Disoluciones sin disolventes

A unos sindicalistas –de Ce Ce O O– sobre todo, se les mete en la cabeza el sueño de pasar a funcionarios a más de trescientos empleados de algunas fundaciones municipales, cosa que es imposible de por sí, y ahí tenemos a la concejala Pineda enfrascada en números y estudios para ver la posibilidad de la cosa. Le darán mil vueltas y llegarán a la conclusión de que adscritos en una fundación municipal o en la propia estructura municipal, seguirán siendo personal laboral, lo cual no es mal asunto ni significa demérito alguno. Pero por aquí pasó también, liviana como un hada con su varita mágica, gentil y vaporosa, la dama de Carbayonia que nos cayó como alcaldesa y decretó un “estúdiese”, y ahí tenemos a la ugetista concejala Pineda trabajando en los sueños de Comisiones: paradojas de los gestores públicos.

No estamos, por tanto, ante una actuación que beneficie a los sufridos habitantes de esta villa marinera, sino ante una especie de “sueño de los subalternos”, al estilo de lo expresado, salvando las distancias, por la doctora Gayatri Chakravorty Spivak, pero que ni mejorará los servicios ni ahorrará recursos. Simplemente un jaleo para discutir no ya unos meses, sino unos años y que probablemente no se resuelva en un mandato municipal.

Este equipo de gobierno –o lo que debería ser un equipo de gobierno, que no lo es– no tiene las cosas claras y es débil, así que cualquier cosa que se ñonga sobre la mesa es tomado como una idea a ser tenida en cuenta, no como una salida de pata de banco para conformar los deseos de alguna minoría que alce un poco la voz: ahí tenemos a cuatro de una especie de orden mendicante que reivindica alguna estulticia, acampados en el parque de Isabel la Católica y que al consistorio le cuesta dios y ayuda para conseguir su traslado u poco más allá, al parque de los Hermanos Castro, porque a los precaristas no les gusta el emplazamiento propuesto. No es ya cuestión de capacidad de gestión, sino de evaluación de daños: no se atreven por aquello del qué dirán y si algún grupo municipal se enfurruña y luego es cicatero con sus votos. ¡Qué vergüenza! Estamos ante reiteradas exhibiciones de debilidad y falta de redaños para sacar adelante los asunto, como para ponerse ahora, así por las buenas, a disolver tres fundaciones municipales con la grillera de oposición de la que gozamos. Porque, nadie se haga ilusiones, quienes durante décadas han estado criticando la existencia de ciertas entidades, se convertirían ahora en sus más aguerridos defensores. Y como los números son los que son, la cosa va para muy largo.