Nuevo gestor y viejos proyectos

Merece Pablo González, el del PP de Gijón, darle la enhorabuena por haber alcanzado la presidencia local de su formación y desearle éxitos en sus gestión, aunque lo tiene difícil para conseguir lo que manifiesta desear: la unidad de todos los afiliados alrededor de su directiva y que marchen al unísono. Eso no sucede en ningún partido porque siempre hay descontentos por lo que sea y, por tanto, disidentes que se suelen agrupar. Lo que se le puede desear es que esa disidencia sea poco numerosa y sea lo más silenciosa posible. Por otro lado, conseguir aumentar el número de concejales desde los tres que hay ahora en el Ayuntamiento bajo las alas de la gaviota –o charrán, si se prefiere– no parece tarea difícil a poco que trabaje un poco para contener el crecimiento de la ultraderecha en la localidad y aprovechar el indeclinable camino cuesta abajo de Ciudadanos. Aquel joven concejal de hace unos lustros es hoy un diputado regional que supera los cincuenta, por lo que se le puede suponer ya una cierta madurez política para manejar el timón de una junta popular que sólo se estuvo quietecita cuando la sujetaba el férreo puño de hierro de Álvarez-Cascos, bien directamente o por mano interpuesta. El primer y mayor problema al que debe enfrentarse nada más llegar es el grupo municipal, con un portavoz al que el trabajo, ni duro ni blando, lama demasiado. Tiempo suficiente tiene para encontrar candidato que sustituya a un paracaidista como López-Asenjo que políticamente salió manifiestamente rana.

Y mientras los del PP estrenan jefe local, los gobernantes socialistas y su coaligado comunista, han emprendido el camino del proyecto de las estaciones y el plan de vías. Habiendo conseguido con su oposición al proyecto de estación a la altura del Museo del Ferrocarril que el Banco Europeo de Inversiones se echara atrás en su financiación, no queda otra a la sociedad de las vías que tirar de la opción de Moreda. Aunque a primera vista pudiera parecer que, al estar los tres gestores de las administraciones que la forman dentro del mismo partido, la cosa está fácil, no es así. El Ministerio de Ábalos no pronunciará malas palabras, pero es dudoso que realice una buena acción y se niegue a poner la manteca y, de hacerlo, no sin fuertes reticencias y grandes resistencias, como ayer quedó demostrado. En esto, la gentil dama de Carbayonia no midió bien sus fuerzas y cuenta con un doble trabajo: conseguir apoyos en el plenario municipal y que, de hacerlo, el Ministerio se muestre proclive a la agilización del proyecto para su pronta aprobación y licitación. De momento, la Alcaldesa sigue sin poder exhibir éxito alguno, y no da ninguna pena.

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