A la caza de comunicante

Este tiempo que nos ha tocado vivir se caracteriza por las largas esperas telefónicas: llamas al centro de salud, a una oficina de cualquier administración, a los servicios sociales, a la revisión obligatoria del coche, a la luz, al agua, al gas, a la compañía telefónica o de internet, a quien sea y comunica o suena la llamada hasta que la compañía telefónica extingue la llamada porque nadie contesta. Se habla en los medios de comunicación, pero aquí organismos administrativos y empresas de servicios están muriendo de éxito. “Es la pandemia” nos dicen, pero ya pasaba antes, ya estábamos avisados, sólo que ahora el problema es más agudo. Algunas de estas entidades te remiten a su página WEB donde, se atreven a decir, podrás hacerlo todo. Naturalmente es mentira, funcionan al  treinta o cincuenta por ciento aproximadamente de lo que sería necesario. Así que sigues llamando una vez tras otra al teléfono hasta que logras comunicar, tras una hora u hora y media de intentonas con una persona humana que, en un ochenta por ciento de los casos, aproximadamente, logra comprenderte e ir poniendo un parche a tu problema.

Ahora, los habituales enteradillos te pasan un número directo, un contacto en el que por lo menos no contesta una máquina, pero esos números telefónicos están cotizadísimos en el oscuro mercado de las influencias. Uno se resigna y ya sabe que la antigua cola se ha transformado en el incansable marcar un teléfono insistentemente y pedirle al destino que al otro lado aparezca un humano de verdad, aunque sea con unos minutos de musiquilla de espera, y no una grabación infamante que te largue al limbo.

Leí el otro día un comunicado del portavoz del grupo municipal popular en el ayuntamiento de nuestra villa marinera y eran dos folios como remitidos desde la estratosfera. No sé si los escribe directamente el inefable López Asenjo o tiene algún ayudante, si es que entre las telarañas de la caja de los populares gijoneses queda para pagar a este tipo de profesionales, pero su lectura deja el ánimo encogido, tal es lo confuso de sus conceptos y la pobreza de su lenguaje. Mal van en el PP gijonés: con ese portavoz, las otras dos concejalas tienen que estar temblando y no digamos la directiva local del PP. Nunca estuvieron tan mal y mira que les pasaron crisis importantes. De sus anteriores jaleos salieron ocho años de gobierno forista en la ciudad y el partido de la derecha quedó postergado y ahora reducido a la mínima expresión. Y esto es malo, porque deja como árbitro a la actual primera autoridad, tan autosuficiente, tan poco empática con nuestra villa marinera.