Luto cultural

Se nos fue el cantante Julio Ramos este pasado finde, dejando tras de sí una estela de consternación y vacío entre sus familiares, amigos y compañeros. Deja una estela artística importante y un ejemplo vital digno de ser admirado. Pocos sabían que allá por los finales de los setenta dejó su carrera como cantautor en Madrid y él, oviedista empedernido y natural de la capital del Principado, eligió Gijón para establecerse. Trabajó en algo que nada tenía que ver con el mundo de la canción, pero nunca abandonó los círculos culturales y realizó bellas composiciones que de vez en cuando grababa. También esporádicamente se presentaba en recitales y otras actuaciones, por lo que pudimos tener la suerte de disfrutar de su arte hasta prácticamente el final de una vida, ya decimos, ejemplar. Descanse en paz.

Estos nuevos, pero de rancias ideas, en el ayuntamiento de nuestra despistada villa marinera, andan dándole vueltas a la cosa cultural. Como les debe parecer poco lo que se traen entre manos con el convento de las Agustinas de Cimadevilla, se pretenden meter en el entuerto de llegar a un acuerdo con la Fundación Cajastur para utilizar el palacio de Revillagigedo, el pequeño, mas aparente, Revillagigedo en la plaza del Marqués. Se trata de un edificio engañoso: mucha fachada y escaso espacio interior que se queda corto para la mayor parte de exposiciones o instalaciones temporales que en él se pudieran realizar. Sí, porque da para muestras efímeras de tamaño pequeño, como por ejemplo la exposición de un artista o de alguna entidad pública o mercantil, tal como ya hemos visto en el pasado. El barroco monumento sirve también para actos o recepciones, y más con la anexa colegiata de San Juan Bautista. El que posee algo siempre cree que su posesión tiene un precio más alto de lo que vale, por lo que es de esperar que la fundación propietaria ponga un precio al alza a un alquiler que se vería incrementado con una conservación ciertamente costosa para mantener el edificio en condiciones adecuadas a la finalidad pretendida. Hombre, para hacer unos pocos actos al año para fardar el gobierno municipal sirve, pero iba a resultar un poco caro y poco presentable.

Misa en el redondel, oiga. Vuelven los toros y se recupera la pía costumbre de mezclar la sangre con la religión, católica, por supuesto. Así que un escaso grupo de beatos pondrán su chiringuito en el coso de El Bibio y recuperarán la estrafalaria costumbre de montar una misa de campaña en la arena en vísperas de las matanzas taurinas. Los documentos gráficos pasados constatan la escasísima asistencia de personal, pero hasta cura encuentran que les permite un espectáculo tan extraño como peculiar.

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