Indignos de todo respeto

Como en  nuestra peculiar villa marinera no nos privamos de nada, tenemos alcaldesa de Carbayonia, lo cual ya es una gran paradoja, gobierno municipal socialcomunista y una de las principales industrias de la provincia y la primera de la localidad con el “lockout” o cierre patronal establecido en una de sus más importantes secciones. La cuestión esta no es baladí: un par de irresponsables sindicatos han puesto en jaque a toda una región: Arcelor es un tractor económico del que pende una gran parte de la actividad económica en muchos sectores. Su impacto económico es formidable, de ahí la gran irresponsabilidad de ese par de entidades sindicales. de una de ellas, la Corriente, ya sabemos desde hace lustros que es la hez de la sociedad asturiana y se conoce su capacidad destructiva. De “Cecé OO», aunque tampoco son ningunos angelitos y a veces se comportan con gran ausencia de reflexión y sin pensar en las consecuencias de algunas de sus decisiones, sin embargo, no se esperaba tamaña maldad.

Estas actitudes indican que el cierre de Arcelor está, más a medio que a largo plazo, ya sentenciado, aunque a los pocos días se haya vuelto a la posición de salida. Estos no son los complacientes tiempos aquellos cuando la siderurgia asturiana estaba en manos públicas de un Estado que era fácil presionar por argumentos ajenos a la productividad de la empresa. Ahora, la fábrica, que es tan crucial para el sostenimiento de la economía de la provincia, es una pequeña pieza de un conglomerado internacional y su existencia no tiene mucha importancia para el enorme grupo industrial.

Por eso el sindicato mayoritario, que comprende perfectamente la situación, no se sumó a la convocatoria de huelga y por eso también los dueños no han dudado en declarar el “lockout”. ¿Y ahora qué? Ya no sirven las lamentaciones. Tan chapucera y destructiva estrategia sindical de CCOO y CSI ha traído inconvenientes y pobreza: ni ERTE ni cobro de desempleo ni salarios.

La patronal va a poner ahora condiciones más draconianas para la reapertura y la interlocución de las autoridades regionales ya tampoco tiene sentido y para los integrantes del ministerio la cosa se pone muy cuesta arriba. Probablemente, el sostenimiento de Arcelor acabe costando mucho dinero a las arcas públicas en la forma que se quiera, pero costará. Y las inversiones que se realicen significarán ineludiblemente una modernización de las operaciones que requerirán menos mano de obra, lo que se traducirá en una obligada disminución de empleados. De esta forma, la actitud de estos representantes sindicales de tres al cuarto no habrá servido más que para acrecentar la miseria. Por eso solamente merecen la reprobación y el general desprecio de la ciudadanía.