Ausencia de Corporación

Apenas el Consejo Social de la villa se ha constituido para dirimir sobre el paseo del Muro de San Lorenzo y ya hastían sus más que probables dimes y diretes, convenientemente retransmitidos, acerca del asunto. Es decir, quedaremos hasta la coronilla de lo que se nos cuente de sus deliberaciones, de las diferencias entre quienes lo forman, sus opiniones, sus deseos, sus declaraciones, la conveniencia de que sean ellos quienes decidan, su probidad, su conveniencia o inconveniencia y, en fin, sobre el resultado de sus decisiones. Este es el resultado de las maniobras del concejal comunista Aurelio Martín que, incrustado por la parachutista primera autoridad proveniente de Carbayonia, está actuando como la cizaña, no ya entre el propio grupo socialista, sino en la ciudad entera. Su afán de protagonismo y notoriedad está causando grandes males en nuestra sociedad. Por esa cualidad de ente disolvente, el grupo de IU perdió la mitad de sus componentes de la anterior Corporación a esta y pasaron de dos a un concejal.

Dejar que un organismo al que no eligió ningún ciudadano decida sobre cuestiones de organización urbana es una imperdonable forma de quitarse de en medio un problema en el que la propia Alcaldesa se metió solita por imprudencia y atolondramiento, manejada por el incrustado alcaldín para humos y coches. Al flamante y demediado Consejo Social de Gijón, que no eligió nadie para la función que le han endilgado, sólo le valdría adoptar una decisión digna: declinar el honor y desentenderse del asunto para mantener, al menos, un cierto halo de compostura, porque no pintan nada en toda esta historia, la verdad.

No vamos a decir que este hecho sea una de las mayores calamidades que suceden en nuestros pueblos y ciudades; cosas peores hemos sufrido aquí y en todas partes, pero sí es un síntoma o indicio de la descomposición consistorial, ya que para dirimir un asunto que corresponde en exclusiva a los representantes votados por los ciudadanos, se deriva a un organismo ajeno de tipo más bien honorífico y con carácter de asesoría áulica para mejor lucimiento institucional.

Visto lo que hay, podemos llegar a la conclusión de que no hay Corporación municipal ni Junta de Gobierno, más bien unos órganos en funciones que representan un papel para tranquilidad del vecindario y proporcionar al respetable la sensación de que existen órganos colegiados de verdad. La realidad no es así: hay un poder omnímodo, el de la Alcaldesa, que lo pincha y lo corta todo y pare usted de contar. No parece que nos vaya a ir muy bien ni que la cosa apunte a un arreglo a corto plazo.

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