Puxarra

La parte de corporación de nuestra villa marinera que manda en el ayuntamiento es pura puxarra, salvo dos concejales: M. Pineda y J. R. Tuero. Con su parachutista al frente son inútiles a los efectos de una gestión pública medianamente eficaz: allí donde ponen su zarpita, allí se forma u lío o se empantana una actuación. En estos años de democracia, siempre hubo concejales delegados con actuaciones desgraciadas, pero eran casos aislados y soportables. Alcaldes hubo que cuando le fallaba el concejal inútil –o malvado– de turno, se echaban sobre sus espaldas la situación y a golpe de trabajo extra solucionaban el asunto o lo enderezaban; pero ahora no hay nadie a frente capaz para acometer esta tarea extra. No decimos que estemos ante episodios de zanganería, sino de incapacidad manifiesta siquiera para analizar sensatamente los puntos sensibles que ya son problemas de ciudad.

Con los presupuestos ya prorrogados, toca ahora al gobierno municipal rondar puerta a puerta a los diferentes grupos municipales para ver lo de las necesarias enmiendas. Hecha la primera jugada de la partida, toca jugar las cartas. El marrón le toca inicialmente a Pineda, la concejala delegada de Hacienda que quiere ir ganando tiempo e ir teniendo avanzadas la mayor parte de enmiendas posibles para que no les pille el toro. Falta saber cómo se irán desarrollando las jugadas. El más patético hasta ahora es el grupo de Foro, con un despistado concejal Martínez al frente que, en lugar de vivir el presente y mirar hacia el furo, se empeña a estas alturas en venir a contarnos lo bien que se hacían las cosas cuando mandaban ellos con la cirujana Moriyón al frente. Su formación está en proceso de disgregación, con su razón de ser inicial ya fuera de combate y pleiteando contra el propio partido que el fundó.

Por cierto, el diputado forista Martínez Oblanca, son su marchamo casquista y sin dar cuentas de sus fechorías madrileñas, por las que cobra un buen salario, a la lícita y legal dirección de Foro, sigue empeñado en hacer el ridículo. Menudo tipo está hecho: sabe que esta es su última legislatura, que se le acaba el chollo, que no volverá a pisar como diputado el palacio de la carrera de San Jerónimo. Ya va siendo hora de tener atravesado por las instituciones a este inefable personaje que en toda su carrera no ha aportado nada políticamente, limitándose a hacerle la pelota a Cascos con una fidelidad perruna.

Y así continuamos: nos encenderán unas lucecitas propias de la época y todos tan contentos. Fueron malos y para olvidar los dos mandatos anteriores, pero este ya está batiendo marcas de ineptitud. Menudo panorama.

El síndrome de la bruja mala

Leí con inusitado interés la disección en forma de artículo que nuestro José Luís Argüelles dedica al edificio de Tabacalera y a su último proyecto de usos. En realidad, más que de Tabacalera, la autopsia es a un equipo socialista de gobierno muerto. Salen a relucir otros tiempos y se menta el paso fértil por la alcaldía de esta villa marinera de Tini Areces que supo hacer de la cultura, como bien menciona el artículo, el gran trampantojo con el que disimular la decadencia económica de entonces en la ciudad y, de esta forma, animar al personal y mostrar a los de fuera una ciudad viva que, gracias a eso, repuntó en lo económico. Pero, ¿qué hacer con estos miserables mimbres que tenemos ahora entre manos? Esta es la segunda alcaldesa nefasta e inoperante que consecutivamente padecemos. De personalidades bien diferentes, la caritativa cirujana de entonces y la parachutista caída desde Carbayonia de hoy, están ancladas en el temor, ni un ápice de luz o atrevimiento feliz: pura burocracia anquilosarte.

Lo que gobierna ahora es un grupo municipal socialista, con un sombrío verso suelto comunista de adorno, que no atiende a más razones que las de su propia supervivencia. El bochornoso espectáculo de la prórroga presupuestaria es la demostración palpable de una corporación que ha bajado los brazos, que ha soltado las manos del timón y se ha dejado ir al pairo. Si tu viera un mínimo de esa decencia política que tanto se esfuerza en aparentar, la alcaldesa recogería sus bártulos del despacho que con tanta indignidad ocupa y se iría a su casa, a ser posible fuera de los límites del concejo para que el olvido la borre pronto de nuestras memorias.

Porque nunca nadie con afanes tan mandones se ha sentado en el sillón de la alcaldía: no querida por nadie, rechazada por casi todos, menos aquellos cuyo trabajo depende de su permanencia ahí encaramada. Dejémoslo claro de una vez: a esta incapaz, le hubiera gustado representar el papel el hada comprensiva y bondadosa, pero su rol es de una bruja mala, siempre contrariada y envidiosa de la brillantez de otros intervinientes en la vida pública.

Por eso, sucede que a sus espaldas hay algún personaje que hasta conspira para ser califa en lugar del califa con un afán irrefrenable que le lleva a cometer errores gravísimos con sus ofrecimientos de pactos innobles hasta con la oposición, pergeñando planes de deposición que resultan escandalosos. Porque hasta con la bruja mala se ha de mantener en esta representación una cierta lealtad. Lo malo es que no estamos viviendo una ficción, sino que tenemos un equipo de gobierno sumido en una sucia realidad. Luego, háblennos de cultura.

Ni se atreven a presupuestar

Nos hemos ido en esta nuestra villa marinera por los cerros de Úbeda en torno a los presupuestos municipales para el próximo ejercicio que a poco va a entrar, con una decisión timorata como es la de renunciar a unos nuevos y prorrogar los del ejercicio anterior. Se han despejado las dudas, sin que los interesados tuvieran la oportunidad de efectuar arreglo alguno. Ante las dudas, la alcaldesa y sus boys han optado por lo fácil: prórroga e ir parcheando el resto del ejercicio en función de las necesidades. No se han atrevido a más, comenzando por la primera autoridad caída desde Carbayonia, aunque nadie esperaba de ella mayor arrojo político. Así que a contemplar los arreglos.

Por supuesto que no estaban claras las previsiones de gastos y, sobre todo, las de ingresos. Las condiciones sanitarias, en este sentido, son letales para efectuar cualquier clase de previsión en condiciones, porque nadie sabe lo que puede surgir y lo de la extensión de la vacuna o vacunas por llegar tampoco tiene fecha de arribada. Tampoco es previsible discernir en un tiempo razonable una solución de inmunización ni cuánto se extendería la cola del cometa o hasta qué fechas será necesario extender las ayudas municipales. En definitiva, un espectáculo muy penoso.

En estas ya largas semanas o meses de emergencia sanitaria, observamos cómo miramos también hacia el gobierno del Principado, porque no sólo el nuestro consistorio puede aportar paliativos o soluciones. Sabemos que han de llegar también de otros presupuestos: los de la provincia y las del gobierno de la Administración General. Esto, lejos de no tener nada que ver del ayuntamiento local, implica que los mandamases locales han de aplicarse en un modelo de presión activa para conseguir el máximo de aportaciones de las otras dos administraciones, porque, consíganlo o no, es su deber hacerlo y con la máxima diligencia.

Tampoco es cuestión de ponerse estupendos y lanzarse a proclamar sandeces del tipo a que nos tiene acostumbrados el alcalde carbayón, alimentado agravios localistas o sugiriendo conspiraciones ridículas naturalmente inexistentes, como la realidad ya le está contradiciendo. Así todo, no son el presidente Barbón ni su vicepresidente Cofiño, que son quienes manejan su corralito, personas muy propensas a tener en cuenta las sensibilidades que laten en nuestra villa y concejo: más bien al contrario, son más propicios al pensamiento de que la primera ciudad de Asturias se lleva porción demasiado grande de la tarta presupuestaria regional. Así tenemos que hay ciudades o comarcas que se quejan de que se les deja postergados y otros nos aguantamos y la sufrimos casi sin rechistar.

Por la boca muere el pez

Es demasiado habitual cruzarte por la calle con personas jóvenes que llevan la mascarilla de adorno, a modo de barboquejo; pero otras veces te das de bruces con otros ya talluditos que la portan de la misma forma mientras se fuman tan pichis un cigarrillo: a estos últimos ya no se les puede aplicar la excusa de la inconsciencia de la juventud, sino simplemente la agravante de la estupidez más supina. A uno, le entran ganas de cantarle cuatro frescas, pero al segundo se te quitan las ganas de meterte en explicaciones de lo que significa el respeto a las normas aunque solamente sea por educación social.

Esa misma sensación se nos queda al escuchar algunas manifestaciones de otro hombre entrado en años que funge como primera actualidad de la capital de esta provincia nuestra: sus sandeces localistas para realizar ciertas reivindicaciones para su municipio y meter de por medio comparaciones con esta villa marinera indican una cosa: el alto nivel de su complejo de inferioridad y la falta de argumentos al exhibir sus ridículos agravios comparativos. Este Canteli parece que tiene acostumbrado al personal a sus salidas de tono y en su partido, que es el PP, y grupo municipal ya se temen que en cualquier momento tenga una salida de pata de banco, de forma que ya están acostumbrados. Es lo que tiene fichar aficionados provenientes de otros campos, sin cultura previa de brega política, para colocarlos en cabeza de sus listas electorales: ofrecen un atractivo inicial por su devenir profesional o social, pero cuando se ven al frente de una institución pública son incapaces de cambiar su forma de actuar: no se adaptan a los usos de la representación política, en la que se debe hilar un poco más fino que en los devenires habituales.

Aquí tenemos a una alcaldesa, paradójicamente llegada en inusitado salto paracaidístico desde la misma Carbayonía, pero bregada en la actividad pública, que contestó con una mansedumbre propia de santa María Goretti, haciéndose la humilde personificación de la ausencia de localismos. Lo ideal hubiera sido no hacer ni caso a las declaraciones de su homólogo de Vetusta, pero la gentil dama es imposible de mantener el pico cerrado: ella tiene que decir algo, venga a cuento o no. Y esta incontinencia es su condena: en público intenta aparecer como paradigma de la bondad y la mansedumbre, pero en los círculos más cercanos habla por los codos, lo que la lleva a llevarse de mal a muy mal con presientes regionales o delegadas del Gobierno, pasando por concejales de grupo o directivos de la agrupación local de su partido, lo cual no es conveniente para nosotros, los ciudadanos de su pueblo.

Mezcolanza cultural

Durante décadas hemos sido una provincia subvencionada. En nuestra tierra se enterró mucho dinero del procomún en demasiados proyectos de dudosa utilidad, aunque otros fueron exitosos y cubrieron enormes necesidades. A lo que en principio aportó el Estado, se sumó después de mediados los ochenta del XX el dinero procedente de Europa. Fuimos una región con rentas más que aceptables y empleados por debajo de la media regional. Ahora que volvemos a recibir en el reparto más o menos que lo correspondiente a nuestro territorio y población, nos parece poco, como si los demás tuvieran una deuda con nosotros. Cada cual intenta llevar el agua a su molino y así encontramos, por ejemplo, a canarios exigiendo a causa de su ultraperifericidad, a murcianos pidiendo más agua para sus cultivos de regadío o a madrileños porque son muchos y ser villa y corte les provoca gastos extra. Y, yéndonos al perímetro local, ¿qué pedimos de más para no ser menos que los demás? Pretendemos, nada más y nada menos, que alguien –sin saber muy bien quién– haga algo –sin determinar el qué– para volver a otros tiempos en los que proliferaba la actividad industrial, pero aportando cuantiosos fondos. Queremos industria a cualquier, mas, eso sí, que no contamine, lo cual es claramente incompatible.

Mientras tanto, la parachutista y gentil dama de Carbayonia, a la sazón alcaldesa de nuestra sufrida villa marinera, ya tiene sus ordenanzas fiscales aprobadas, no sin pasar por un tortuoso proceso en el que las diversas oposiciones hicieron de las suyas para ponerle las cosas complicadillas. El caso es que la mujer sacó adelante lo que pretendía y ahora va a por los presupuestos que son cosas dependientes, para llegar a su aprobación en un tiempo razonable, de la diligencia que ponga en el asador la concejala Marina Pineda.

Será para celebrar que hay ordenanzas fiscales por lo que se han atrevido a presentar lo que ahora se pretende hacer con la antigua Tabacalera: una mezcolanza de usos que nada bueno presagian. Hablan de invertir en ello veinte millones en tres años. Tanto se quiere hacer que mucho nos tememos la cosa termine en una sopa minestrone sin demasiado sentido. Multitud de cositas: de un estudio de grabación a una pequeña residencia para artistas becados, pasando por un auditorio o una pinacoteca y otras múltiples ocurrencias de las que se han de sentir orgullosos los fastuosos y quisquillosos asesores culturales de la primera autoridad que, de esta forma, demuestran su inoperancia y falta de una idea cabal de lo que ha de ser el tratamiento de la cultura local por parte de una municipalidad perdida en este sensible asunto