Luismi

Se cumplió el otro día lo que ya tenía que haber sido: el nombramiento de Luis Miguel Piñera, Luismi, como cronista oficial de Gijón. La nominación se hace al amparo del reglamento de honores y distinciones del Ayuntamiento, pero el honor es para esta villa marinera al haber logrado que una persona de la calidad humana de Luismi sea su cronista por derecho. Y junto a esto, hay que traer a la memoria a Elena de Uña para que nos contara, a su manera, los dimes y diretes, que los ha habido, del otorgamiento del título. Las formaciones políticas han tenido la oportunidad, merced a un error de procedimiento, de corregir su fallo de hace unas semanas negándose a proporcionar tal designación a quien de entre los ciudadanos de la villa y su concejo más se lo merecía y ello, además, por un empeño bastardo de algunos hundidos en el fango de la envidia y la frustración; pero ya está todo solucionado. Tres alcaldes consecutivos prefirieron no realizar la investidura por temor a meterse en un avispero. Ha sido una alcaldesa de salida, quien inició los trámites para la consecución de la operación.

Más de treinta años llevábamos, tras el fallecimiento de Patricio Adúriz, sin que la figura del cronista oficial figurase en la panoplia municipal de honores ciudadanos. Luismi, porque siempre ha sido conocido así entre la inmensa mayoría de personas que le conocemos y sentimos afecto por él, es un señor pacífico, con su humor socarrón, como corresponde a un gijonés cabal, que cuenta las cosas de una forma aparentemente neutral, pero siempre con una intención fácilmente distinguible.

Algún día, otros cronistas nos contarán los intríngulis de esta credencial recién dispuesta. Lo que ahora ya podemos contar es que se trata de un acierto porque la obra de Luis Miguel Piñera Entrialgo ya certifica su clase e idoneidad para la distinción dispensada.

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