Otro jaleo consistorial

A ver si se cumplen los buenos presagios y este año no hay botellón la última noche del año promovido por unos chigreros en la plaza Mayor de nuestra villa marinera. Los mercaderes de alcohol quieren muchas horas de jaleo y ruido, así como barras expendedoras en la calle para la venta de los tóxicos líquidos a las manadas de personas en su mayoría jóvenes. Cinco toneladas de porquería se recogieron por parte de la empresa de las basuras en el primer amanecer de 2020, última vez antes de la pandemia, tras el desfase de la Nochevieja recién terminada. La primera plaza de la ciudad no se puede convertir en un escenario para actividades impropias. Que cada quince días se monte en fin de semana un mercadillo artesano es pasable. Ya no lo es tanto que por los carnavales se echen espectáculos, aunque la lectura del pregón les proporcione la disculpa, al igual que el pregón de la Semana Grande o los discursos de los Reyes Magos; y no digamos nada si nos cae la breva de que el Sporting suba de categoría, aunque la sensación es de que tardaremos en verlo.

A los socialistas del concejo les suele pasar que cada cierto tiempo las cosas se les desmandan: lo de la inmoderada juerga de Nochevieja comenzó inocentemente con unas campanadas y una copita de espumoso por cuenta del propio Ayuntamiento, luego llegaron las presiones de los chigreros y terminaron organizando ellos la desmadrada juerga. Pues lo mismo con los de IU: se empeñó la arrumbada dama de Carbayonia en incluir a los comunistas, disfrazados con el decrépito invento de Gerardo Iglesias et alii para ver si arañaban algún escaño más, y los dejaron pasar hasta la cocina. El resultado de eso fue por ejemplo el caos del «cascayu» en el Muro y otras ocurrencias peregrinas del concejal Aurelio. Tanto ha desgraciado este concejal que sus propios conmilitones le están forzando suave, pero contundentemente, a que «voluntariamente» se haga a un lado y deje paso a Ana Castaño, la coordinadora en la ciudad de esa IU.

Los dos principales protagonistas de los inicios de la corporación, la Alcaldesa, conductora de la moto, y concejal delegado de tantas cosas, el sidecar comunista, han terminado con el vehículo en la cuneta mientras la vida sigue. Y tanto sigue que la parte minoritaria de la coalición de gobierno ha forzado algo que la parte mayoritaria no veía nada claro: presentar unos presupuestos para 2023. Habrá borrador de esas cuentas, muy discretamente confeccionado, mas parece difícil que lleguen a votarse o de hacerlo que sean aprobados, dado el endiablado juego de las mayorías en el pleno. Sí, un jaleo, pero es lo que hay.

Un alocado fracaso

Más de la mitad de la corporación municipal de nuestra villa marinera ha considerado infumable la torpeza del concejal Olmo Ron, del grupo socialista, por su deficiente actuación en la resolución del caso EMULSA. Ha sido tan torpe que, poniendo la venda antes de la herida, se empeñó en cargarse al gerente antes de que le llegara a él la marea producida por las actuaciones impropias de un capataz en las personas de unas trabajadoras de la mentada empresa municipal. A efectos prácticos, la reprobación no tendrá consecuencias, pero dejan meridianamente a las claras que el equipo de mando que organizó la ahora desquiciada dama de Carbayonia es un completo desastre, como ella misma se complació en contar a quien se le pusiera delante sin cortarse un pelo.

Los pasillos de las consistoriales se han convertido en los de un laberinto al que no se le encuentra salida. La dama en cuestión está convencida de que existió una conspiración en su contra, con el efecto de un golpe de mano interno, cuando lo que hubo fue un ejercicio democrático en su formación: sus propios compañeros comprendieron que no era la persona más adecuada para ejercer la primera magistratura ejecutiva municipal. Esa es la única realidad. Así, si crees que el mundo conspira contra ti, lo primero que debes hacer por ti es pedir que te suban la dosis de haloperidol o ziprasidona. Y lo segundo es, por la tranquilidad de los demás, incluso si son tus colaboradores cercanos, dejar de darte tanta importancia y hacerles la vida imposible con tus obsesiones. Salvo, claro está si eres adolescente, en cuyo caso sí, el mundo conspira contra ti; pero la mujer esta, recién desalojada del poder municipal, ya no es ninguna Gigi.

Han quedado almacenados en el cuarto oscuro de los proyectos incumplidos de este mandato variados asuntos: por ejemplo el de disolver la totalidad de las fundaciones y patronatos e incluirlas en la estructura consistorial. Se advirtió por personas sensatas a los que alocadamente se lanzaron por esta cuesta abajo que la cuestión no era tan sencilla como se planteaba y que, en realidad, si el actual entramado funcionaba razonablemente bien, no tenía mucho sentido meterse en semejante fregado que solamente acabaría trayendo pleitos y malestares que, además de innecesarios jaleos políticos, no parecía en absoluto necesario. Lo que pasó fue otro fracaso más que añadir a los demás jaleos de mayor repercusión pública, pero que hasta dentro de su propia formación fue considerada la hora de ponerla en órbita. Por el camino que lleva la cuitada, mejor se dedicaba a la filosofía zen en lugar de inventarse teorías fantásticas y buscarle los cinco pies al gato: torpe actuación y punto.

Ejercicio con mal futuro

Con un optimismo increíble, o para decirlo más suavemente –que en este caso el orden de los factores sí altera el producto–, con un no creíble optimismo, la primera autoridad municipal cree posible, aunque no fácil, sacar adelante unos presupuestos municipales, aunque un poco más tarde de lo previsto. Fue un bonito brindis al solete de San Martín. Todos sabemos que 2023 va a ser un año sin presupuestos y que quienes manden a partir de junio del año que viene tendrán que hacerlo a golpe de modificación presupuestaria. Para ejemplo, ahí nos quedaron las frustradas ordenanzas fiscales en las que cada grupo municipal se convirtió en oposición de todos y cada uno de los demás. Y sin ordenanzas fiscales pocos presupuestos puede haber que reciban tal nombre. Demuestra la dama de Carbayonia su inveterado cinismo al decir tales cosas. Además, le importa un rábano. O para ser exactos, se queda encantada de la vida. Si ella hubiera entrado en la carrera electoral, hubiera puesto interés en que se dieran porque tendría en mente continuar ocupando la primera poltrona consistorial.

Lo más probable es que las cosas estarán peliagudas para quien venga detrás –sea quien sea–, pero no es menos cierto que, con un poco de suerte para todos, se rebajará la excesiva atomización de los abundantes grupos municipales existentes en este agonizante mandato.

Cierto que, por no tener presupuestos, y más en un ejercicio de transición, no se va a terminar el mundo, pero, dadas las circunstancias, dice mucho acerca del carácter y substancia política de la primera alcaldesa que logró estar al frente de la ciudad tan solo un mandato. En este hecho, entre otros muchas, encontramos la razón de por la que Gijón no la quiere ver ni en pintura, lo mismo que les sucedió a sus compañeros de la agrupación socialista gijonesa.

Mientras estas cosas suceden por babor, no menos complicadas andan por estribor: sin mando en Oviedo, cortada de un tajo la carrera de Teresa Mallada desde Génova por el mismísimo Feijóo, tampoco se sabe mucho de lo que ha de suceder en Gijón: ni qué lista –lo cual indicaría las expectativas locales de la formación popular– ni mucho menos quién la encabezará. Por lo menos, en nuestra villa marinera no se ha descabezado a Pablo González, presidente municipal de la formación; lo cual, visto el estado del patio, tampoco dice mucho, porque está claro que el candidato vendrá impuesto por la central madrileña del PP.

Y, dentro del ámbito democrático, queda saber el calibre del batacazo de Ciudadanos y lo que vaya a pasar con la jaula de grillos de Podemos e IU, aunque poco electoralmente bueno se espera de ese deplorable barullo.

Fracaso impensado

Ha sido la responsable de Podemos en el Ilte. Ayto. de Gijón, Laura Tuero, la que ha resumido en una sola frase lo que hay políticamente en este Consistorio: «Ni uno solo de los grandes planes transformadores de la ciudad se ejecutarán en este mandato». Ya desde el principio se vio venir, pero no se esperaba tamaña desolación, que no cumple casi ni con las mínimas tareas de mantenimiento. Se esperaba al menos algo, mas no ha habido nada. Para ser justos, por el medio nos asoló la pandemia, que rebajó los ánimos, pero tampoco ello tenía que significar el no hacer nada. Dejar asuntos tales como la ordenación del tránsito en el Muro o la regeneración del Piles en manos del adherido comunista, Aurelio Martín, fue de una gran imprudencia temeraria. La recién llegada de Carbayonia despreció a los integrantes de su lista de concejales, como a estas alturas es público y notorio, y fichó a Martín como su gran esperanza blanca, pero el centollu salió aguarón y con el paso de los meses demostró su incapacidad para arreglar las cosas y su habilidad para liarlas y echarse al público elector encima.

Fue tal el malestar que recorrió nuestra villa marinera que la parte más sensata y mayoritaria de la Agrupación Socialista gijonesa se levantó a golpe de voto y se deshizo del concejal comunista y de la alcaldesa llegada de la capital, vía La Fresneda. La cuestión estriba en que quienes lleguen nuevos, sean los que sean, se las arreglen para conseguir que la ciudad vuelva por el camino que llevaba, es decir, poner el pensamiento en la cuidada atención al interés del conjunto ciudadano.

Por otro lado, tenemos el envejecimiento de la población, bien que no sea un problema particular y resulte muy común a grandes zonas de España, pero habrá que empezar por alguna parte y una de las prioridades es la de formar un eje de atracción de conocimiento para que se formen las generaciones que hayan de venir, y lo hagan teniendo en cuenta aquellos focos de producción y creación del momento. Se trata de que se le devuelva a Gijón aquel espíritu que en los noventa sirvió para que sus habitantes recuperasen una ilusión perdida y que el resto de Asturias la tomase como ejemplo y quisiese lo mismo para sus ciudades y villas. No es posible ni sería deseable volver treinta años atrás, pero nuevas cosas han de ponerse en marcha para recuperar el pulso perdido. Y olvidemos ya los proyectos fracasados sin dar la lata con cantinelas ya arrumbadas, empeñados en malas ideas e inútil derroche de necesarios recursos.

Rottenmeier

Un día de estos, se formará en alguna de nuestras calles o avenidas un bache y en esto lloverá. Vendrán las contratas del ayuntamiento a cerrar el bache y nos aparecerán unos preocupados ecologistas por lo que va a ser de esa lámina acuática, frecuentada por ánades, limícolas y otras especies voladoras. Al parque de Isabel la Católica le ha pasado algo parecido: años de dejadez en el cuidado de sus estanques y cuando, por fin se nos anuncia que se adecentarán y se efectuará su dragado, comparecen en escena unos ciudadanos, sedicentes ornitólogos, muy alterados por el dragado de los susodichos estanques, se preocupan por las aves acuáticas que crían en sus orillas. Sería lo que nos faltaba: mantener esas aguas así sucias y esos ridículos calados cuando el fin de los pequeños lagos no es la cría de aves sino el ornato para entretenimiento de los visitantes del parque. Tan participativos somos en esta villa marinera que, de personas interesadas en las cosas de nuestro pueblo, corremos el riesgo de convertidos en molestos metomentodo.

Así les pasa a los de Izquierda Unida, siempre atravesados y metiendo sus narices en casa ajena con afán censor: será una antigua reminiscencia leninista de ordenar la vida ajena hasta en sus más íntimas actividades. Vamos a ver, desde que perdió democráticamente su oportunidad para repetir como primera autoridad, la doliente dama de Carbayonia, no pierde la oportunidad para molestar bien mediante pellizcos de monja, bien con actuaciones de más enjundia, la actuación de la directiva socialista gijonesa. Naturalmente, el responsable de la cosa, el paciente Monchu García, se dejó decir el otro día que todo el mundo tiene derecho a su momento para el pataleo, quitando importancia hacia las cositas o cosonas que haga la molesta perdedora en estos meses de descuento en los que la ciudad debe soportarla por ahí atravesada dando la lata, que hasta Estrasburgo se nos fue, para prácticamente nada, a cargo de los sufridos contribuyentes.

Estas cosas forman parte del operativo del pataleo al que se refiere el sufrido responsable socialista. Lo curioso del asunto es que quien sale a reñir a los directivos del PSOE por su atrevimiento es Ana Castaño, la de IU. Ya son ganas de convertirse en la «Fräulein Rottenmeier» de la política local y preocuparse de las cuitas de su casa, que por cierto están peliagudas, debatiéndose entre el ser y la nada. No pasa nada, todos estos rifirrafes se curan una vez hablen las urnas en un sentido u otro. Pero vaya meses de incongruencias nos esperan. Tiempos en los que nada será lo que parece y cada cual encontrará los más peregrinos argumentos para asomar la cabeza un poquito más.