A molestar

La idea del PSOE local de esta villa marinera de un plan que han dado sus mandamases en bautizar 1.000 viviendas no deja de ser feliz, mas de dificultad para llevar a cabo. Se trata nada más y nada menos que de construir mil viviendas en la ciudad, con colaboración del sector del ladrillo, pero haciendo al tiempo el propio consistorio de promotor en su calidad de posesor del suelo en diferentes barrios de la ciudad. La combinación de estos factores daría en unos precios asequibles tanto para la venta como para el alquiler, que de todo habría. El asunto está lleno de dificultades y sería difícil poner de acuerdo a los grupos municipales. Curiosamente, no habría tanto problema con el sector privado de la promoción y la construcción. No se puede decir que los socialistas no se lo hayan trabajado. Esto no es el típico pelotazo, es una solución de ciudad que exige, eso sí, valentía por parte de la corporación al completo y ahí, ya se ha dicho, reside la dificultad.

Juramentos (de bandera) en el Náutico. Este tipo de ceremonias tienen un aire antañón impropio de estos tiempos. Esos aires de lujos militares, de representadas marcialidades, de señoras peripuestas para la ocasión, como si de otra oportunidad para el lucimiento social se tratase, les dan a las ceremonias unas brisas de otros tiempos. Se enmarcó el acto como un acontecimiento más alrededor del día de las FFAA a celebrar en Carbayonia el próximo fin de semana, aunque por este pueblo no nos libraremos de una parte aeronaval ya que en la capital no hay orilla del mar. Ya viene siendo habitual que cada año una comunidad autónoma reciba las actividades y peche con las molestias urbanas que la organización de este tipo de marciales kermeses conllevan.

Por si no hubiera suficientes molestias el gobierno municipal ensayará poner música en las terrazas hosteleras. Se supone que es una medida más para contentar la voracidad de un sector hostelero que nunca tiene suficiente. Los desfiles militares, al fin y al cabo, provocan molestias en el devenir urbano una sola semana, pero la música en las terrazas dura más de un verano. No olvidemos que el ruido es una forma de contaminación urbana, y de las más peligrosas. No basta con el ruido del tránsito, hay que inventar otras formas de tortura al vecindario: se ocupa el suelo público y, ahora, se prevé atorrar con ruidos a los pobres ciudadanos sufridores. El chigrerío anda revuelto con lo de fumar en las terrazas: aquí, para apaciguarlos, se ofrece a cambio el sacrificio del sentido del oído ya que se atenúan los problemas respiratorios. Unos mandamases que no tienen enmienda. Ellos a molestar.

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