Pretensión poco benemérita

Ya tenemos con nosotros, por fin, la Feria de Muestras, bien que en versión pandemia; pero ahí está. Mírala, con la respuesta entusiasta del público. Falta el chiringuito del Ayuntamiento de la capital de la provincia, aunque la gran mayoría de los visitantes ni lo echarán de menos. Andan los capitalinos revueltos, desde su primera autoridad, inmerso en desigual batalla contra el gas de la risa, con sus cosas que serían simpáticas si no produjeran afecciones a sus ciudadanos, pero también algunos de los representantes de sus instituciones, como por ejemplo el hombre este que preside su Cámara de Comercio de Oviedo que ha pedido al presidente provincial que las cámaras puedan meter sus pezuñitas en los fondos europeos por venir. Es como si este ciudadano, Carlos Paniceres, hubiera olvidado de repente que a los presidentes de las cámaras los eligen las empresas que forman parte de las mismas y que los gobiernos regionales, con su presidente al frente, vienen elegidos, por representación del electorado, sean empresarios, empleados, parados, estudiantes, rentistas o jubilados. Sí, las cámaras tienen su misión y son elementos importantes en la sociedad. Algunas, como la de Gijón, que organiza la Feria comercial asturiana, demuestran ser bastante más trabajadoras que otras, de corte más parasitario o, poniéndolo suavemente, menos diligentes.

Si a la dilecta dama de Carbayonia le importaran de verdad las cosas de esta villa marinera y tuviera sensibilidad suficiente para lo que en ella acontece, ya tendría a estas alturas fecha y hora para entrevistarse con la directora general de la Guardia Civil y con el ministro del Interior en pro de mantener la comandancia de la Benemérita en Gijón. Pero no nos consta que ello haya sucedido. También debería haberse preocupado de levantar el teléfono y hablar con el presidente provincial para elaborar una estrategia común al respecto y haber llamado a palacio a la delegada del Gobierno en la comunidad autónoma para verse los tres juntitos, pero que se sepa tampoco ha sucedido. Es el inveterado desdén por las cosas de aquí. ¿Qué otra cosa es lógico que hiciera en este asunto el grupo mandatario socialista, sidecar comunista incluido? ¿Y la directiva política de los mismos cuates? Tampoco ha dicho esta boca es mía la pizpireta diputadina gijonesa de Podemos en el Congreso por la asturiana circunscripción, con su lengua de trapo tan suelta para otros asuntos.

Está de moda hablar de la España vaciada. A Gijón la han vaciado ya de parte de su industria y aún así resiste. No es de recibo que se la vacíe institucionalmente. Nos dejan la Agencia Tributaria con sus inspectores y recaudadores que les parecerá bastante. El mensaje está claro: paga y calla.

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