Inesperado acierto

La carcunda, como es su deber de masa retrógrada, ha reaccionado como se esperaba de ella. Y sus representantes municipales lo han hecho con el salero y mala baba que era de esperar de ellos. Todo porque la fina dama de Carbayonia, primera autoridad de la localidad, ha hecho uso de una de las atribuciones que la ley le otorga. Un alcalde no lo es plenamente si no hace alcaldadas: para eso está, y ahí tenemos la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases del régimen local, a la que corresponde la regulación del régimen jurídico de la Administración local. Con un excelente criterio, la alcaldesa ha cambiado de uso el coso taurino local y se ha apuntado un tanto mayúsculo. A su lado, los integrantes de las diferentes derechas consistoriales se han quedado como los grotescos personajes del Bombero Torero: ridículos y fuera de tiempo y lugar.

Por fin una decisión de nuestra alcaldesa con temple y valentía, haciéndose eco de un sentir general, expresado con el abandono de la plaza del Bibio las últimas temporadas, hasta el punto de que el concesionario tuvo que bajar el número de espectáculos de la feria, lo que hacía del Bibio no una plaza de segunda sino de “segundísima”. Otra cosa es que se apuntasen a los espectáculos los que venían de los alrededores a rellenar un poco los tendidos.

Y al edificio vamos. La plaza del Bibio data de 1888, cumple por tanto la venerable edad de ciento treinta y un años, lo que la hace un monumento a tratar con un cierto cariño, liberado al fin de su cruel objeto inicial que ha durado nada más y nada menos que un siglo y un tercio. Deben ahora los socialistas –y no nos olvidemos de su sidecar comunistas– ayudar a la alcaldesa con diligencia en apuntalar su acertadísima decisión: se trata de respetar en su integridad al bien de interés cultural, pero dados sus nuevos usos conviene limpiarlo con prontitud de aquellos elementos secundarios, como toriles, sala de despiece, cuarto de capilla o enfermería, que son cuestiones ajenas al valor cultural, pero que, de mantenerse, servirían de tentación para una vuelta atrás en su nuevo uso a mediano o largo plazo, es decir, una de cirugía que se ha de efectuar limpiamente y con urgencia para evitar recidivas de una enfermedad que ha estado ensangrentando la villa y su nombre más tiempo del necesario y que, en este de ahora, estaba ya carente de sentido.

Ahora, si el gobierno regional del mocín de Laviana, como manifiesta, entiende las decisiones gijonesas y las apoya, que avive la burocracia y agilice la legislación pertinente para adecuar la protección que sea menester del coso del Bibio y para suprimir la fiesta en toda la provincia.