En la maldad

No votaron en las últimas municipales los habitantes de esta villa marinera y su concejo de forma tan variada para que luego una airada y autócrata dama paracaidista, caída desde Carbayonia, deje en manos de un comunista totalitario, como es el alcaldín Aurelio, ciertas decisiones que afectan a la convivencia general. Si los gijoneses hubieran querido caer en las zarpas de una especie de leninismo de andar por casa, pero igualmente peligroso, no hubieran decidido con sus votos reducir a la mitad, dejándola en un solo componente, la representación de IU. Y como padecemos un Alcaldesa que no realiza ejercicio y mucho menos esfuerzo alguno en comprender el sentir general de sus conciudadanos cae en el tremendo error de colocar a un pequeño dictador de la izquierda extremista al frente del tránsito urbano y de los asuntos de medio ambiente: así nos encontramos con el escabroso embrollo de los coches en el Muro y el no menos lioso tema del anillo navegable del río Piles.

No queda más remedio que darle la razón al presidente del Grupo Covadonga, Antonio Corripio, y felicitarle por los esfuerzos que dedica y la imaginación que derrocha para salvaguardar la instalación deportiva fluvial. Y también hay que apoyarle, porque detrás tiene la fuerza que le proporcionan los miles de socios que componen la entidad grupista. A ver con qué cara se presentan en Bruselas el comunista cabezón y sus escasos adláteres a contar que existe un amplio apoyo social a la desmesura de la desaparición del anillo navegable con el GCC en contra. Ándese con cuidado la torpe Regidora con infligir daños del calibre que se empeña en provocar su encajado concejal comunista a una masa social de considerables proporciones. Y no por ella, que políticamente está amortizada, sino por las siglas a las que de forma tan impropia representa y que tan difícil lo tendrán después de su malhadada gestión en los próximos comicios.

No nos pudo tocar peor gestora ni el destino castigarnos con alguien que no quiere a esta ciudad ni a sus habitantes. Ha logrado superar a la pandemia de la covid-19 a la hora de paralizar la gestión municipal. Da la sensación que se siente cómoda exhibiendo un cinismo político de proporciones insultantes para el colectivo ciudadano. La salva una oposición dividida y castrada que no acierta, no se atreve o no quiere pulsar las teclas de las debilidades de una deficiente gestión que está a la vista de cualquiera. Ella se queja de que está sola y es verdad, sumida en su maldad.