Nada por los alrededores

Quedó planchada la calzada del tránsito de las Ballenas, según bajas de Cimadevilla al Muelle y tan liso como ese asfalto fue el resultado de la reunión en la que dos pares de representantes podemitas y socialistas, ambos locales, hablaron de sus cosas con resultado cero patatero. Bueno, para ser justos digamos que no se tiraron los trastos a la cabeza: eso puede considerarse un avance dado el estado de las cosas y más si tenemos en cuenta que los morados cuentan como asesor de lujo con Cándido el de la Corriente, que está hecho el hombre un buen incendiario. Queda medio mandato, es cierto, y el gobierno municipal necesita sacar algunas cositas adelante y, para ello, esos escasos votos, o las abstenciones en su caso, de Podemos son necesarios.

Conocidos los integrantes de ambas representaciones era fácil anticipar el resultado del encuentro: los podemitas fijados en sus posiciones y los socialistas sin una idea siquiera clara de cuáles son las suyas. No es de extrañar que la primera autoridad municipal, nuestra gentil dama de Carbayonia, se sienta tan sola en su sillón de mando: a falta de sus propias ideas, no encuentra a su alrededor de ella ni tan siquiera una lucecita que le dé un poco de brillo a su mandato. Hay que reconocer que valor no le falta: es capaz de salir a la palestra a contar, cual Cantinflas, discursos de los que no se puede extraer substancia. Lo que a ella le gustaría, contar las cosas del cerco a Gijón por parte del socialminero presidente de la provincia o lo que ella considera inoperancia de sus concejales y directivos políticos locales, no nos lo puede decir así a las claras aunque va soltando indicios para que los que deseen leerla entre líneas saquen sus propias conclusiones.

Es mala en política, sí, pero no tanto como a veces los dilectos integrantes de las oposiciones nos quieren colocar. Por ejemplo lo del Musel. Escuché el otro día a L.-Asenjo, el del PP, pedirle cuentas por el fiasco de la línea marítima con Nantes y cómo miserablemente se tiraba la toalla en su consecución y la renuncia a las existentes ayudas europeas para su reanudación. Hace ya más tiempo, diez años, de su ausencia, de los que estuvo funcionando, siete. ¿Qué importa en este asunto que la alcaldesa forme parte del consejo de administración de la Autoridad Portuaria? Según esta teoría, Barbón, el mandamás regional, también sería responsable. Los gestores y directivos portuarios no andan finos en estos menesteres y, probablemente, no han puesto en este asunto toda la carne en el asador porque les asaltan otras preocupaciones. No hacer cosas garantiza la paz portuaria, pero puede conducir a la extinción.