Un alocado fracaso

Más de la mitad de la corporación municipal de nuestra villa marinera ha considerado infumable la torpeza del concejal Olmo Ron, del grupo socialista, por su deficiente actuación en la resolución del caso EMULSA. Ha sido tan torpe que, poniendo la venda antes de la herida, se empeñó en cargarse al gerente antes de que le llegara a él la marea producida por las actuaciones impropias de un capataz en las personas de unas trabajadoras de la mentada empresa municipal. A efectos prácticos, la reprobación no tendrá consecuencias, pero dejan meridianamente a las claras que el equipo de mando que organizó la ahora desquiciada dama de Carbayonia es un completo desastre, como ella misma se complació en contar a quien se le pusiera delante sin cortarse un pelo.

Los pasillos de las consistoriales se han convertido en los de un laberinto al que no se le encuentra salida. La dama en cuestión está convencida de que existió una conspiración en su contra, con el efecto de un golpe de mano interno, cuando lo que hubo fue un ejercicio democrático en su formación: sus propios compañeros comprendieron que no era la persona más adecuada para ejercer la primera magistratura ejecutiva municipal. Esa es la única realidad. Así, si crees que el mundo conspira contra ti, lo primero que debes hacer por ti es pedir que te suban la dosis de haloperidol o ziprasidona. Y lo segundo es, por la tranquilidad de los demás, incluso si son tus colaboradores cercanos, dejar de darte tanta importancia y hacerles la vida imposible con tus obsesiones. Salvo, claro está si eres adolescente, en cuyo caso sí, el mundo conspira contra ti; pero la mujer esta, recién desalojada del poder municipal, ya no es ninguna Gigi.

Han quedado almacenados en el cuarto oscuro de los proyectos incumplidos de este mandato variados asuntos: por ejemplo el de disolver la totalidad de las fundaciones y patronatos e incluirlas en la estructura consistorial. Se advirtió por personas sensatas a los que alocadamente se lanzaron por esta cuesta abajo que la cuestión no era tan sencilla como se planteaba y que, en realidad, si el actual entramado funcionaba razonablemente bien, no tenía mucho sentido meterse en semejante fregado que solamente acabaría trayendo pleitos y malestares que, además de innecesarios jaleos políticos, no parecía en absoluto necesario. Lo que pasó fue otro fracaso más que añadir a los demás jaleos de mayor repercusión pública, pero que hasta dentro de su propia formación fue considerada la hora de ponerla en órbita. Por el camino que lleva la cuitada, mejor se dedicaba a la filosofía zen en lugar de inventarse teorías fantásticas y buscarle los cinco pies al gato: torpe actuación y punto.