Apariencia de optimismo

Cuenta por aquí nuestra admirada Rocío Valle que la pizpireta dama de Carbayonia le contó a su vez a ella algunas cosas. Una de ellas es que pretende volver a ser la candidata de su partido a la Alcaldía, aunque lo dice a su manera, como si ya tuviera el plácet para elidir las primarias. Será que ya se lo prometió María Luisina, que tiene mucha mano para estas cosas, aunque haya otros que andan a la búsqueda de algún mirlo blanco al que colocar con una cierta garantía de que la propuesta socialista sea la más votada en las próximas elecciones –nótese que no se utiliza aquí esa cursilada del llamado lenguaje inclusivo–, aunque los agentes luisianos no ignoran que el índice de conocimiento del alcalde de un pueblo está a varios años luz del de cualquier otro ciudadano. Por eso la ovetense se muestra tan segura. Diferente es que el cuerpo electoral se deshaga de ella urnas mediante, cuestión que la interesada no descarta, aunque lo diga con la boca pequeña.

Otra de las cosas que contó es que “el Muro tiene que ser un sitio lleno de vida”. Los de Gijón así lo creen, porque conocen el paseo marítimo en todas las estaciones y saben que con el calorcillo del verano se llena y con los fríos, los vientos y las aguas del invierno se vacía. A los de Oviedo o León que nos visitan por el verano les parece de lo más normal. Pero, ¡ay! cuando alguno de ellos lo conoce en invierno por casualidad o porque el destino le ha deparado habitar la ciudad en las estaciones frías, el Muro le puede parecer un lugar lóbrego o deshabitado. Todos los antecesores de la actual primera autoridad eran de la localidad, por lo que a ninguno se le ofreció pronunciar tamaña “boutade”. El Muro tiene la vida que tiene que tener según la época del año y, por muchas comisiones o arreglos que haga, seguirá igual que ahora: lleno en el estío, vacío durante la invernada y pare usted de contar. Hasta los más conspicuos hosteleros lo saben y no sale ninguno a protestar por ello.

Ya sabemos que las estaciones llevan sorpresa sobre su construcción y habremos de tomarlo con paciencia y resignación. Con lo de la ampliación del Hospital de Cabueñes pasa algo parecido: la tomadura de pelo es monumental y los burócratas de la administración regional han convocado nueva licitación con un cierto optimismo en cuanto a los plazos: una simple reclamación administrativa, un no menos habitual recurso judicial dilataría todos los plazos y comenzaría a funcionar el ominoso reloj que alarga las horas y frustra las expectativas del cumplimiento de lo comprometido.