A la baja

Lo que ya se conoce como el fiasco del Hospital de Cabueñes ha sido la gota que colmó el vaso de la paciencia de la municipalidad. Tanto es así, que ante este flagrante desprecio a Gijón por parte del Gobierno del Principado, el hombrín que supuestamente manda en la provincia dijo sentir frustración por el fracaso de la ampliación de la instalación hospitalaria. Al efecto de intentar un arreglo, se comprometió “a desatascar cuanto antes” el lío. Desatascar, como si él fuera un experimentado fontanero. También confesó que, puesto al habla con la primera autoridad de nuestra vapuleada villa marinera, esta le manifestó su preocupación por el asunto. Como para no estarlo: ni nueva estación, ni ampliación hospitalaria, ni solución para el actual desastre del Muro y aledaños. Siendo como es la gentil dama de Carbayonia y pretendiendo como pretende encabezar la candidatura socialista para las próximas municipales, no tendrá ninguna realización de la que ufanarse. Habrá sido un mandato en blanco en una ciudad costera de las que más contaminan sus aguas costeras en España por falta de una depuradora.

Sin embargo, el otro día hubo, convocada por diversos colectivos molestos u ofendidos contra lo que reputan deriva autoritaria de la alcaldesa, una manifestación en la plaza Mayor apoyada por la oposición. Cierto que llovió, pero la escasa afluencia de supuestos afectados indica que a la mayoría del público, elector o no, le viene a importar un comino lo que salga de las Consistoriales. Si se ha tragado con que alguien de la capital mangonee en Gijón, poco importa todo lo demás; es decir, tenemos lo que nos merecemos.

Pasear por las antaño calles más comerciales de la villa desanima al más optimista con locales comerciales vacíos a mansalva. Leídos en estos mismos papeles este fin de semana unos datos esperanzadores que, para venir a levantarnos un poco el ánimo, nos indican que el alquiler de bajos comerciales coge fuerza gracias a unas rebajas de hasta el treinta por ciento de su precio y que hasta se han dado casos en los que este importe ha descendido a la mitad del que se daba hace una decena de años, según aprecian agentes del sector inmobiliario. Por fin, los propietarios se han dado cuenta de que entre reducir sus pretensiones o tener el local vacío, muerto de risa, y seguir pagando los gastos generales, prefieren percibir una cantidad mensual aunque sea menor de lo esperado. Visto lo que hay, para bastantes comerciantes les viene mejor cambiar de local en la misma calle a un local, en ocasiones más grande, y a menor precio, que someterse a unos precios más elevados. Pero en esto el Ilustre Ayuntamiento no tiene nada que ver.

Deja un comentario