Ni se atreven a presupuestar

Nos hemos ido en esta nuestra villa marinera por los cerros de Úbeda en torno a los presupuestos municipales para el próximo ejercicio que a poco va a entrar, con una decisión timorata como es la de renunciar a unos nuevos y prorrogar los del ejercicio anterior. Se han despejado las dudas, sin que los interesados tuvieran la oportunidad de efectuar arreglo alguno. Ante las dudas, la alcaldesa y sus boys han optado por lo fácil: prórroga e ir parcheando el resto del ejercicio en función de las necesidades. No se han atrevido a más, comenzando por la primera autoridad caída desde Carbayonia, aunque nadie esperaba de ella mayor arrojo político. Así que a contemplar los arreglos.

Por supuesto que no estaban claras las previsiones de gastos y, sobre todo, las de ingresos. Las condiciones sanitarias, en este sentido, son letales para efectuar cualquier clase de previsión en condiciones, porque nadie sabe lo que puede surgir y lo de la extensión de la vacuna o vacunas por llegar tampoco tiene fecha de arribada. Tampoco es previsible discernir en un tiempo razonable una solución de inmunización ni cuánto se extendería la cola del cometa o hasta qué fechas será necesario extender las ayudas municipales. En definitiva, un espectáculo muy penoso.

En estas ya largas semanas o meses de emergencia sanitaria, observamos cómo miramos también hacia el gobierno del Principado, porque no sólo el nuestro consistorio puede aportar paliativos o soluciones. Sabemos que han de llegar también de otros presupuestos: los de la provincia y las del gobierno de la Administración General. Esto, lejos de no tener nada que ver del ayuntamiento local, implica que los mandamases locales han de aplicarse en un modelo de presión activa para conseguir el máximo de aportaciones de las otras dos administraciones, porque, consíganlo o no, es su deber hacerlo y con la máxima diligencia.

Tampoco es cuestión de ponerse estupendos y lanzarse a proclamar sandeces del tipo a que nos tiene acostumbrados el alcalde carbayón, alimentado agravios localistas o sugiriendo conspiraciones ridículas naturalmente inexistentes, como la realidad ya le está contradiciendo. Así todo, no son el presidente Barbón ni su vicepresidente Cofiño, que son quienes manejan su corralito, personas muy propensas a tener en cuenta las sensibilidades que laten en nuestra villa y concejo: más bien al contrario, son más propicios al pensamiento de que la primera ciudad de Asturias se lleva porción demasiado grande de la tarta presupuestaria regional. Así tenemos que hay ciudades o comarcas que se quejan de que se les deja postergados y otros nos aguantamos y la sufrimos casi sin rechistar.