Periferia en ascuas

Sabido es que la relación entre la dama de Carbayonia, a la sazón todavía primera autoridad de nuestra villa marinera, y su concejal delegado de la zona rural, Ramón Tuero, no es nada fluida, de hecho no es buena en absoluto. Quizá por ello, a pesar de que el concejal pasó sus números, para el borrador de los presupuestos, no consta partida alguna reseñable para la zona rural. Naturalmente, el concejal se ha enfadado y ha contado a representantes de los barrios periféricos lo que hay crudamente. Ahora, el enfado es también de los habitantes de esa periferia local, uno de los cuales se ha explayado y ha dicho lo obvio respecto a la aún regidora: «Está perdida, no entiende las necesidades de la zona rural». Leído en LA NUEVA ESPAÑA. He ahí el problema. Gijón no es sólo la playa, la calle Corrida o el Sporting. Hay todo un concejo con sus carencias y necesidades. El Ayuntamiento gobierna sobre todo el municipio, no solo sobre el núcleo urbano. Ya sin posibilidades de continuar en el machito, poco le importan los problemas a los que se haya de enfrentar la próxima corporación. Por eso estos presupuestos no merecen ser aprobados y es mejor continuar con la prórroga hasta que la «strega» se esfume con la primavera.

El último cronista oficial de Gijón, Patricio Adúriz, falleció en octubre de 1992, hace más de treinta años. Diferentes y sucesivas corporaciones no han encontrado un nombre que concite un cierto consenso que permitiera el nombramiento de una persona. Parece que se va perfilando el nombre de alguien que sería muy adecuado para encarnar esa figura: Luis Miguel Piñera, Luismi. Es competente en el conocimiento de la ciudad y sus cosas y, de hecho ya viene realizando esta tarea con sus publicaciones de forma oficiosa y sin desmayo. A ver si se soluciona el asunto antes del fin de este mandato.

N. B. Falleció la estupenda periodista y querida amiga Pepa Telenti. La recuerdo en la sala de control de una radio en la que trabajé hace unas décadas, mientras otro compañero grababa uno de sus diarios comentarios. Aquellos minutos nos daban para charlar, generalmente de la profesión y de la actualidad política. Con el paso de los años, nuestros caminos se fueron entrecruzando y ella siempre sonriente y sosegada. El sentimiento y pesar por su desaparición son hondos. Sus caminos profesionales fueron variados y en todos los cometidos dejó constancia de su valor profesional y personal. Supo estar a los dos lados del mostrador: como informadora y como responsable de comunicación de alguna entidad o institución. Eso le permitía ponerse y comprender siempre las necesidades y demandas de sus interlocutores. Descanse en paz.

Palos y malicias

De todos los argumentos recurrentes de la oposición hacia las decisiones políticas de las formaciones gobernantes es que sus actos son ideológicos. Es tan evidente como ideológicos son los argumentos para oponerse a ellos. El cambio fue una decisión ideológica democrática, pero no ajustada a ley. De esta forma llegó el ya conocido como el palo del «cascayu». Sus señorías han sentenciado que el Plan del Muro es una normativa vigente que ha de ser respetada, cosa que la confundida dama de Carbayonia y su sidecar comunista et alii no supieron evaluar adecuadamente. Sobre todo, no supo el equipo técnico filocomunista del que, torpemente, ahora se ve ya claramente, se rodeó el amortizado concejal Aurelio Martín, cuyas decisiones a lo largo del mandato se cuentan como fracasos, apoyadas por la nefasta figura de una alcaldesa empecinada en apoyar, si no es que hacer suyas, medidas rechazadas por amplias capas de la ciudadanía; algunos de cuyos integrantes se movilizaron y hasta obtuvieron recursos para abonar avales judiciales y llevar aquellas decisiones edilicias a los tribunales. 

El amortizado se carcajeaba y daba por hecho el triunfo consistorial en el pleito del «cascayu». Fue lo contrario, aunque ahora que pintan bastos ya no le importa porque sabe que no seguirá en el machito, como tampoco lo hará su valedora. El señor Barbón tampoco queda muy disgustado, porque estos tropiezos jurídicos hacen su mella en las posiciones de su partido en Gijón y a él, en el fondo, no le gusta que con esta actual directiva haya un alcalde socialista: da la sensación de que él preferiría algo así como un triunfo de la cirujana Moriyón sobre el activista social Floro, especializado en el tratamiento y el remedio de las toxicomanías. Esto parece el mundo al revés, pero el hombrín de Laviana lleva inscrito en el ánimo político su posición socialminera que implica una grave desafección por la primera ciudad de Asturias: este es el más grave inconveniente contra el que se enfrenta tanto el primer secretario socialista local como el candidato Luis Manuel Flórez.

Para añadir un poco más de lío a la vida ciudadana, los autobuses montan un numerito no pequeño. A escasos meses de las elecciones, se deciden a complicar la vida al electorado modificando sus servicios. Renombrarán líneas y modificarán algunos recorridos y ciertas frecuencias. Probablemente, es necesario acomodar algunas situaciones debido a los cambios que se van produciendo en la ciudad, hasta con barrios nuevos de estructura urbana como Nuevo Roces. Pero no se trata de eso. Lo que parece es que la mandamás saliente y adláteres se han propuesto complicar las cosas a su propia formación política hasta el último momento y con malicia: no parar hasta mayo.

Desmesura

Lo de Olmo Ron no tiene nombre: a pocos meses de las elecciones y de terminar su mandato en el Ayuntamiento de Gijón y de finalizar la legislatura regional, va y acepta el nombramiento que el hombrín de Laviana le ofrece para ser director general de no–sé–qué–cosa en su Gobierno, salvándole de un futuro incierto en Gijón en donde sus acciones políticas prácticamente no cotizan ya. Es un movimiento a futuro, como lo es reforzar a Cofiño como número tres de su candidatura a dedo y sin remisión.

La espantada de Ron en el Ayuntamiento ha obligado a la Alcaldesa a repartir competencias entre los concejales que le quedaban, como desveló ayer LA NUEVA ESPAÑA. Despreció la primera autoridad a José Ramón Tuero, llamado a repetir en la lista al Ayuntamiento o incluso a la Junta General, para colocar al frente de Emulsa a Carmen Saras, concejala prácticamente inédita hasta ahora y cargar de trabajo a Marina Pineda para endosarle la presidencia de la Empresa de Aguas. El hecho de que Salomé Díaz Toral se deba hacer cargo de la delegación para las Obras Públicas, con tantos asuntos pendientes, indica la desesperación de la Alcaldesa para completar un puzle por el que la espantada de Olmo Ron pasó como un tornado. Y hacerlo todo ello de sopetón, sin hablarlo previamente con la dirección de su partido, indica claramente, por la composición de las nuevas responsabilidades y su adjudicación, una pérdida de sentido absoluta, más que picardía o maldad políticas. Definitivamente, una desgraciada desmesura.

A estas alturas de nuestra historia como inestable villa marinera, las asociaciones de vecinos y sus federaciones representan una auténtica rémora social. Mucho reglamento de participación para que después desprecien participar como si con ello desestabilizaran algo. Son entidades menguantes que, en muchas ocasiones, ya no tienen a quien se quiera poner al frente. La participación, como permite la Ley de Grandes Ciudades, requiere un reglamento muy afinado y, por supuesto, muy consensuado y, de no ser así, merece más la pena de que no exista. Las Asociaciones de Vecinos reciben fondos municipales para su sustento: sean grandes o modestas las cantidades, son un dispendio que la ciudad no se debe permitir. Es una verdadera cuestión antidemocrática que unas entidades decadentes tomen o participen en decisiones que afectan a la población en general, cuyos directivos no han sido elegidos nada más que por una docena o dos de personas. Los únicos que deben tomar las decisiones que nos afectan a todos son los concejales, que para eso se presentan a unas elecciones y son votados por la ciudadanía. Esos pasados gloriosos no pueden significar una rémora en el funcionamiento de nuestra principal institución local.

La carta

La cabalgata de los Reyes Magos de nuestra jaranera villa marinera dicen que ha salido carnavalesca. Uno, que no ha asistido al desfile anual en esta edición, sí ha visto abundantes tomas televisivas, algunas en riguroso directo, y otras imágenes por las redes sociales, así como numerosas fotos en este periódico y, efectivamente, parece una caravana de carnestolendas, con plataformas que portaban grupos musicales con volumen a toda pastilla y toda la pesca. En Gijón, la cabalgata del 5 de enero siempre ha sido poco lucida por una cosa o por otra, aunque para el público a quien va dirigida, el infantil, es suficiente gracias a la ilusión que aporta la gente menuda. Podríamos decir, en este aspecto, que se trata de un abuso de la inocencia.

Lo de este año, en el fondo, responde a la pretensión de quitarle sacralidad al evento, pero los Magos de Oriente pertenecen a la tradición cristiana y, en España, ya llevamos unas cuantas décadas con la costumbre de estas manifestaciones de jolgorio infantil en forma de cabalgata que, año tras año, aquí o allá, algún programador pretende «modernizar». Papa Noel va vestido de colorado y lleva barbas blancas. Los Reyes Magos son tres: uno es negro, otro usa barbas blancas y otro pelirrojas. Suelen ir acompañados de unos séquitos que tienen aire oriental o romano antiguo, con pastores y algunos animales. Según el tamaño de la población, son más o menos vistosas y se logran efectos estéticos mejor o peor conseguidos. La de este año salió fea, muy fea; con elementos no tradicionales en un festejo que es pura tradición. A Papa Noel le suelen acompañar renos porque es la costumbre a partir de la leyenda y a nadie se le ocurre, para darle un toque moderno, acompañarlo de caballos pura sangre de carreras. Que aprendan los sucesores de estos reformadores la lección para la próxima edición y aquí todos tan contentos. El patinazo de este año no hay magia que lo arregle.

Otra con aires transformadores de los usos políticos es la declinante dama de Carbayonia que soportamos todavía como primera autoridad local. Ha patinado de nuevo, como tiene demostrado numerosas veces, al mandar una carta a la ministra de Transportes en reclamo de fondos para el nuevo vial que ha de conducir al puerto de El Musel. Bien está que por carta se exija a las altas instancias de la Administración General del Estado los dineros para una infraestructura que lleva lustros de retraso con graves molestias a la ya desesperada población de la zona Oeste. Pero no basta con mandar una carta: hay que moverse, irse a Madrid, llamar a las puertas de los despachos ministeriales y percutir sin descanso, mas con habilidad.

Rarezas en fin de año

El jefe político provincial, Barbón, no estaba acostumbrado a un cierto tipo de oposición que no le reprochara, no ya su pasmada inacción al frente de la cosa pública de nuestra querida provincia, ni a los discursos basados en conceptos ya periclitados, eso sí, aderezados con la palabrería que se lleva hoy día: mucho hidrógeno de colores, litio y demás componentes de lo que será la venidera provisión de energía. El otro día, Diego Canga, el nuevo candidato del PP, le hizo al Presidente una leve crítica y el socialista replicó a toda velocidad como si saltara impulsado por un potente resorte. Demuestra un cierto temor el hombrín de Laviana frente al sobrevenido candidato popular.

El Muro queda en Gijón, Asturias, Norte de España, con clima oceánico y veranos frescos y hasta lluviosos; en Estepona, Málaga, Sur de España, con clima mediterráneo, los veranos son cálidos y temperaturas hasta 40° o 42°. La dama de Carbayonia como perla se nos deja decir que su modelo para este paseo marítimo nuestro es tipo el de Estepona. Son las cosas del turismo. En un hotel de la desértica Las Vegas, California de los EEUU, recrean Venecia para solaz de sus visitantes y con la ayuda de potentes aparatos de aire acondicionado. Quizá lo que pretende esta mujer, que anda tan quejosa por verse apartada de la carrera para renovar la alcaldía, es que la ciudad se convierta en un gran decorado, sin detenerse en analizar los inconvenientes. De la interesante entrevista que le hizo en estas páginas Ignacio Peláez se desprende que políticamente ni es persona de fiar ni tiene claros los conceptos: se deshace en elogios de su antecesora, la muy derechista Carmen Moriyón, para criticar a continuación las políticas llevadas a cabo durante sus mandatos. Por otro lado nos cuenta que ella no es muy oso y que no quiere darle abrazo de úrsido al candidato de su formación ya que los directivos del PSOE local no la aprecian. En fin, que todavía no ha asimilado lo suyo.

N. B. El otro día, un mindundi, adepto a un grupito de impresentables añorantes de aquel poco flexible primer alcalde de la democracia en esta villa marinera, osa mentarle a uno al hilo de un relicario que saca a orear pasados más de cinco lustros; pero para poner nombres y apellidos hay que estar muy seguro de los acontecimientos y no fiarse de suposiciones o rumores que es, precisamente, lo que hace el sujeto en cuestión. Es sorprendente que te aparezca un atorrante en tu casa para contarte la propia vida, cosa bien peregrina, pero trabajar cara al público es lo que tiene: aguantar las ensoñaciones de conciudadanos atolondrados, así pasen décadas.