas casitas en forma de un par de torres de pisos. Como en los negocios del país azteca, eso que llaman la colaboración público privada, suele darse un intercambio monetario por debajo de la mesa entre los gerentes públicos y los emprendedores agentes empresariales, lo primero que tendremos que hacer desde fuera es vigilar que no se trasplante aquí la moda mexicana. Luego, ya veremos si la cosa es necesaria y si es preciso dejar plantado un estadio sobredimensionado para las necesidades de un equipo de segunda división que, de ascender a primera, sólo se llenaría probablemente un par de veces al año con la visita de dos equipos principales. El interés de la propiedad actual del Sporting es muy sospechoso. Por de pronto, lo mejor es que vayan pensando en rescatar Mareo y liberar al procomún de una propiedad pública, pero de uso exclusivamente privado gracias a un convenio muy favorable para el club, que se planteaba en su momento como breve y ya lleva sus añitos sin ser resuelta.

Cien días no dan para nada y la Corporación municipal de esta atribulada villa marinera no es ajena a esta circunstancia. No les ha dado tiempo a hacer prácticamente nada salvo revertir la mamarrachada que el comunismo, con la anuencia de la alcaldesa socialista procedente de Oviedo, había hecho con el Muro. Y poco más. No les ha dado tiempo ni a reñir mucho entre las tres formaciones que forman el tripartito gobernante, incluidos los ultras a los que ha tocado en la rifa del reparto de funciones llevar los circenses. Nada del Piles, salvo contarnos de nuevo que el arreglo de la cosa es peliagudo, asunto de sobra conocido por la población. Y poco más.

He leído aquí lo que, con motivo de la efeméride, ha firmado la cirujana con vara de mando y tampoco aparece nada nuevo por el horizonte, salvo un par de invectivas a la oposición socialista. No es original esto de hacer la oposición a la oposición, mas es un bagaje liviano para hacer un resumen de los famosos primeros cien días. La sensación que nos queda es la de un inquietante vacío, la de un equipo de gobierno no asentado y la de una ausencia de líneas maestras. Será que ahora la llevanza de las localidades se trabaja así, porque no hay otra explicación plausible. Qué cosas.

Legajos con tufillo

El conde de Revillagigedo nos saca a los contribuyentes 6,3 millones de machacantes gracias a sus archivos. Lo ha hecho al Ministerio de Cultura, es decir, a la administración General. No lo consiguió ni con la local ni con la regional, pero lo consiguió. Los abusos históricos de esa familia a la villa y concejo de Gijón son innombrables. Ejercieron inmisericordes como potentes caciques y a su sucesor cierta forma le queda. Si tanto valor histórico poseen esos papeles, que alguna pieza muy probablemente lo mostrará, la colección tendría que haber sido objeto de una expropiación, que no incautación, a un precio tasado por el Estado. Manifestó el conde por aquí que sentía que Asturias no hubiese aprovechado la oportunidad de la oferta inicial de la condal oferta. Poco importa que los papeles, legajos y otros objetos estén en Madrid, Valencia o Gijón: en la época de la cibernética rampante cualquier estudioso o simplemente interesado lo tendrá todo al alcance de la mano, así que todos contentos. Logrado el golpe, esperemos que el pillastre no la emprenda con otra prenda de las que adornan su patrimonio y nos vuelva a dar la lata con sus peticiones y monsergas.

El colector del Peñafrancia y la EMA llevan una relación airada: el riachuelo a lo suyo y la empresa de las aguas de esta villa marinera venga a embridar sus aguas en un colector con otras aguas no puras y cristalinas, precisamente. Cuando aquello del infiltrado Aurelio, se propusieron, él y sus adláteres procomunistas, de escasa pericia técnica por lo que se sabe ahora, meterse en faena y arreglar el colector que filtraba al último tramo del Piles aguas sucias. Un proyecto inválido como detectaron los servicios correspondientes del Gobierno del Principado. Otro legado de aquel empecinado y nefasto edil que iba por libre y la alcaldesa vetustiana que se lo consistió. Por poco, la obra, decían los papeles bien pagados, no llegaría al millón de machacantes; ahora la evaluación ya va por el millón seiscientos mil. Pero aquel personaje ya no está y ahora hay otros, de signo político contrario, que todavía no saben muy bien cómo se las maravillarán para arreglar el pancho. Y si se arregla eso, quedan muchos otros problemas que resolver para que el Piles no huela mal. Hay épocas del año, como por ejemplo agosto, que la cosa se pon e insoportable, como sin ir más lejos pudimos comprobar este año. Son algas, nos dicen, pero el tufo parece que tiene otro origen. Se intuye su procedencia y es muy probable que con una inspección pericial se comprobaría, pero a ver quién es el osado que se atreve a ponerle el cascabel a ese potente gato.

Desahogados caraduras

El otro día, con un auditorio compuesto por lo más florido de la comunidad política, encabezada por el presidente de Asturias, ese flojete hombrín de Laviana, el fraile que tocó a los católicos asturianos como ordinario, echó una homilía en Covadonga tan reaccionaria que parecía un mitin de los tiempos franquistas: sólo le faltó reclamar Gibraltar. No merece más, aparte que el desprecio y el reproche, el franciscano trabucaire.

Los festejos en verano se hacen para la ciudadanía. Y se concentran en un par de meses porque es cuando el tiempo lo permite. Pero a los de la asociación de hostelería les parece poco y piden que la larga mano municipal espacie los acontecimientos. Ahí tenemos en pleno noviembre el festival de cine y las terrazas de los bares se quedan tan tranquilas, más que nada porque la mayoría ni están instaladas y los invitados u otros asistentes aficionados al festival son escasos. Así que cuando se hacen los números, se contabilizan los asistentes que son público local.

¡Ya está bien del abuso de Otea, de presionar a los concejales, de llenar de terrazas hasta el colmo muchas de nuestras calles y paseos! Basta con la extorsión de un grupito de aires sicilianos que nos tienen hecha la ciudad intransitable con sus ocupaciones inmoderadas de mesas y sillas callejeras. Entre estos abusos y los apartamentos turísticos, a lo que se une el modelo de turista de escasos recursos que se ha elegido para llenar locales y alojamientos, vamos dados.

Al hacer los forasteros que nos han tocado poco gasto, tienen que estar a tope los establecimientos que permitan hacer unas cajas para aguantar el resto del flojo año. Y, en su desesperación, acuden al consistorio para que «espacien» los acontecimientos. Que se lo vayan a contar a los que montan sus fiestas de «prau», a los de Metrópoli, a los de la Sidra y la Manzana, a la Semana Negra, a la CometCon, al Hípico, que muevan el 15 de agosto para desplazar de fechas la Semana Grande y los festejos que acarrea, e incluso que «hablen con el satélite» para que mande el Nordeste que aparte las nubes de forma «esparcida» a lo largo de las cuatro estaciones del año. No se puede tener más cara dura y desconocimiento de la realidad. En definitiva, aquí de lo que se trata es de que esta desahogada asociación saque los cuartos al Ayuntamiento de forma descarada cuando, ¡oh! lleguen a la conclusión de que, por ser norteños, los veranos nos duran poco. Que pongan muchos bares y hoteles, pero a su riesgo y ventura no al de los gijoneses: hasta Benidorm o Magaluf tienen sus temporadas bajas. Y menos cuentos chinos.

Orcas y bicis

Desciende nada más y nada menos que un trece por ciento el turismo náutico de nuestra villa marinera y los inefables responsables del Puerto Deportivo lo achacan al temor de los navegantes a las orcas. Es como si se hubiera instalado el síndrome de Moby Dick y las embarcaciones deportivas se hubieran convertido en el Pequod. Es notable que existan personas, en la vida aparentemente normales, que, llegado un momento de crisis, pasan a convertirse en integrantes de una especie de secta por la que pasan a creer que el resto de quienes les rodean son del género tonto. Que haya un para de noticias sobre incidentes de veleros con orcas, pase, pero de ahí a creer que desciende en tan importante cantidad el número de usuarios de nuestro Puerto Deportivo hay un trecho importante. Y del mantenimiento defectuoso de las instalaciones, ¿qué? Y de la muy decadente o ausente promoción de la instalación ¿qué? La marina de recreo de nuestras dársenas locales ya no hay por donde cogerla y ahí puede que esté el ominoso dato de la pérdida de usuarios y no en el temor de los navegantes a tan inteligentes cetáceos como las orcas.

Las bicis contratadas por el Ilustre Ayuntamiento fallan más que una escopeta de feria. Esta vez son los anclajes. Fallan un tercio de ellos y se producen problemas en la carga de las baterías. No hay suerte con estas contratas ciclistas: esta es la segunda de la anterior corporación. Ahora toca al tripartito desfacer el entuerto. De momento, a la empresa le llegó una multa por deficiencias en el servicio. Esto tiene pinta de terminar mal y de que la relación entre empresa prestadora del servicio y consistorio termine como el rosario de la aurora. De todas formas, sembrar la ciudad de bicis ya viene de atrás y es a estos gestores a los que se les viene encima el pancho. Todo lo tocado por aquel infausto concejal comunista Aurelio, que trajo la desgracia electoral a un PSOE comandado por aquella torpe alcaldesa González, con origen en Oviedo, es defectuoso, y estos del tripartito no tienen pinta de contar con los arrestos ni la organización ni el entendimiento entre ellos para acometer el adecentamiento de la villa.

Falta nos haría que la sociedad gijonesa estuviera un poquito más organizada, mejor vertebrada, para que todas las soluciones no dependieran de la administración local correspondiente, porque lo que hay, las asociaciones de vecinos son instrumentos partidarios, para que nos vamos a engañar, y dependen para su manutención del propio ayuntamiento, como tantas otras organizaciones, culturales, asistenciales y un largo etcétera. Llevamos unos cuantos años suspendidos en una decadencia sostenida: lenta, pero implacable y sin enmienda.

Fauna y flora

Para llenar de nuevo el estanque grande del Parque de Isabel la Católica parece que la autoridad municipal ha optado por un método muy acorde con las actuales exigencias medioambientales: esperar a que las lluvias lo colmen. No se puede decir que no estén a la última y que no hayan derrochado ingenio. Los ecologistas a la violeta que tanto tienen que decir habrán de cerrar el pico en esta ocasión: si quieren agua, ya lo saben, una danza de la lluvia dedicada al dios de la ídem para que se dé prisa sin pausa. Por un lado, ahuyentará a los paseantes que puedan disturbar a las aves y, por otro, verán lleno el estanque. Ya quedó dicho que nuestra villa marinera, tan rodeada de verde, no es lugar propicio para la flora de nuestros parques jardines y viales en general. Es como si estar situada en una localización de clima atlántico, lo estuviera en una zona árida. Eso, naturalmente, es una decisión del o los responsables de la jardinería municipal. Habrá que instruir adecuadamente y bien a los responsables políticos sobre lo deseado para este negociado. Decimos esto porque el estilo permanece, mientras que las corporaciones pasan.

Albergue canino y felino de Serín, fundamental y muy necesaria fue su construcción, pero indispensable está siendo su correcto su mantenimiento. Las instituciones públicas tienden a abandonarse y a no invertir lo adecuado en la manutención de sus posesiones, aquellas que tienen la obligación legal de que estén siempre en condiciones, es como si después de cortar la cinta, ya no hiciera falta más. Poco importa que sean colegios, oficinas públicas, bibliotecas, polideportivos, piscinas… Lo que sea, porque estamos hartos de que se nos dé cuenta diariamente de los desperfectos en tal o cual lugar por no cuidar el sitio adecuadamente. Con los parques y jardines pasa lo mismo. Existe un palmario autoengaño por parte de las autoridades: no presupuestan estos trabajos que son imprescindibles para que no se deterioren las instalaciones públicas. Se nos dirá que se gasta mucho. Y nosotros responderemos que no es ni suficientes ni están correctamente repartidos los fondos públicos. Es cuando se produce un percance cuando se alzan las voces y llegan los golpes de pecho, si es posible adjudicando la responsabilidad a los anteriores mandatarios. La verdad es que esos costes han de salir de los impuestos y que el populismo rampante prefiere hablar de bajarlos en lugar de acompasarlos a las necesidades de la villa y su concejo, así que siempre les falta parné; y como las instalaciones siguen ahí hasta se caigan, como ha ocurrido varias veces en el pasado, viene a ser muy cómodo no destinar el suficiente dinero para su conservación.