Treinta y cinco semanitas

No logró juntar el otro día a más de cien asistentes la peculiar alcaldesa de Santander, Gema Igual, para presentar su feria taurina de Santiago en el coso de Cuatro Caminos de la capital montañesa, ella, que es políticamente impresentable, pretendió meter el dedo en el ojo de la Corporación gijonesa. Ni sus conmilitones del PP local dieron la cara. Acabamos de poner peculiar por no detenernos demasiado en las condiciones mentales con que el destino ha desfavorecido a esta persona. Tiene la ciudad de la que es responsable hecha un cisco y se permite el lujo de hacer giras de propaganda del sangriento y cruel espectáculo taurino. La convocatoria fue, naturalmente, un fracaso, pero a ella le dará lo mismo, porque esta interfecta normalmente no se entera de la fiesta. Llegó a nuestra villa marinera como misionera mormona de la religión de la tortura animal. Y, como llegó, se fue y los demás a lo suyo, y aquí no ha pasado nada.

Ha llegado el bonito y viene bien al decir de los expertos. Habrá que hacer pronto la prueba e inaugurar la temporada para cumplir como es debido con el rito cantábrico de cada año. Lo ideal es hacerlo en buena compañía, persona o personas a las que apreciemos y sepan también gozar de la excelencia de nuestro pescado veraniego por excelencia en cualquiera de sus formas de preparación, desde la sencilla plancha al más elaborado rollo.

Y poco después del bonito, llega el gran festival de la Semana Negra en su XXXV edición, desde aquella primera del Musel en 1988. Han cambiado los tiempos, pero siguen viniendo los autores y se elevarán las carpas para los encuentros y las exposiciones. Aparecerán periodistas para hacer su trabajo y seguramente pasará por aquí algún concejal de quién sabe qué municipio para organizar otro encuentro del policiaco en su pueblo el año que viene, como lo han venido haciendo los últimos años en otras ciudades y villas de España: algún escritor logra convencer al consistorio de su localidad y monta, más grande o más pequeño su festival negro; pero el original está aquí, en Gijón, cuando entre media docena de personas se cocieron unas cuantas iniciativas y les dieron un primer impulso que otros equipos han ido continuando dentro y fuera de las administraciones, pero siempre bajo su manto. Para que la planta prospere y luzca ha de haber una mano que la abone y la riegue. Lamentablemente ha habido unos años en los que el abono y el riego han disminuido o esas tareas se realizan con desgana. Así ni prosperan las ciudades ni se animan sus ciudadanos.

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