Hipocresía al cubo

Se comprende que los vecinos de Granda pretendan que no se instale una estación de la ITV en su parroquia, que ya tiene más de residencial que de rural, y que para ello saquen a relucir sus argumentos. Aunque cabe aquí recordar que el único partido que se opuso al actual PGO que califica ese suelo como industrial y permite la instalación de la revisión de vehículos ahí fue el PSOE. Curiosamente, ahora, con toda la caradura del mundo, comparecen unas cuantas formaciones de las que lo aprobaron pidiendo que no se ponga ahí, alzándose como campeones, en la defensa de los vecinos de la zona. Hasta hubo una alegación que solicitó el cambio de calificación para pasarlo a uso agrario que no fue atendida por Foro y que no respaldó ninguna de las fuerzas políticas que tan alegremente apoyaron la aprobación del plan.

Y como la hipocresía y hasta la rumorología interesada están de moda para tapar las meteduras de pata anteriores, se acuerdan de que el anterior portavoz socialista, que se opuso al PGO, es ahora directivo de la entidad que vendió a la ITV asturiana la parcela de marras. Esta monumental cara dura merece un monumental reproche ético para quienes así han actuado. Por cierto, tampoco nadie en el concejo se ocupó entonces de la calificación de la parcela, ni tan siquiera los propietarios colindantes.

La ciudad crece inexorablemente –¡ay si no lo hiciera!– y zonas antaño verdes hoy son parte urbana, como Ceares, Roces, Visques o El Coto, a donde por cierto, algunos médicos mandaban a sus pacientes a dar paseos por los beneficiosos aires que por allí se respiraban. También el puerto de El Musel estaba ahí antes de que se urbanizaran La Calzada o Jove y, hoy en día, sus vecinos, llegados mucho después, se quejan de “horribles” e insoportables afecciones ambientales en la calidad del aire. Y no digamos, de lo que ya se ha tratado aquí, la lámina de carbón que de vez en cuando cubre la arena de la playa en bajamar.

Los partidos de la actual oposición municipal son de tan corto recorrido que, en lugar de mirar por el interés general, se apuntan a cualquier causa que creen les puede suponer un mínimo rédito electoral. Es una vergüenza que nos veamos en estas. Si a todas estas mentes geniales, por babor y estribor, es todo lo que se les ocurre no es de extrañar que a la gentil dama de Carbayonia le dé por sentirse la reina de los mares. Es curioso lo de estos tipos: por un lado piden progreso y, por el otro, quieren que las cosas ni se muevan.

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