Al rico disfrute

A los fastos militares que han tenido lugar en Asturias se les ha dado una importancia más allá de lo razonable, pero la gran cantidad de aficionados asistentes a los acontecimientos obliga a dar cuenta de ello. Desplazar unos miles de empleados públicos a Gijón y Oviedo, y caro material naval y militar, salvo el del entretenimiento de la población no tiene mucho sentido. En su momento, las potencias militares programaban desfiles para exhibir su potencia militar ante los posibles enemigos y tranquilizar a la población para demostrarles que estaban bien guardados… y controlados. Lo de ahora es distinto: una operación de imagen de marca, para que cuantos menos conciudadanos mejor se pregunten por el numerario dedicado a los presupuestos del ministerio de Defensa que, por mor de la NATO a la que pertenecemos, tiene que ascender, por lo menos, al dos por ciento del producto interior bruto. Naturalmente, esos aficionados al esplendor de los uniformes y las máquinas guerreras no se harán este tipo de preguntas: se quedan con el espectáculo, lo disfrutan –porque aquí las actividades públicas se miden en términos de disfrute– y todos tan contentos. Se ven las finas estampas de las actividades marciales y todos tan contentos. Algo así tendrían que inventar los cuerpos funcionariales del ministerio de Hacienda para mejorar la imagen corporativa del cuerpo de inspectores de tributos y resto de compañeros del cuerpo funcionarial del ministerio recaudador.

Extraña que, dada la avidez de los chigreros en su faceta corporativa, no se hayan molestado en meter la patita en eso que se ha dado en llamar la «vía gijonesa» para la gestión cultural y que no tiene pinta de llevar muy buen camino. Quizás acaben pidiendo unas potentes cafeterías con terrazas amenizadas por la música amplificada. El modelo pergeñado es, dicho muy suavemente, manifiestamente mejorable. Esa supuesta «vía» es más bien la gestión de la miseria y de un plan de usos que pueda recibir tal nombre: una mezcla de cosas de aroma antañón hace tiempo superado del que la excelencia está ausente miremos por donde lo miremos. Hay un conjunto de edificios e instalaciones y se trata de buscarles una finalidad ya que están ahí. Pasará lo de siempre: se inaugurarán, el uso y la falta de mantenimiento cotidiano los estropeará y, dentro de unos años, los que vengan detrás de los actuales se llevarán las manos a la cabeza al conocer el coste de las operaciones de restauración necesarias: entonces, se mirará a las otras dos administraciones y pedirán ayuda presupuestaria. De momento estamos en la fase de qué hacer con todo ello y miramos a la UE de reojo. Otros vendrán detrás para mantener la falta de ideas de hoy.

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