Impropias amistades

Se acercan inexorables las ominosas y chabacanas festividades del Carnaval con sus disfraces, sus charangas de mal gusto y sus tremendos e insoportables ruidos. Todo ello bien regado por el líquido monetario público que dispones premios, subvenciones, corta calles, organiza desfiles, pone, pasea, mata y entierra sardinas, gasta en seguridad e impone a una mayoría ciudadana pacífica la diversión de una minoría descerebrada de alborotadores. Esto es así desde que hay corporaciones democráticas porque el franquismo las había prohibido y, como reacción, creyeron las corporaciones de la España recién liberada de la dictadura poner festejos en pleno invierno como si todo fueran las islas Canarias o Cádiz. En nuestra jaranera villa marinera gusta mucho a las Corporaciones de todo signo organizar el lío con el beneplácito de los chigreros varios que ven muy bien eso de la diversión: saben que sin la desmesurada ingesta de alcohol el público no sabe divertirse y se frotan las manos porque las administraciones locales pongan la manteca a raudales. La imposición de la fiesta por la fiesta es una malsana costumbre que dice muy poco de nosotros mismos como sociedad.

Sin embargo, ¿a qué organizar Carnavales si no hay semana que no tengamos alguno o algunos que llevarnos a la boca a cada semana que pasa? Veamos uno bien enorme: el chantaje al que los Mittal están sometiendo a las autoridades de las administraciones públicas, tanto la general como la provincial, a costa de sus factorías metalúrgicas asturianas para sacarles cuanto más unto mejor. Esto que vemos todos, va y lo dice el primer secretario socialista de la localidad y le saltan a la yugular el tándem formado por la cirujana alcaldesa y el hombrín de Laviana, mandamás de la provincia, porque deja caer, como última posibilidad, la propiedad pública de la empresa. Lo critican de consuno con parecidos argumentos, y hasta la alcaldesa con menciones «ad hominem», como si la participación en política fuera cosa fea. Pues muy bien dicho por Monchu García y mal por el par de amiguetes que, sin matices entre izquierda y derecha, son alcaldesa gijonesa y presidente asturiano.

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