Control de daños

Se regocijan los expertos a la violeta con sus fantasmales sueños en seco de cerrar el tránsito de vehículos en las principales calles y avenidas de nuestra villa marinera o, al menos, colocar unos carriles bus para entorpecerlo todo un poco más. La conclusión es que esos expertos no padecen problemas de movilidad, que acabarán convirtiendo nuestros centros urbanos, porque Gijón tiene varios, en zonas inhóspitas para ser habitadas y dejando zonas enteras abandonadas y sin aliento humano para, se supone, hacernos mejor la vida.

Al abrir el melón de manera imprudente, el daño que ha hecho Aurelio Martín, el alcaldín para las cosas de los humos y los coches, es propia de un leninista que piensa desde su oficina sus maldades sin contar con los sentimientos de la gente. Y lo obscuro de todo esto, lo repetiremos hasta la saciedad, es el extraño consentimiento que recibe de la primera autoridad, esa gentil dama que nos ha caído desde Carbayonia. Los consejeros del concejal comunista igual le cambian el sentido de circulación a un tramo de la pequeña calle del Carmen como le dan alas a una comisión de supuestos expertos para ver que daños mayores infligen al Muro: de momento ya han ido soltando alguno de sus integrantes barbaridades de marca mayor, luego nada bueno se puede esperar de sus conclusiones finales en el documento que entreguen a la corporación municipal.

Cierren ustedes el Muro, carguen las calles laterales alternativas y expliquen cómo llegar al hospital de Cabueñes, a toda la zona Este, a la FIDMA, a la Milla del Conocimiento, al centro de salud del Parque-Somió, al Botánico o a cualquier otra instalación pública o privada. Nuestra única salvación está en la contestación social y esperar que a estos chiflados no les dé tiempo a perpetrar sus insensateces.

Le exige la alcaldesa ovetense que tenemos en Gijón más y mejores medidas medioambientales al puerto. Estamos ante la clásica pregunta de qué fue antes si la ciudad o el puerto. De momento, al observar la historia local, vemos que la ciudad prosperó gracias al puerto: por más vuelta que se le dé al asunto, ahí tenemos la respuesta. La mujer esta, en la soledad de su despacho ve la playa y las manchas de carbón que con frecuencia deja la marea baja. No sabemos lo que contará o pedirá en los consejos de administración de la Autoridad Portuaria, pero los directivos portuarios enseñarán probablemente sus números y los consejeros verán que, de no surgir milagro, no hay de momento para terminales graneleras cubiertas. Y, mientras tanto, en su sotanillo lúgubre el geniecillo medioambiental imagina un puerto verde. ¡Ay!

Vivamos el tiempo actual

Con el estado de ánimo en buena forma que produce la no celebración del Carnaval, expresión de chabacanería sin paliativos, y los resultados de las catalanas al coleto y ya en proceso de asimilación, cabe bucear un poco por las cosas del pueblo que nos llevan indefectiblemente a lo que es habitual en estos últimos meses.

Por ejemplo, ahí tenemos la antigua capillina de San Esteban del Mar, en El Natahoyo. La van a arreglar y poner en condiciones. Podría pensarse que el Consistorio tendría algo que ver en ello, pero son los jesuitas y el impulso y necesario apoyo económico del Rotary Club quienes tienen la iniciativa: nada de Consejería de Cultura, nada homónimos departamentos. El edificio es de muy modestas proporciones, casi retirada de la vista pública, su adecentamiento no luce, no aporta “medallas” que colocar en el pecho a los gestores públicos: si aguantó décadas en tal estado de cosas sin que pase nada, se dirán, bien puede quedar así unos cuantos lustros más sin nada se conmueva, sin que ocurra cosa alguna. Así que la iniciativa privada de una entidad con la suficiente sensibilidad se hace cargo de su rehabilitación.

A nuestros nefastos gestores culturales les vale con no terminar de enterarse muy bien cómo enterrar unos millones en la antiguo convento de las Agustinas Descalzas en Cimadevilla. Hay un plan, sí, firmado por dos personas pertenecientes a la estructura directiva eventual del municipio y, para eso, una de las dos, quizás la que por título del cargo más tendría que ver en su redacción, prácticamente no la hincó durante su elaboración, cuestión por cierto no inhabitual en dicho elemento.

Ya desde hace años el devenir de las asociaciones vecinales es como la lenta extinción de unas pocas brasas de lo que antaño fue una potente hoguera. Se ha repetido ya muchas veces. Ahora, son las asociaciones del entorno rural las que nos ofrecen últimamente un espectáculo deplorable. Algunas de ellas no se explican muy bien para qué sirve la federación de las rurales, dada su prácticamente nula actividad. Tan es así que alguna de ellas ya se plantea integrarse en la otra federación, la que se conoce como urbana, que en realidad tiene vocación, al decir de sus responsables, de acoger al perímetro completo del municipio. No estaría mal ir ahorrando por esta vía algunos gastos superfluos como son los del mantenimiento de todos estos chiringuitos que no pegan con los tiempos que vivimos. Es de común conocimiento que a la gentil dama de Carbayonia que preside el Consistorio no le hacen ninguna gracia estos montajes de otros tiempos: es el momento pues de aprovechar para desprenderse de estas adherencias impropias.

Nada por los alrededores

Quedó planchada la calzada del tránsito de las Ballenas, según bajas de Cimadevilla al Muelle y tan liso como ese asfalto fue el resultado de la reunión en la que dos pares de representantes podemitas y socialistas, ambos locales, hablaron de sus cosas con resultado cero patatero. Bueno, para ser justos digamos que no se tiraron los trastos a la cabeza: eso puede considerarse un avance dado el estado de las cosas y más si tenemos en cuenta que los morados cuentan como asesor de lujo con Cándido el de la Corriente, que está hecho el hombre un buen incendiario. Queda medio mandato, es cierto, y el gobierno municipal necesita sacar algunas cositas adelante y, para ello, esos escasos votos, o las abstenciones en su caso, de Podemos son necesarios.

Conocidos los integrantes de ambas representaciones era fácil anticipar el resultado del encuentro: los podemitas fijados en sus posiciones y los socialistas sin una idea siquiera clara de cuáles son las suyas. No es de extrañar que la primera autoridad municipal, nuestra gentil dama de Carbayonia, se sienta tan sola en su sillón de mando: a falta de sus propias ideas, no encuentra a su alrededor de ella ni tan siquiera una lucecita que le dé un poco de brillo a su mandato. Hay que reconocer que valor no le falta: es capaz de salir a la palestra a contar, cual Cantinflas, discursos de los que no se puede extraer substancia. Lo que a ella le gustaría, contar las cosas del cerco a Gijón por parte del socialminero presidente de la provincia o lo que ella considera inoperancia de sus concejales y directivos políticos locales, no nos lo puede decir así a las claras aunque va soltando indicios para que los que deseen leerla entre líneas saquen sus propias conclusiones.

Es mala en política, sí, pero no tanto como a veces los dilectos integrantes de las oposiciones nos quieren colocar. Por ejemplo lo del Musel. Escuché el otro día a L.-Asenjo, el del PP, pedirle cuentas por el fiasco de la línea marítima con Nantes y cómo miserablemente se tiraba la toalla en su consecución y la renuncia a las existentes ayudas europeas para su reanudación. Hace ya más tiempo, diez años, de su ausencia, de los que estuvo funcionando, siete. ¿Qué importa en este asunto que la alcaldesa forme parte del consejo de administración de la Autoridad Portuaria? Según esta teoría, Barbón, el mandamás regional, también sería responsable. Los gestores y directivos portuarios no andan finos en estos menesteres y, probablemente, no han puesto en este asunto toda la carne en el asador porque les asaltan otras preocupaciones. No hacer cosas garantiza la paz portuaria, pero puede conducir a la extinción.

Mazcaritos

Ya conocemos que la pandemia que tantas desgracias nos acarrea, por lo menos ha tenido la virtud de suprimir de cuajo las celebraciones carnavalescas en esta villa marinera por lo general tranquila. Pero, cuidado, que las once charangas más o menos conocidas de la localidad sugieren volver “con fuerza a darlo todo”. ¡Vaya por Dios! Podían aprovechar el año en barbecho para reflexionar e ir pensando en realizar sus celebraciones en el interior de algún recinto de tamaño suficiente y, de ser posible, a cubierto ya que por estos lares y en estas fechas hay agua y frío. Otros, leo, son partidarios de colocarse el disfraz por estos días hasta para ir a comprar el pan. Mira, no es mala idea, cada uno va al mercado vestido como le da la gana y, de ir disfrazado, seguro que provoca regocijo en algunos de los presentes, que los comunes de la gente somos bastante aburridos con eso de los atuendos.

Recuerdo que, por esta fechas hace ya unos cuantos lustros, estaba uno realizando un programa informativo en la radio y en esto que llega el momento de las noticias deportivas, se abre la puerta del locutorio y entra como una exhalación una bailaora andaluza, con su bata de cola verde de graciosos lunares blancos, los labios carmesí, los ojos tremendamente perfilados y un lunar pintado en la mejilla que se pone a dar la actualidad del Sporting. Tras un parpadeo de asombro reconocí en aquella voz al redactor deportivo de todos los días que de allí, se iba a toda mecha hacia un jolgorio carnavalesco. Los radioescuchas seguro que no percibieron diferencia alguna. El problema fue para la redactora que estaba dando el informativo, a la que se le puso difícil continuar hasta el final conteniendo la risa. Esas son las cosas inocentes de estas fechas. Lo que no es tan pacífico son las cornetas y tambores de las charangas que tanto perturban a la mayoría del personal.

Como con las mascarillas vamos todos enmascarados, comparecen en las escaleras de la Casa Consistorial lo que parecen ser los portavoces múltiples de los grupos municipales que no gobiernan para hacerse una foto que recuerde el día en que le dijeron a la gentil dama de Carbayonia que nos gobierna aquello de “no nos gusta la estación de trenes y autobuses en Moreda”. Lo dicen, hácense la foto y aquí paz y después gloria. Importa poco si la estación se pone a la altura de Moreda o del museo del Ferrocarril. Mucho hablar de esto, pero ni palabra del apeadero del metrotrén en la plaza de Europa o aledaños: ¿Qué más centralidad que esa?

Inocentes paseos con foto

Llega Mallada la del PP a esta villa marinera ansiosa de emociones, como fuego colorado, y se da un garbeo por ahí con Pili Pardo, aquella que tan nefastamente mandó en el PP de Gijón hace unos años. Como lo hacen con foto y por el Parchís, todo muy discreto ello, y la misma lideresa regional popular le enseñó la puerta al actual presidente local, Mariano Marín, si se arma un revuelo, no es de extrañar. Las aguas que corren por el PP, y especialmente por el de Gijón, son muy turbias y, de momento si no cambian el paso, se les presenta el panorama del favor electoral muy cuesta arriba.

Cargarse a Mariano Marín es como cambiar de entrenador un equipo de fútbol. Los escasos representantes populares en el Consistorio van cada uno por su cuenta. Todo lo que no sea retirar de la primera línea al actual e inefable portavoz del grupo y poner a alguien más bregado en las cuestiones tanto edilicias como representativas, o sea, una Ángeles F.-Ahuja, será continuar con la marcha atrás puesta.

Cierto que políticamente Marín no la hinca, pero L.-Asenjo está perdido en combate. Estas múltiples debilidades de los populares gijoneses proporcionan esperanzas a las exangües huestes de Ciudadanos que ven bajar sus intenciones de voto en el panorama general, pero que confían sostener la posición en el ayuntamiento gijonés.

Todo este lío por estribor, con los de Podemos sumidos en su guerra entre los corrientistas y los demás por babor, hace que la gentil dama de Carbayonia, alcaldesa legítima y legal de la localidad, con su caterva de especialistas en casi nada detrás, por supuesto ausentes de cualquier sentido político o de gestión, se las prometan ligeramente felices y se vean con posibilidades de renovarse en el poder cuando toque renovar mandato. Pero queda más de la mitad de la carrera y por el medio quedan muchas cosas por suceder, la menor de las cuales es lo que haya de pasar por la pandemia y como anden los ánimos.

Nada hay en marcha, ni tan siquiera en proyecto, capaz de ilusionar a los gijoneses, como lo hubo en los últimos ochenta y los noventa del pasado siglo y así, con esta falta de incentivos, el personal seguirá cada uno por su lado y los votos irán repartidos como el confeti en una batalla de flores, repartido y sin una entidad política que aúne voluntades en alguna dirección. Está visto que la Alcaldesa importada no ha logrado tomarle el pulso a la villa y su concejo por lo que sigue incapacitada para proponer dirección alguna en la que marchar. En definitiva, miremos hacia donde lo hagamos, no se encuentra liderazgo alguno.