Pleno de pena

Reunión plenaria la pasada semana en el ayuntamiento de nuestra decadente villa marinera para ver del estado de las cosas. Sensación de vacío. Ni cuatro asuntos de enjundia y, para eso, dos o tres se nos han ido como el agua por entre los dedos, despachados con media docena de lugares comunes y declaraciones vacías. Esta corporación, aunque sus salarios no sean estratosféricos, nos viene saliendo carísima, aunque cobraran concejales, asesores y directores de confianza la mitad o la cuarta parte de sus emolumentos. Para ser prudentes, pongamos que tres cuartas partes son perfectamente inútiles para la tarea encomendada, sea de gobierno o de oposición.

De todo lo habido, sólo destacó, como bien dejó por aquí reflejado y destacado en su crónica de la segunda jornada con el acierto habitual que es característico de Rocío Valle, la votación sobre la comparecencia de la gentil dama de Carbayonia y mandamás para contar cosas de los plazos y demás cuitas referidas a la estación de trenes y el cambio del convenio para que se quede a la altura de Moreda, en superficie, y no en donde el Museo del Ferrocarril soterrada. Unos metros. A los efectos de los convoyes de alta velocidad poco importan esos metros y en cuanto a las cercanías importa que, al tiempo que la estación, se haga el apeadero del Humedal o plaza de Europa; pero esto último no parece tener importancia porque es cosa del ministerio y no del consorcio Gijón al Norte, así que a los concejales ni les inmuta, cuando es uno de los busilis más interesantes de la operación.

Ya resignados desde la oposición a las locuras del alcaldín, Aurelio el comunista, respecto al desastre del Muro y su “cascayu” y el personal a conformarse. Aquí, la responsabilidad es de los impresentables de Podemos, o como quiera que quieran bautizar a su grupo municipal, que no tienen lo que hay que tener para votar en contra de la desmesura y se refugian en una abstención que, bien saben, da rienda suelta al despropósito de marras: a eso se le llama, sin paliativos, colaboracionismo.

Sí, todos muy preocupados y lo que quieran, por la cuesta debajo de Arcelor en la provincia, pero dejándolo todo en la expresión de cuatro florituras, mejor o peor formuladas, sobre lo desastroso que sería su marcha –deslocalización le dicen– y pare usted de contar, porque desgraciadamente son todos conscientes de que el órgano administrativo local no tiene pito que tocar en el asunto.

Y para rematar, la persistente y patética postura del concejal Martínez, empeñado en cantar, pleno sí y pleno también, las bondades de los dos mandatos anteriores de su Foro. Pobre criatura.

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