Intentos de mangoneo

La directiva del Grupo Covadonga está demostrando una gran ejemplaridad y haciendo un importante favor a esta villa marinera al no dejarse avasallar por el Ayuntamiento, al acudir en la defensa de sus derechos ante los tribunales de lo contencioso administrativo por cuestión de la supresión del anillo navegable del río Piles. Afecta esta decisión a los integrantes de su veterana sección de piragüismo. Y, frente a este muro grupista que, hasta ahora, ha ido viendo como la justicia le daba la razón, un Consistorio empecinado en sostenella y no enmendalla con el cacique comunista del equipo de gobierno al frente. Que ese peligro político que es Aurelio Martín se haya permitido el lujo de advertir al Grupo sobre sus acciones para impedir el desafuero es impresentable. Se trata de lo que un grupo de fanáticos de IU llaman «renaturalización» que es una forma más de las muchas que hay para solucionar los problemas medioambientales existentes, con el seguimiento, como perrillo fiel, de la periclitada dama de Carbayonia; forma que está basada en informes de parte. Esperemos a ver cómo se desarrollan en los tribunales los diferentes pleitos entre la sociedad deportiva y cultural y el concejal empecinado, pero cuyos gastos judiciales, por cierto, pagamos los ciudadanos.

La instalación para la depuración de aguas del Este, afortunadamente en funcionamiento, quedará gestionada de momento por la administración regional una vez que la Confederación del Cantábrico termine su periodo de gestión, que será en breve. La decisión es buena, porque servirá para establecer un tiempo suficiente para que se tranquilicen los ánimos, antes de que la empresa municipal para las aguas y el saneamiento se haga cargo de la instalación. Pero como no todo va a ser una balsa de aceite, han surgido críticas de su comité de empresa por dejar a la EMA al margen del Pisón ya que recelan infundadamente de que esta actuación abra la puerta a la privatización del servicio de depuración en Gijón. Se permiten entonces el insospechado lujo de exigir airadamente explicaciones. Si así fuera, no se sabe qué pinta la representación sindical en esto; pero es que, además, no se observa por ninguna parte de que ello vaya a ser así, a no ser que al mando consistorial llegue alguna formación que cambie a la gestión indirecta varios de los servicios municipales, lo cual no es deseable. Hay en Gijón diversas entidades que, sin presentarse a las elecciones, quieren actuar como si fueran representantes públicos para manejar las cosas de todos. Este tipo de mangoneos son antidemocráticos, por lo que el comité de empresa de la EMA se ha metido de hoz y coz en camisa de once varas. Muy mal entonces por su parte.

Esfumados y reapariciones

El médico Marcelo Palacios deja la SIBI (la institución dedicada a la bioética) a los 25 años de su fundación. Tras una dilatada trayectoria política, ya en primera línea allá por los albores de la Transición, hace un cuarto de siglo que dedicó sus saberes y habilidades a otra labor que aunó Gijón a la bioética gracias al acogimiento del mejor alcalde de Gijón de la democracia, Tini Areces. Con pocos medios hizo mucho sin desfallecer y ha creído que el aniversario redondo es buen momento para ceder el testigo. Marcelo, como buen candasu de pro, impulsó su carrera desde esta nuestra villa tan marinera como la suya natal y se hizo un gijonés más, convirtiéndose en un doble asturiano. El resto, tenemos mucho que agradecerle, tanto desde sus afanes políticos, como después de estos últimos más dedicados al tratamiento y conocimiento de la conducta humana en los campos de las ciencias biológicas y de la atención de la salud poniendo a nuestra ciudad dentro del círculo en vanguardia de los debates internacionales sobre los fundamentos de esta disciplina.

Uno que se va con dignidad y reconocimiento y otro que se tiene que ir por la puerta de atrás: nos deshacemos por fin de Aurelio Martín, individuo que no ha sabido ser concejal y que también ha anunciado ya que abandona, consciente de su fracaso y de que los gijoneses se le rebelaran sin aceptar sus imposiciones y caprichos desde una concejalía delegada a la que nunca debió llegar: sus tremendos fallos y errores son, naturalmente, de quien delegó en él sus competencias, la altiva dama de Carbayonia, que despreció a los suyos en la creencia de que fichaba un mirlo blanco. No fue así y los dos han salido por donde el humo, corrigiendo afortunadamente los propios socialistas el error de partida. Como quien se va de mala manera no puede resistir su punto de malicia, nuestro sidecar edilicio no ha podido desperdiciar una cierta dosis de veneno al intentar cerrarle el paso a la responsable de IU en la ciudad, Ana Castaño, por método de discursear acerca de la necesidad de ofrecerle al electorado gente joven, porque al parecer esa es una especie de clamorosa demanda social.

Vuelve aquella Pili Pardo, la del PP gijonés, con el fin, nos cuenta ella misma, de formar parte del equipo de Diego Canga para Asturias. Si ejercitamos la memoria aparecerán en escena momentos convulsos de la organización de la derecha en la ciudad y su poca destreza para evitar entuertos. ¿Qué habrá visto el señalado candidato popular para la presidencia del Principado? Es uno de esos misterios que deja pasmado al personal que no alcanza a comprender en dónde residen sus méritos.

Personas no felices

Se prodiga bastante últimamente el hombrín este de Laviana que funge del más alto mando provincial, sobre todo, desde que los afiliados eligieron a la actual directiva socialista local, y más aún desde que esos mismos afiliados se quitaron de en medio a la actual gentil dama de Carbayonia como candidata a la renovación de su poltrona de mando municipal. Se pasea por la mayor ciudad de Asturias bajo cualquier disculpa, sea una cena de confraternización, en la que ejercer su hipocresía, o en la presentación de un libro ya presentado anteriormente en la capital de su residencia, porque está convencido que nuestro Gijón es plaza importantísima como bolsa de votos para la lista que él encabezará en las próximas elecciones primaverales. Así que le veremos atravesado por aquí cada día con mayor frecuencia, haciéndose incluso su campaña a mano como si no se fiara de la comisión ejecutiva local.

Hace mal porque eso no es confiar en la estructura de su propio partido, la única que le puede proporcionar un verdadero soporte en el territorio en el que opera. Lleva Barbón sobre sus espaldas el estigma socialminero de la reticencia, si no el simple odio, hacia esta villa marinera, porque en la cuencas, ahora ya sin minas, no encuentra mar en el que ir a verter sus lágrimas provocadas por su falta de visión política. En Moncloa o en Ferraz no le hacen maldito el caso y él entonces se hace el barón cual Page o Lambán, criticando tan bajito, casi susurro, sus tímidas críticas al presidente Sánchez. Parece talmente que todavía no se ha dado cuenta que ya no es un alcalde de pueblo, sino un presidente de autonomía, pequeñita, más autonomía al fin y al cabo.

No es la primera vez, ni será la última, que la FSA actúa frente a su propio candidato, siendo el caso más vistoso aquel en el que jugaron a la contra del aspirante a renovar la presidencia, Antonio Trevín, con el resultado inesperado de que, con la inestimable ayuda de IU, Sergio Marqués, del PP, consiguiera su investidura presidencial. Tampoco jugaron en Santa Teresa muy a favor en las campañas a la Alcaldía de Álvarez Areces y con las reticencias de turno hacia el mismo personaje en su intento de conquistar la presidencia regional, cosa que consiguió, a pesar de todo y con mayoría absoluta.

Los socialistas gijoneses están solos frente a su electorado, su propuesta de un candidato independiente es atrevida. No les ayuda que partidarios de la defenestrada alcaldesa todavía intenten que descarrile la operación: lo último es que preparan una cena de desagravio a la todavía alcaldesa. Habrá que esperar a lo que allí se diga entre suspiros.

Mal sueño repetido

Como si fuera la recidiva de un padecimiento o la repetición de una plaga, la ciudadana cirujana Moriyón se oferta de nuevo al pasmado electorado de esta villa marinera nuestra como candidata a la Alcaldía. Viene a ver si salva al decadente Foro y hay hasta optimistas que incluso la hacen acreedora al principal sillón municipal. Y se la trata como si no lo hubiera ocupado durante ocho años que fueron los de la caída en picado de la ciudad, aquellos en los que la locomotora de la provincia perdió poco a poco su capacidad tractora y que la ya amortizada gentil dama de Carbayonia no supo enmendar en la oportunidad que le brindaron las urnas. La reaparición de Moriyón, que tanto daño nos hizo, es como una pesadilla que se repite. Recuerda a la operación de aquel alcalde Palacio que volvió, tras cuatro años en casa, a los despachos consistoriales para molestar y destilar su rencor en cada una de sus actuaciones. No hay nada más patético que la actitud de aquellos que no saben percatarse de que su tiempo político terminó, pecado tan típico de los políticos españoles que convirtieron durante la Regencia la costumbre de la alternancia entre Cánovas y Sagasta: ahí se ha quedado históricamente una Moriyón a la que la ciudadanía ya tiene pillada la matrícula.

El público muestra un alto índice de conocimiento sobre quién es el alcalde de su pueblo y muchísimo menor sobre sus concejales; eso es lo que lleva a los foristas para animar, y hasta rogar, a que nuevamente encabece su lista la ya periclitada cirujana, como si fuera la gran esperanza política local. Pero no se dan cuenta de que el público cuenta con una innegable memoria histórica que recordará, sin duda, los ocho años de inacción que propició el «moriyonato» antes de introducir la papeleta en la urna.

En el juego de las siglas, los propios de Foro saben que el ciclo es diferente y aspiran a que la desaparición de Ciudadanos les permita un leve crecimiento como para hacer de bisagra con un PP que vuelva a su posición natural y no al estado de letargo que ha padecido durante este mandato, porque no se olvide que el sol sale para todos y que sus pecados han sido ya purgados como para que la ciudadanía le devuelva, por lo menos, el favor que le negó ya hace unos cuantos mandatos consistoriales.

Por babor, se observan estas cosas con una curiosidad no exenta de una cierta aprensión: ya que si IU y Podemos no logran al final la formulación de una candidatura conjunta, hace que pierdan votos y posibles concejales, cuestión que no favorece para nada al PSOE.

Prisas de última hora

Como cada temporada invernal desde hace ciento treinta y ocho años, se corta, día sí y día también, la vía ferroviaria de la rampa de Pajares. No será este invierno la primera vez que esto suceda. Lo curioso es que siga siendo noticia que merezca tratamiento en los medios de comunicación como si fuera una novedad. Otro clásico es que Álvarez—Cascos Fernández funde otro micro partido y le ponga ojitos al PP. Lleva consigo a Pedro Leal, su buen Sancho Panza, que se supone atienda “pro bono” los pleitos que le surjan al menguado prócer, dada la intemperancia de este Godzilla a la asturiana; otra no noticia. Pero nosotros a lo nuestro.

Avanzan los trabajos burocráticos para la instalación del hospital de Quirón en el Nuevo Gijón. Le queda al expediente mucha tramitación y no es nada improbable de que finalice el mandato sin que terminen los trámites y que la operación la remate la próxima corporación. Antes que nada, se requiere corregir el actual estado urbanístico de los solares con una modificación puntual del Plan General de Ordenación y un plan especial. Después ya habrá vía libre para realizar la permuta que, requiere pasar por la correspondiente comisión municipal y ser refrendado en un pleno consistorial. Total nada. Lo que ha pasado estos días es que se han desestimado las alegaciones presentadas por entidades tan conspicuas como el sindicato de la corriente y los políticos de Podemos, como si no tuvieran nada que ver los unos con los otros. El principal argumento de estos alegantes es que poner un hospital privado es un ataque a la sanidad pública. El argumento es bastardo, puesto que existen en la ciudad y en toda España cínicas y hospitales privados sin menoscabo de las magníficas instalaciones públicas que garantizan una sanidad de calidad para todo el mundo. Se trata, por tanto, de una cuestión ideológica que para sostenerla hace tanta fe como para creer en el agua milagrosa de la fuente de Lourdes. Pero no es inocente y, por las características de los que se oponen, estamos ante una operación más de las que llevan años intentando hacer daño a nuestra villa marinera y su concejo. A pesar de todo, la nave va, y eso es bueno para todos.

Mucho es lo que se quiere hacer en este final de mandato. Por ejemplo, desde el 2019 hasta ahora no les ha dado tiempo a nuestros munícipes a mejorar la ordenanza de animales a la que ahora quieren ponerle el nombre de ordenanza de bienestar animal, como para justificar la existencia de una concejalía delegada con esa denominación. No es nada del otro mundo, copia casi literal de la ya existente. Otra vergüenza.