Luces de la ciudad

La gentil dama paracaidista que funge ha un año ya como primera autoridad de nuestra populosa y coqueta villa marinera, a pesar de ser profesora de Lengua y Literatura, a la hora de citar el apelativo cariñoso del nuevo hijo adoptivo de la localidad, el fallecido escritor Luís Sepúlveda, se refiere a él como «Chucho», quizá confundiéndolo con el músico Chucho Valdés, y mira si no hay kilómetros entre Cuba y Chile; pero pelillos a la mar, una equivocación la tiene cualquiera, aunque indica lo prendidas que nos trae con alfileres las charletas por Youtube desde su despachito oficial. Allá ella: cada uno es dueño de sus silencios y de sus ridículos.

El gran acierto de este año en cuanto a honores y distinciones viene en el nombramiento de hijo predilecto del gran Francisco Prendes Quirós, un ciudadano ejemplar de esta villa marinera, infatigable republicano y siempre preocupado por las cosas comunes a la ciudadanía de esta villa y concejo. Tuve el honor de compartir con él, hace tantos años ya, aquella campaña electoral que encabezó en el distrito asturiano por el Partido Socialista Popular cuando las primeras elecciones democráticas después de la dictadura del general ferrolano. Escuché todos sus mítines y, aunque nunca se despegó ni un milímetro del programa electoral, nunca se repitió, tal era su capacidad oratoria. Sí, el gran Paco Prendes, que tanto escribió sobre Gijón y Asturias, cuya historia no le era ajena, brillaba también en su oratoria, aunque nunca presumió de ello. Hacerle hijo predilecto es el pago de una deuda de esta villa marinera para con uno de sus integrantes que tanto se preocupó por ella y que tantos conocimientos aportó -y que en estas páginas dejó plasmadas en numerosas ocasiones- para la mejora y progreso de su economía y de la sana convivencia de sus gentes. Fue un faro ciudadano que nos iluminó a todos y que merece el reciente honor otorgado y algunos más que deberán llegar pronto.

Inmersos en plena «Semana negra» -poco importa su tamaño reducido este año por cuestiones sanitarias- también sentimos el brillo de su luz cultural y el esfuerzo de sus organizadores porque el festival se celebrase: el premio es que los medios nacionales, y muchos internacionales, se están haciendo eco de sus eventos como si no hubiera cambios, tal es la potencia del festival después de treinta y tres ediciones: su inercia es enorme. Por faltar, no falta ni el «Rufo» esa tradicional figura del genial Enrique Herrero que a modo de mascota se erige en enseña del acontecimiento y que este año está dedicado a Mori, el temprana y recientemente fallecido fotógrafo oficial del festival.