Malas prácticas

El conde de Revillagigedo, descendiente de los caciques gijoneses del mismo título, persiste en colocarnos su patrimonio heredado a los gijoneses. Aparte de dar su parecer sobre la titularidad de la propiedad del palacio de la plaza del Marqués, ahora ofrece casona y terrenos en Deva: al parecer la casa se le queda grande y considera oneroso su mantenimiento. Dice tener ofertas, pero él prefiere que sea «para Gijón». Su nivel de desahogo es enorme. Todos quieren meter mano en el cajón del pan del procomún: los orlegis mexicanos, los condes arrumbados, el ministerio de Transportes y hasta el hombrín lavianés de Suárez de la Riva nos pierden el respeto. Estos de Foro, con la cirujana al frente, tienen que ir a unos cursillos de resistencia ante los jetas de la vida.

Cuando la ciudad rodea al puerto, el puerto está perdido. De ser un bien económico, pasa a ser un problema ciudadano. Los habitantes de los entornos portuarios se quejan de todo aquello que es inherente a su actividad: el ruido, los tráficos terrestres de mercancías, el polvo que se levanta de los minerales que se acarrean. El Musel no ha escapado a esta maldición. Para moderar esta inestable relación puerto-ciudad están las autoridades políticas, ellas deben poner los paños calientes y escuchar a la ciudadanía, pero también atender las necesidades portuarias y a las de todos sus agentes intervinientes. Cuando eso no se sabe hacer, mala cosa. A nadie mejor que a los gijoneses interesa que esas relaciones sean lo más fluidas que permitan una convivencia cómoda. Ello requiere una unidad de ideas, ya que los intereses han de ser necesariamente los mismos. En Gijón hay poco entendimiento, seamos realistas. Y parte de ese interés es el del propio gobierno del Principado que para eso domina el mando en el órgano de gestión portuario.

En este caso, la gran fricción ha brotado llegada del ministerio de Transportes que se ha venido atrás en un túnel para el vial de acceso portuario y que evite molestias a las personas. Probablemente, han encontrado mejor destino a los dineros destinados a esta obra para otros compromisos ministeriales.

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