Infamia arrumbada

Anda la gloriosa cirujana escarabajeando por ver si saca las mantecas al puerto gijonés para que le regale y luego pague la urbanización de los terrenos ociosos de la antigua Naval Gijón, propiedad portuaria. Ella lo llama que «el puerto quiera a Gijón»; y lo repite tan convencida. Gijón no sería lo que es sin el puerto y este no está en condiciones de operaciones generosas de patrocinio porque está intervenido por Puertos del Estado: sus beneficios han de ir a la amortización de la deuda causada por la necesaria ampliación.

Salió la sentencia que unos impresentables habían interpuesto en la Audiencia Nacional contra los directivos portuarios y aquellos otros de las contratistas que formaban la UTE de la obra. Tras diez años de controversias, todos inocentes. Son setenta y nueve páginas de varapalo a los atrevidos que osaron acusar sin fundamento, aunque todavía han tenido la suerte de que no hayan sido condenados en costas. A ver qué dicen ahora quienes quisieron hacer política a costa de una obra tan necesaria para la economía gijonesa y asturiana por extensión: una entidad manejada por el Podemos del nefasto concejal Suárez del Fueyo con los inevitables corrientistas cándidos y moralas que tanto daño hicieron a la ciudad.

Extraña el seguidismo que desde las instancias mediáticas se hizo del asunto, insinuando que no acusando sobre la culpabilidad de los implicados. Pero, se dirán cínicamente algunos, ¿qué importa ya nada después de más de dos lustros? Lo pretendido está conseguido: el PSOE está fuera de la alcaldía gijonesa. A Santiago Martínez y a José María Pérez les costó la primera magistratura local el asunto, dando paso a una Carmen Moriyón apoyada cínicamente por aquel Podemos del que ahora tan sólo quedan los restos en el salón de plenos.

La sentencia, dicho así con simpleza, sin mayores implicaciones, es una alegría muy grande porque triunfa la rectitud de unas personas injustamente maltratadas. Y otros, que desde la institución regional responsable de la administración portuaria se pusieron de perfil durante todo el proceso, llevarán sobre su espalda la culpa de no haber apoyado como es debido a los implicados. Tampoco están ya, y nadie les va a preguntar nada ni a pedirles explicaciones. Un amigo me dice que ya no importa, que es pasado; pero si no aireamos que aquellas acusaciones fueron una infamia y que la instrucción fue defectuosa, como hasta dice la sentencia, corremos el peligro que otros nuevos sinvergüenzas se atrevan a realizar alguna operación parecida. Los ahora exculpados, junto con la enhorabuena más efusiva, merecen una reparación y el reconocimiento de una ciudad que no es en su inmensa mayoría como la hez que alimentó un proceso judicial que nunca debió ser.

Vistazo cercano

Lo que nos importaba conocer eran los resultados electorales, aunque algunos lo negaran con la boca pequeña. Se esperaba que la marea por la derecha alcanzara para una coalición del PP con el peligroso partido ultra, pero los números no han dado. Los únicos que en el momento de tanto recuento se encogen de hombros como si la cosa no fuera con ellos son los foristas de la reaparecida cirujana: no se presentaban a las elecciones, no hicieron campaña por nadie, no se metieron adrece en ningún lío; se limitaron a poner en su sitio los carriles del Muro e hicieron como si lo demás no fuera con ellos. Pero sí que iba con ellos, aunque lo disimularon con todas sus fuerzas. En este sentido, las cosas les han salido bien. Su incómodo socio ultra ha perdido diputados y los números no dan para una mayoría absoluta con un PP que los aupara a la Moncloa. Así que tampoco aquí se les remontarán y, llegado el caso, poner en su sitio a algún concejal chulito que se les pase de díscolo.

Las urnas locales han dejado seiscientos votos de diferencia a los socialistas locales a su favor sobre el PP. Respecto al 2019, la derecha pierde fuelle, pero, comparados con los resultados locales y autonómicos, ganan fuerza: ese es el peso de Foro en Gijón, lo que marca la diferencia y que deja a la formación comandada por la recidivante cirujana en una zona pantanosa entre la derecha extrema y la extrema derecha, pero no a un lado porque se demuestra que tiene clientela en ambas orillas.

Por babor, ahí tenemos a los de la IU de Javier Suárez que no saben si estar contentos o quedarse como están, pero instalados de momento en no dar mucho la lata al gobierno municipal, no vaya a ser que, llegado el momento, tengan que salir en su apoyo. ¿Y el PSOE local? Pues a verlas venir, es decir a esperar como se desenvuelve Sánchez en sus pactos y si logra la investidura o si allá para diciembre nos veamos todos en la necesidad de volver a las urnas. De momento, a sus dirigentes y afiliados, y en eso existe perfecta sintonía, la sensación es de alivio, como la de tantos progresistas españoles, por el intento fallido de involución en toda la nación, y por tanto en esta villa marinera, por la vía electoral. Sí, porque se han salvado los muebles frente al retroceso por la mínima: ahí esta para verse la grieta que parte en dos a España, de cuya reapertura es responsable directa una derecha montaraz que no ha tenido inconveniente en hacerla aparecer con tal de alcanzar el ansiado poder.

Homenajes variados

Se nos ha ido la XXXVI edición de la Semana Negra con éxito esperable de asistencia de público y de contenidos en la participación cultural. Este año se homenajeo por parte de la organización a Paco Ignacio Taibo II que hace unos años prefirió dejar la primavera e inicio del verano gijonés para implicarse en México en la pelea de López Obrador que acabó de presidente y puso en sus manos la mayor editorial del continente latino que tiene carácter público. Treinta y seis eventos que no se interrumpieron ni con la pandemia, aunque tuvieran que tomar obligadamente otra configuración aquel par de años tremendos. Ha pasado el ecuador veraniego. Restan espectáculos y acontecimientos festivos para animar a esta decadente villa marinera que necesita ánimos y que, por cómo pintan algunos asuntos, va a ser difícil que se den en la cantidad que los sufridos ciudadanos necesitamos.

Va tomando marcha el funcionamiento de la instalación gasística del Musel y, como tantas veces sucede por estos lares, pierden ínfulas los eternos y pertinaces opositores al progreso económico de la comarca. El puerto gijonés sigue a su aire adecuadamente y, tan bien, que hasta la cirujana con vara de mando le pide que se implique en el adecentamiento de los terrenos de Naval Gijón. Eso de implicarse significa que sea a costa de la Autoridad Portuaria la urbanización de la mitad aproximadamente de los terrenos que son propiedad del ente portuario. Luego, de la explotación y obtención, en su caso, de algún beneficio, ya si eso el Ayuntamiento o beneficiario resultante del subsiguiente pliego concesional.

Se nota que andan crecidos por estribor en el hecho de que cada año se pasean más santos, porque los clérigos también se vienen arriba cuando lo que creen su clientela natural se pone de moda en sociedad. Asturias, además, tiene la mala fortuna de que al frente del cotarro esté el ordinario más carca del episcopado español que elige a los curas más trabucaires para las parroquias más concurridas y destina a conducir por las parroquias de las montañas a los que son casi normales. El caso es que venga santo arriba, venga santo abajo. Este fin de semana pasado nunca en la villa y su concejo salieron a tomar el aire más vírgenes del Carmen. Puede parecer banal, pero es el síntoma de una situación social que denota una cierta enfermedad. Cuando proliferan las ganas del beaterío de salir a la calle es que se sienten con fuerza. Y eso va unido al crecimiento ultra, no cabe duda. Algo quedó sin cerrar bien durante la Transición y ahora nos vemos cerca del acantilado con la subida europea del fenómeno ultra. Un peligro serio a contener.

Festival y elefante

Treinta y seis ediciones del festival Semana Negra: libros y churros se dijo en una época: dedicado a un encuentro de escritores del policiaco, se montó una feria del libro, cuando no había otra en esta villa marinera, llegaron autores y editores de España y de muchos lugares del mundo. Pero también bares y caballitos, lo que ponía de los nervios a quienes, con una peculiar forma de pensar, reputaban como incompartible el hecho cultural con la diversión. Muchas explicaciones se hubieron de dar.

Este año se homenajea a Paco Ignacio Taibo II, tantos años director del evento, figura fundamental que convirtió un congreso literario en una fiesta popular, pero con otra figura que insufló su apoyo para que todo fuera posible, el mejor alcalde de Gijón, Tini Areces. Sin él tampoco hubiera sido posible la Semana Negra y que siguió apoyándola durante sus tres legislaturas como presidente del Principado. Hoy, la Negra es un elemento propio del verano cultural y festivo de Gijón que sigue dando que hablar y que ha servido en su estructura para ser copiada en multitud de ciudades de nuestro país. Se ganó su lugar en el espacio estival de la ciudad y aquí está, conviviendo con otros eventos que han ido naciendo al ver su ejemplo y cómo los ciudadanos se movilizan en este pueblo eminentemente participativo.

Aparece, ahora que se lleva tanto la expresión, el elefante en la habitación de uno de los abundantes problemas que aquejan a la desembocadura del Piles: el colector del arroyo de Peñafrancia, cuyo arreglo es cuantioso en manteca y en molestias hasta para el tránsito, porque exige meterle mano a la rotonda de La Guía con los consabidos atascos. La verdad, y no es por hacer leña del árbol caído, la gestión del concejal comunista Aurelio Martín, incrustado en el anterior gobierno municipal socialista no pudo ser más desgraciado. La anterior alcaldesa, la peor que ocupó la poltrona de mando en la democracia, se empeñó en la maniobra y condenó a su partido: los errores de un sujeto de Izquierda Unida los paga el PSOE que perdió concejales en las recientes elecciones de mayo pasado y la coalición comunista se fue de rositas: se ventiló a Aurelio, disimularon sus integrantes como si los desastres de la movilidad, Muro incluido, y del medioambiente no hubiera sido cosa de uno de los suyos y hasta ganaron un concejal. Es una de esas injusticias que provoca el devenir político y con los que hay que pechar si se quiere permanecer en el juego. El lamentable resultado es que ahí tenemos, no ya a la derecha, sino a los mismísimos ultras incrustados en el gobierno local. Pero es lo que hay.

Motivo de satisfacción

Ya corre el metano por las venas metálicas de la instalación gasística de El Musel. Ya los tanques almacenan el gas licuado. Diez años de perseverancia. Una década de espera para que una instalación merced a la cual llegarán nuevos tráficos al puerto gijonés y que, además, aporta sentido a la ampliación portuaria tan necesaria ahora. Y para cuando ya no se utilice el metano, habrá hidrógeno. Por eso, no debemos confundirnos: no hay vecinos que se opongan, sino cuatro gatos que forman parte de unas asociaciones de vecinos declinantes u otros cuatro de alguna formación política en vías de extinción. Tampoco están en contra los ecologistas, así en general, salvo dos o tres agitadores que se hacen llamar conservacionistas, pero que se tienen montado ese chiringuito para obtener quién sabe qué tipo de beneficios personales. Es importante cuidar el lenguaje para no confundir a nadie. Y ahora que la instalación está en marcha, no nos olvidemos de las administraciones que lo hicieron posible, las que tiraron del carro y tuvieron la visión de atender las propuestas de una empresa interesada en poner en marcha la instalación portuaria aquí, por mucho que potentes intereses desde Bilbao y La Coruña intentaran primero que no se construyera y después que no se pusiera en marcha. No sabemos cuánto podrán esas fuerzas seguir impidiendo que la instalación se conecte a la red de gaseoductos y que culmine su función completa: la regasificación; pero llegará, no cabe duda y las cosas, para el conveniente progreso de la villa, su comarca y la provincia entera, marcharán en la dirección adecuada. No hay que olvidar, en estos momentos de regocijo, a los gestores portuarios que han sabido llevar el asunto de forma profesional y con el pulso adecuado, encabezados por su presidente, Laureano Lourido.

El modesto río Piles arrastra porquería y, de vez en cuando, contamina las aguas de la bahía de San Lorenzo. Lleva siendo así, desde hace lustros y lustros por diferentes causas. El inútil concejal anterior de Medio Ambiente no alcanzó en cuatro años a dar con el quid del asunto, engañándose a sí mismo y a la ciudadanía con la cantinela de que todo quedaría resuelto con el pozo de tormentas de Hermanos Castro. Eso fue una obra muy necesaria para momentos muy puntuales, pero quedaron pendientes asuntos cruciales que nada tenían que ver, por cierto, con el anillo navegable a la altura de Las Mestas y Grupo Covadonga. Mientras, la EMA achantada y cerrando el pico sobre lo que ya sabían: las fugas en unos colectores bajo el cauce tenían bastante que ver. Ahora se sabe. Momento para que la flamante nueva corporación acelere y se ponga urgentemente manos a la obra.