Quejas esperadas

Tienen que estar pasándolo muy mal los muy fanáticos del Sporting. Los del común lo lamentamos, pero no nos impide seguir con nuestra vida normal, sin acordarnos del deficiente entrenador, el mediocre momento de una floja plantilla, la escasa destreza del director deportivo y la incompetencia gestora de un consejo que quiere, pero no puede. En otros tiempos no tan lejanos, hasta la primera autoridad local estaría dándole vueltas al caso, pero la gentil dama de Carbayonia –¿será una “chiriví” más?– lo más probable es que ni le haya dedicado un segundo de sus pensamientos a la muy lamentable situación rojiblanca.

El caso del equipo de fútbol local es una muestra más de las cosas que nos pasan: a todos colectivamente, no solamente a los que mandan en la provincia o en la localidad. Porque es cierto que en nosotros también está el problema. Por ejemplo, hay un fenómeno nada despreciable de desgarro de vestiduras por el cierre decretado del ocio nocturno. No se trata ya de los lamentos lógicos y esperados de los dueños y trabajadores de los locales de ocio nocturno; es la clientela la que lamenta la normativa. Recordemos, sin embargo, que en estas fechas son más los que se quedan en casa que los que salen, aunque el número de estos últimos no sea despreciable.

La pandemia ha venido fatal para la vida comercial, y no digamos para las relacionadas con hoteles, bares y negocios similares de toda laya. Hay mucho local de hostelería, demasiado, y por tanto, los perjudicados son muchos. Lo que no se puede, sin embargo achacar a nuestras autoridades es que sean los únicos que adoptan este tipo de decisiones restrictivas: la Europa entera está plagada de similares normativas, pero tal como se les escucha pareciera que es el gobierno regional el que, aislado del mundo y sólo por fastidiarles a ellos, decreta el cierre a un horario relativamente temprano.

Claro que la situación es lamentable, pero las formas de hacer presión no parecen las más adecuadas. Está claro que detrás de tanta alharaca están las probables ayudas que pueda recibir el sector y que estas no serán suficientes y se demorarán más allá de lo razonable, pero tampoco resultan los métodos de reivindicación de lo más adecuado.

Al final, lo que no consuma la clientela en los bares, lo acabaremos pagando entre todos: los que se emborrachan y los sobrios, de eso no cabe duda alguna, por eso todos estamos autorizados, ya que se solicita nuestra comprensión, a decir al sector al completo –a cumplidores e incumplidores– que se guarden de no traspasar las líneas de lo admisible en sus reivindicaciones, por muy justas que sean.

No era esto

Tras la votación por la que los presupuestos municipales de 2022 quedaron aprobados, lo que no deja de ser positivo, queda el regusto amargo que lo haya sido a costa de que la facción minoritaria de la coalición gobernante en el Consistorio se saliera con la suya. Se ha demostrado que los socialistas no gobiernan la ciudad, que son figurones en las manos pecadoras de una facción minoritaria que solamente tiene un concejal en el Ayuntamiento.

A la ninguneada dama de Carbayonia le ha salido más que rana la apuesta que hizo por el único concejal de IU en el plenario, con evidente desprecio de sus propios compañeros; ahí tiene el resultado: el sidecar que enganchó a la moto socialista la ha traicionado flagrantemente a la vista de todos y con el recochineo de que para ello ha utilizado al Podemos local con su corrientita. La humillación es doble por lo tanto y es difícil que una persona, con un grado de soberbia política como la primera autoridad, que trague sin hacer nada antes del fin del mandato: probablemente este no finalice con la actual coalición vigente y, aunque ya no importe nada, habrá que ver la campaña electoral en que ambas formaciones se tiren sonoramente los trastos a la cabeza.

Para la ciudadanía más centrada, estos presupuestos son una cruz más que añadir a la ya larga lista de desaires a los que han venido siendo sometidos sus integrantes. Ni la directiva local de los socialistas ni su grupo municipal ni mucho menos la Alcaldesa demuestran saber por dónde van los tiros de su electorado. Sí, es cierto, los antecesores de la ovetense pactaron en ocasiones con los comunistas de IU, pero nadie se acuerda, porque aquellas concesiones políticas no tuvieron repercusión alguna ni impacto reseñable en el electorado, que se movió por otros impulsos.

Y los abstencionistas de Podemos que tanto presumen y tan miserables se muestran, no son capaces de votar que “sí”. Como con su abstención era suficiente, lo hicieron. Son cicateros y se han quedado viejunos: ellos no se “contaminan” dando un “sí” claro a los socialistas y simplemente no dicen ni que “sí” ni que “no”, pero presumen de que estos presupuestos municipales son de izquierdas porque llevan su sello.

Aquí no asistimos al arte de lo posible, se trata del pozo de la vergüenza para todos. Ante este panorama, un votante de la izquierda con un mínimo de conocimiento y conciencia tiene que sentirse abochornado. Por estribor les da igual: sacarán la cantinela del presupuesto socialcomunista y se quedarán tan panchos. Hasta en este aspecto han demostrado su escaso pesquis político los de La Argandona y la primera mandataria local.

En manos de la minoría

A los más de dos años de gran entendimiento virtual entre los socialistas locales que mandan en el Ayuntamiento y sus teóricos coaligados de la IU local ha surgido una no menos teórica primera discrepancia. Ha habido otras, eso está claro, pero que no saltaron como la pasada semana a primer plano de la actualidad.

La dama de Carbayonia, tan plena de donosura, quiere presupuestos para el año que viene y necesita recaudar algún apoyo que otro. Ahí tiene a los de la Corriente, que diga, los de Podemos; también a la parejita del PP o al póker de Ciudadanos. Estos últimos se ponen a tiro y piden, a cambio, una cosa pequeñita: que el tránsito de vehículos en el Muro vuelva a tener doble sentido de circulación. Y ahí aparece en escena, como salido por una trampilla del escenario a toda mecha, como impulsado por un resorte, el alcaldín de humos y coches pronunciando un apresurado “no pasarán”. Ya es como aquel Godzilla de la política primero gijonesa, luego asturiana, después nacional y vuelta a la regional, que dejó pasmado al personal con aquella ya famosa sentencia de que era preferible partido sin gobierno que gobierno sin partido. Luego tuvo oportunidad de desdecirse, pero no nos distraigamos del momento actual.

El concejal delegado, responsable del desastre actual del Muro, le ha contado a la primera autoridad que se vaya con los de Podemos que “sólo” piden la reedición de la renta social y se deje de Ciudadanos, porque viene a preferir un Gijón sin presupuestos a un Muro sin “cascayu” y dirección única para los autos. Demuestra así, lo que de caprichoso tiene la medida: primero dijo que era provisional, luego que se avendrían a lo que dijeran unos supuestos técnicos y ahora nos sale con el ultimátum de que o “cascayu” o presupuestos. Venimos advirtiendo de que el cuitado es una joyita de alivio y de que con él hay que andarse con cuidadín: pues ahí lo tienen, damas y caballeros; montando el pollo por un quítame allá un carril circulatorio.

La buena lógica política y bienestar ciudadano indican que es mejor contar con presupuestos y doble circulación en el Muro, desconectar unos días al sidecar y mandarlo a que se oree un poco para que reflexione sobre lo suyo y arreglar los flecos con los de Ciudadanos antes de mañana. Otras soluciones serían fatales en primer lugar para los ciudadanos, usuarios de los viales, para una alcaldesa que tiene en el alambre la nominación por su formación política y para el propio PSOE gijonés, que habrá demostrado estar en manos de la más minoritaria formación local.

Toros no, gracias

Ante la estupefacción de los aficionados al sangriento espectáculo taurino, en el que la muerte y la tortura de unos animales son los protagonistas, los que mandan en el Consistorio han decidido reservar el coso municipal de El Bibio para otros espectáculos culturales de verdad y mucho menos sanguinolentos. Hay en la radio pública un programa nocturno que ha dedicado sus buenos minutos la noche del pasado sábado a los hechos de Gijón. Parece mentira que, en la radio de todos, como les gusta decir, se dediquen a menospreciar a un gobierno municipal en defensa de la tortura animal. Pusieron al teléfono al concesionario a quien no se le concedió la prórroga del contrato, que, está claro en el pliego, es una decisión discrecional, atención, no arbitraria, del gobierno municipal; pero el hombre estaba indignado, como si se le hubiera arrebatado algo. Compareció un sedicente corresponsal en Asturias del espacio radiofónico y un directivo de una asociación o fundación en pro de la lidia de toros, un completo, vamos, pero nadie del ayuntamiento ni representante alguno de la mayoría de los que no van a los toros o de las entidades que abogan por la supresión de las corridas. Lo que se dice imparcialidad no hubo. Dentro del descaro, sería aceptable si no calificaran a esa media hora en Radio 5 de desmesura como “informativo”.

A pesar de la parcialidad, un par de cosas quedaron claras: la no renovación del contrato es cosa del que se siente perjudicado, el concesionario, y el Consistorio, al que habrá de recurrir y, si la resolución edilicia no le deja conforme acudir a al juzgado por la vía contencioso administrativa. El otro aspecto es la de los aficionados, peñas o asociaciones con querencias taurófilas que pueden acudir, armados con los argumentos que mejor crean en su defensa, por otras vías judiciales: dinero para los afortunados abogados a los que presuntamente les encarguen el caso.

Desde el punto de vista electoral, a la vista de la escasa afluencia de público –y no hablamos de estos últimos agostos de pandemia–, la feria taurina gijonesa quedó reducida a la mínima expresión porque al ahora ofendidito concesionario, señor Zúñiga, no le salían los números ni para cinco miserables espectáculos. Puestas así las cosas, ¡qué hablar de impacto económico en la ciudad! Cualesquiera otros espectáculos o actuaciones musicales medianamente bien programadas atraerán más público y no cabe duda alguna que los responsables de Divertia se esmerarán por aquello de que no se diga.

Y, por decirlo todo, trascendencia electoral no tendrá la decisión. En todo caso arrimará votos a los que acabaron con el vertido de sangre inocente en el Bibio, que falta hacía.

Cerco a la villa

La fraccionada derecha consistorial de nuestra atribulada villa marinera es capaz de ponerse en las grandes ocasiones de acuerdo. Han de ser, eso sí, asuntos verdaderamente cruciales. Eso ha sucedido uno de estos días atrás. Tanto PP como Cs han elevado su voz para criticar la iluminación festiva. Los populares echan de menos motivos más navideños; debe ser porque encuentran la ornamentación demasiado laica, echan de menos belenes luminosos, estrellas y reyes magos… Un poco más de beatitud. Por su parte los de Ciudadanos creen que no es brillante ni envolvente y echan de menos el color y el calor de la navidad. Son las lucecitas, definitivamente, causa para que haya dimisiones o, por qué no, una buena moción de censura.

Ante el órdago opositor, los socialistas locales, muy preocupados, han decidido en este tiempo que debería ser de paz y amor, abrir el melón de los tortazos por ver quién se hace con el control político de su agrupación local y, casi como si no hubiera pasado el tiempo, se han enredado ya en la batalla de nombres para dirimir acerca de su dirección política local como hace cuatro años.

Y ahí tenemos a la doctora Carcedo, doña María Luisina, conspirando y supuestamente dirigiendo en la sombra una de esas operaciones jaula consistente, sencillamente, en dar de alta a nuevos afiliados de confianza que con su papeleta amigable aporten su voto al primer secretario actual que quiere repetir. Para eso cuenta con el bueno de Celso, socialminero de pro que funge en la actualidad como jefe de gabinete de la preocupada finísima dama de Carbayonia. Y todo por el poco caso que el hombrín de Laviana que, desde su puesto de mando al frente de la provincia y, cual moderno Enrique III “el Doliente”, persevera decidido en el cerco a la villa y su concejo.

Muestra el intermitente habitante de Suárez de la Riva unas cuentas en las que aparentemente el gobierno del Principado hace caer sobre Gijón una lluvia de millones, pero resulta que la mayoría son atrasos debidos y ya vencidos, como la ampliación de Cabueñes o los accesos a la Zalia y el colegio y el centro de salud del Nuevo Roces. Y suma y sigue. Para colmo, el radical alcalde capitalino, echa una manita al jefe socialista provincial y se queja amargamente que su central municipio recibe menos que el concejo costero: a eso se le llama confluencia de intereses. No sería extraño, puestas así las cosas, que un día de estos, fray Jesús, el ordinario diocesano, salga también en la defensa del atribulado mandatario capitalino criticando que el gobierno tiene abandonado el entorno de Covadonga en comparación con lo mucho dedicado a Gijón.