Quíteme allá ese nombre

Allá coincidiendo con los inicios de los fabulosos 80’s o un poco antes, Bob Dylan se nos puso místico, tirando a bíblico, tanto es así que hay un grupo de discos que son conocidos como la trilogía cristiana. Uno de los éxitos de aquella tanda se titulaba «Man gave names to all the animals». Sé que se traduce como «El hombre puso nombre a todos los animales» porque en otra vida me tocó presentarlo en varias ocasiones cuando estaba de moda. A las calles de las ciudades le pone nombre el ayuntamiento correspondiente, a veces siguiendo una costumbre popular como por ejemplo la calle Corrida de nuestra veraniega villa marinera y en otras, por la voluntad del consistorio, como pueda ser la avenida del Llano.

Hay otra avenida que se ha convertido en conflictiva porque está dedicada a Juan Carlos I y el hombre anda de capa caída por culpa de un quítame allá esos milloncejos, aunque por el momento sean espíritu puro y sólo estén en labios de una señorita que tuvo tratos de diversos tipos, como puedan ser comerciales o carnales, con el veterano monarca. Lo que parece peor es más bien lo de la parte comercial y, de momento, el anterior jefe del Estado se ha visto obligado a tomar, como todos sabemos hasta la saciedad, las de Villadiego.

Como tenemos en este pueblo nuestro un mando edilicio muy progresista ya se les ha puesto en las narices cambiar el nombre de la avenida, mezclando no sé qué cuentos sobre ejemplos morales o zarandajas del mismo estilo. Y como a la parachutista de Carbayonia, a la sazón primera autoridad, no le gana nadie a progresista, ha salido la primera a ventilar el asunto. Por la parte de estribor se le han puesto de uñas y ya tenemos montado otro entretenimiento agosteño para animar las vacaciones consistoriales. A ver cómo va derivando un asunto que tiene sus aristas, porque para ser justos, nombres hay en el callejero de personas que se han cargado a otras personas, pero que el olvido de la Historia hace pasar como si fueran perfectamente ejemplares, cosa que ya le han echado en cara oportunamente y no sin razón, a la Alcaldesa. También hay calles y plazas con nombre de personas que todos sabemos fueron pertinaces caciques y ladrones, algunos hasta con título nobiliario y todo.

Mira que no hay cosas en las que afanarse en la ciudad como para emprenderla a destiempo con el anterior rey ahora extrañado fuera del país. Pero así se comportan las gentes mandonas y arbitrarias, ejemplarmente como auténticas tarugas sin mejor oficio o beneficio que ocuparse de asuntos banales que poco importan