Que cunda el desánimo

Otra Semana Santa libre de procesiones por las calles de nuestra villa marinera –y las de toda España– por mor de la pandemia. Es uno de esos efectos colaterales que como las restricciones al deambular nocturno no sientan nada mal. De lo que no nos libramos es del bajo perfil de nuestros representantes municipales que los del común solamente tenemos oportunidad de contemplar en todo su horrible esplendor durante las mensuales reuniones del plenario. La banalidad de los argumentos desplegados, lo poco que aparentan importarles las cuitas de los ciudadanos que los han colocado ahí para enzarzarse en sus estupideces sin cuento es francamente desmoralizador.

Abandonó su concejalía, con mando delegado e las cosas para la cultura y la educación, un hombre que no deja nada hecho, pero con ambiciones parece que hasta de llegar a la más alta magistratura municipal y bien que bregó por ello con lo que él reputó como exquisito disimulo, pero que sonó más fuerte que los golpes del bombo de una charanga callejera. Parece que como no lo consiguió de una forma pongamos que abrupta, ahora algunos pregonan que lo intentará por la vía orgánica partidaria, aunque él lo niega. ¡Qué cosas tan curiosas y qué ambiciones insospechadas hay por ahí sueltas!

El proceso de liquidación de Ciudadanos –no olvidemos que en este mandato es la segunda fuerza más votada en la localidad– dejará un hueco incierto que no sabemos si será rellenado por babor o estribor. En que sea por su lado es en lo que confían los socialistas a pesar del enfado ciudadano con las medidas tan restrictivas del mandamás provincial. La poca mano de Barbón para llevar la pandemia y, al tiempo, sostener ciertos sectores económicos, hacen del PSOE un partido socialmente incómodo. Su confianza, ya decimos, está puesta en las vacunas y en la escasa memoria de un electorado en este tiempo ciertamente volátil.

Índices publicados manifiestan que este Gijón del alma no va nada bien y que la línea descendente en lo económico, social y demográfico no presagia nada nuevo. Aquí no nos queda ni el consuelo de contar con una masa funcionarial como pueda suceder con la capital provincial. Solamente la masa de las pensiones sujeta la economía y nuestros dirigentes no saben por dónde agarrar la esfera de hielo para que no siga rodando cuesta abajo: se les escurre entre las manos y de ahí ese patetismo que los hace parecer criaturas tan ineptas en su comparecencia en las funciones plenarias. Cierto que hay unos segundos o terceros niveles en los que brilla alguna lucecita de una cierta competencia, pero pare usted de contar. ¿Para qué habrá querido ser alcaldesa la gentil dama de Carbayonia?

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