El síndrome de la bruja mala

Leí con inusitado interés la disección en forma de artículo que nuestro José Luís Argüelles dedica al edificio de Tabacalera y a su último proyecto de usos. En realidad, más que de Tabacalera, la autopsia es a un equipo socialista de gobierno muerto. Salen a relucir otros tiempos y se menta el paso fértil por la alcaldía de esta villa marinera de Tini Areces que supo hacer de la cultura, como bien menciona el artículo, el gran trampantojo con el que disimular la decadencia económica de entonces en la ciudad y, de esta forma, animar al personal y mostrar a los de fuera una ciudad viva que, gracias a eso, repuntó en lo económico. Pero, ¿qué hacer con estos miserables mimbres que tenemos ahora entre manos? Esta es la segunda alcaldesa nefasta e inoperante que consecutivamente padecemos. De personalidades bien diferentes, la caritativa cirujana de entonces y la parachutista caída desde Carbayonia de hoy, están ancladas en el temor, ni un ápice de luz o atrevimiento feliz: pura burocracia anquilosarte.

Lo que gobierna ahora es un grupo municipal socialista, con un sombrío verso suelto comunista de adorno, que no atiende a más razones que las de su propia supervivencia. El bochornoso espectáculo de la prórroga presupuestaria es la demostración palpable de una corporación que ha bajado los brazos, que ha soltado las manos del timón y se ha dejado ir al pairo. Si tu viera un mínimo de esa decencia política que tanto se esfuerza en aparentar, la alcaldesa recogería sus bártulos del despacho que con tanta indignidad ocupa y se iría a su casa, a ser posible fuera de los límites del concejo para que el olvido la borre pronto de nuestras memorias.

Porque nunca nadie con afanes tan mandones se ha sentado en el sillón de la alcaldía: no querida por nadie, rechazada por casi todos, menos aquellos cuyo trabajo depende de su permanencia ahí encaramada. Dejémoslo claro de una vez: a esta incapaz, le hubiera gustado representar el papel el hada comprensiva y bondadosa, pero su rol es de una bruja mala, siempre contrariada y envidiosa de la brillantez de otros intervinientes en la vida pública.

Por eso, sucede que a sus espaldas hay algún personaje que hasta conspira para ser califa en lugar del califa con un afán irrefrenable que le lleva a cometer errores gravísimos con sus ofrecimientos de pactos innobles hasta con la oposición, pergeñando planes de deposición que resultan escandalosos. Porque hasta con la bruja mala se ha de mantener en esta representación una cierta lealtad. Lo malo es que no estamos viviendo una ficción, sino que tenemos un equipo de gobierno sumido en una sucia realidad. Luego, háblennos de cultura.

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