Reformas urbanas

Son del otro día, como quien dice, los cambios en el paseo de Fomento y ya nos andan hasta organizando votaciones populares para reformarlas. ¿No habrá destino mejor en la localidad para esos cientos de miles de euros? Si hasta se pretende organizar una consulta entre la población y nombrar una comisión para ver qué se hace, es que no se ve mucha necesidad de cambiar lo que bien está de momento. Otra cosa es el mantenimiento para que nuestras vías no se degraden.

El alcaldín de humos y coches, el inefable Aurelio el comunista, no para y se empeña en poner carriles bici, que maldita sea, por todas partes, obstruyendo el paso de vehículos con el argumento del futuro. En el plazo de ese mentado futuro, los autos ya no contaminarán porque o bien se moverán por electricidad o por hidrógeno como combustible. ¿A qué entonces la utilización a troche y moche del tal argumento? Probablemente, de aquí a pocos años, habrá que desandar las retorcidas veredas de reformas por las que ahora se transita para facilitar la movilidad de los coches por la ciudad y las supuestas reformas de futuro del alcaldín Aurelio se quedarán obsoletas en menos que canta un gallo.

Otra cosa es que se nos diga que lo pretendido es mover la manteca, sostener el sector local de la obra pública, pero ni si quiera es eso. Simplemente se trata de marcar la diferencia, de hacerse notar. Todos estos cambios, estas innumerables y abundantes molestias son para que nos enteremos bien que él está ahí. Pertenece el hombre a una formación minoritaria y, por tanto, su afición es muy escasa. Al realizar obras que a su manada y a él mismo les parecen de perlas quedamos muy fastidiados los de la mayoría ciudadana. Es de esta circunstancia de la que parece no haberse percatado la gentil y finísima dama mandante de Carbayonia. Ella sí sale elegida por un número más considerable de electores, pero luego nos deja en manos de alguien que no tiene en donde caerse muerto políticamente. Estarán encantados los de las bicis y los patinetes, pero la mayoría de los habitantes de la villa y concejo es gente ya entrada en años que no anda como para meterse en dibujos ni fantasías a dos ruedas.

No, no se ha acertado en la cuestión del ordenamiento de la movilidad ni se ha tenido en cuenta a la mayoría de la gente y, a pesar de que el verdugo es el sidecar comunista, la responsabilidad última es de la motocicleta socialista y de quien lleva el manillar y es a quien se le pedirán cuentas a la hora de volver a las urnas.

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