Actuaciones fallidas

La plaza de Los Fresnos es fea. No acertaron en su momento en el ornato. Al existir debajo una gran superficie comercial, se vieron en la necesidad de poner unos lucernarios, pero no resultaron ser la pirámide del Louvre: son piramidales, sí, pero de apariencia de plexiglás y una serie de rejillas metálicas, con la pintura saltada y ya oxidadas, que no llegan ni tienen la vocación de esculturas, sino de simples adornos. Y un azulejado que, bien por ser de mala calidad o estar mal colocado o dispuesto, ha sufrido un rápido deterioro. En definitiva, es una plaza fallida que ha resistido el paso del tiempo y que la dejadez municipal no se ha molestado en mantener en condiciones: otro caso más para añadir a la dejadez manifiesta de las últimas corporaciones incluida la presente que padecemos estoicamente, porque ya nos contarán si no se precisa de esta virtud moral para soportar sin inflamación social la multitud de pequeños o grandes maltratos que sufrimos como componentes de una ciudadanía ciertamente ejemplar. Somos mansos, no bravos, aunque protestones, pero las cosas no van a más, salvo un escasísimo porcentaje de violentos, más bien gamberros que ideológicos, estadísticamente poco apreciables. Permitimos a los mandamases que cometan sus fechorías y nos conformamos con una oposición desnaturalizada y vaga.

Tampoco los que gobiernan son muy diligentes. Tomemos como ejemplo el caso del secretario municipal: al anterior, nombrado por aquella caritativa cirujana forista, no le gustaba la señora que ocupaba el puesto y se la cargó de mala manera para traer a un caballero muy musical. Este último no gustó a la parachutista de Carbayonia que, en uso de sus atribuciones, prescindió en mayo pasado del secretario existente en mayo pasado y anda todavía en proceso de selección con la segunda de a bordo del departamento como secretaria accidental. Son unos cuantos meses que indican una falta de previsión flagrante, puesto que, tomada la decisión de no prorrogar el mandato del anterior, bien podían tener preparados los pliegos para sustituirle al día siguiente de su cese.

¿Y del Muro no hay nada que decir? Pues mire usted, sí. La arquitecta que lleva la voz en el tema del proyecto ha manifestado que no se trata cómo de la circulación en el Muro, sino de cómo afecta a la movilidad en todas las zonas del entorno. La declaración, tan simple y tan sencilla, tan de cajón, no había sido puesta sobre la mesa por el alcaldín comunista para los humos y los coches, lo que indica la poca enjundia técnica de sus formas de actuar. Pero, ¿qué íbamos a esperar de un atrabiliario gestor público con tan pocas condiciones para gestionar algo?