Cerco a Gijón

Lo del gobierno del señorito de Laviana con Gijón es una actitud nefasta. La combinación de Barbón y Cofiño para con esta ciudad pasa de castaño oscuro. La última puñalada trapera se la han dado a los organizadores del festival Tsunami a los que, con sólo un día de antelación, les ordenan suspender una actuación: eso no es cuidar de la salud de la ciudadanía: es hundir a unos modestos empresarios. A uno, las actuaciones de música ligera le traen al pairo, aunque comprende que existan personas que disfruten con este tipo de mezcla de alcohol y ruido. Sí, el virus es contagioso y tal y antes la salud que otra cosa, pero eso se sabe una o dos semanas antes, por lo que anular el permiso con unas escasas horas de antelación es una jugarreta que entra en los terrenos del abuso e indica a las clara que no estamos en buenas manos. Lo de la Feria de Muestras son palabras mayores y, con una cierta buena voluntad, se podría haber llegado a una solución que cohonestase la salvaguarda de la salud pública y la celebración del evento aunque con grandes limitaciones. Definitivamente, deberemos andar con pies de plomo si en la ecuación de algún asunto que tenga que ver con esta ciudad entran estos mandatarios radicados en la capital del Principado. Precisamente los capitalinos, por menos de estas cosas, comenzaron a hablar del cerco a Oviedo; ahora, como la risa va por barrios, deberemos hablar de cerco a Gijón. Como a la lista de sus defectos, estos mandamases de Suárez de la Riva no pueden añadir precisamente un cierto valor, hay cosas que ya no se atreven a hacer con la capital y se ensañan con la mayor ciudad de Asturias. Se echan de cuenta que las elecciones autonómicas están lejanas, pero como las cosas tienden a ir a peor es difícil que el público olvide, porque para entonces y al paso que van habrán añadido nuevos agravios.

Aquí, en la villa marinera de nuestros pecados, al alcaldín comunista de coches y humos se le ha ocurrido pintar el suelo para indicarnos el camino a la playa. Es curioso, porque desde hace lustros y lustros, el público local y foráneo ha sabido llegar al principal arenal sin tales indicaciones, pero el ridículo es patrimonio de los necios y el concejal Aurelio lleva camino de que le otorguen premio mayor en la especialidad. Hasta el veterano ex Montes Estrada, «Churruca», aparece por los papeles llamando la atención sobre lo demasiado por libre que marcha el asunto: un toque público para indicar que el mando de la taifa de la movilidad y el medioambiente no ha de ser ejercida bajo los principios del despotismo ilustrado o iletrado.

Disoluciones sin disolventes

A unos sindicalistas –de Ce Ce O O– sobre todo, se les mete en la cabeza el sueño de pasar a funcionarios a más de trescientos empleados de algunas fundaciones municipales, cosa que es imposible de por sí, y ahí tenemos a la concejala Pineda enfrascada en números y estudios para ver la posibilidad de la cosa. Le darán mil vueltas y llegarán a la conclusión de que adscritos en una fundación municipal o en la propia estructura municipal, seguirán siendo personal laboral, lo cual no es mal asunto ni significa demérito alguno. Pero por aquí pasó también, liviana como un hada con su varita mágica, gentil y vaporosa, la dama de Carbayonia que nos cayó como alcaldesa y decretó un “estúdiese”, y ahí tenemos a la ugetista concejala Pineda trabajando en los sueños de Comisiones: paradojas de los gestores públicos.

No estamos, por tanto, ante una actuación que beneficie a los sufridos habitantes de esta villa marinera, sino ante una especie de “sueño de los subalternos”, al estilo de lo expresado, salvando las distancias, por la doctora Gayatri Chakravorty Spivak, pero que ni mejorará los servicios ni ahorrará recursos. Simplemente un jaleo para discutir no ya unos meses, sino unos años y que probablemente no se resuelva en un mandato municipal.

Este equipo de gobierno –o lo que debería ser un equipo de gobierno, que no lo es– no tiene las cosas claras y es débil, así que cualquier cosa que se ñonga sobre la mesa es tomado como una idea a ser tenida en cuenta, no como una salida de pata de banco para conformar los deseos de alguna minoría que alce un poco la voz: ahí tenemos a cuatro de una especie de orden mendicante que reivindica alguna estulticia, acampados en el parque de Isabel la Católica y que al consistorio le cuesta dios y ayuda para conseguir su traslado u poco más allá, al parque de los Hermanos Castro, porque a los precaristas no les gusta el emplazamiento propuesto. No es ya cuestión de capacidad de gestión, sino de evaluación de daños: no se atreven por aquello del qué dirán y si algún grupo municipal se enfurruña y luego es cicatero con sus votos. ¡Qué vergüenza! Estamos ante reiteradas exhibiciones de debilidad y falta de redaños para sacar adelante los asunto, como para ponerse ahora, así por las buenas, a disolver tres fundaciones municipales con la grillera de oposición de la que gozamos. Porque, nadie se haga ilusiones, quienes durante décadas han estado criticando la existencia de ciertas entidades, se convertirían ahora en sus más aguerridos defensores. Y como los números son los que son, la cosa va para muy largo.

Pelotilleros mal avenidos

El despropósito de cerrar el Muro al tránsito entre el Piles y el Náutico ya sabemos que está hecho a tontas y a locas. Que fue puesto en marcha cuando todos estábamos confinados y la carretera de la Costa aguantaba perfectamente el flujo de los escasos vehículos que circulaban por la ciudad. Ahora viene lo malo y, aún así, la cantidad de coches no es la de estos años atrás, debido a las especiales circunstancias que vivimos.

Al ocurrente alcaldín Aurelio para los coches y los humos también se le ocurrió cerrar la circunvalación del Molinón y hacer alguna que otra perrería por el otro lado del río por Dr. Fleming, lo que levantó un general encocoramiento y, sobre todo el personal, entre los directivos camerales, empeñados últimamente en su particular disputa con el Principado sobre si Feria sí o Feria no. Independientemente que ambas partes tienen razones poderosas, habrá que reconocer que, en el orden de mantener al virus en su sitio, es decir, lejos, gentes circulando en estado libre por la Feria, dando vueltas en círculo de acá para allá en un recinto, amplio, aunque cerrado, no parece muy conveniente.

El que no haya FIDMA en su sexagésimo cuarta edición es un palo económico de aúpa para la entidad cameral puesto que de su celebración dependen los abundantes recursos económicos que hacen de la gijonesa una cámara de comercio próspera, en comparación, sin ir más lejos con las decadentes y pobretonas de Oviedo y Avilés.

No es el actual ejecutivo asturiano con el habitante de Suárez de la Riva al frente un especial amigo de las cuestiones que se suscitan en esta villa marinera. Probablemente si estuviera localizada por la parte de las cuencas se mirarían sus cosas con un cariño especial, pero no es el caso. Tampoco ayuda el híspido y poco amigable carácter de la gentil dama de Carbayonia que gobierna desde la mismita orilla del Cantábrico a lo que se debe añadir su escasa empatía tanto con el presidente regional como con su conspicuo y poco hábil vicepresidente.

Colocados así lo bolos de esta partida, no nos extrañemos de que las cosas no vayan a mejor ni se otee en lontananza una especial buena relación entre las dos administraciones. En lo de las estaciones y plan de vías parece que estarán de acuerdo, pero más que nada porque a ambas partes les conviene hacer la pelota al ministerio de Ávalos, no por otra causa, y frente al patrón de la administración general no les queda a estos blanditos sin imaginación otra cosa que decir amén.

Por cierto, finiquitó la XXXIII Semana Negra y lo hizo con bien. Otra vez amén.

Inoperancia general

Habrá quien se pregunte cómo la delicada dama de Carbayonia que nos gobierna el municipio ha incrustado al alcaldín Aurelio, comunista de pro, en su equipo de gobierno. La cosa está fácil: no encontraba material adecuado en su propio grupo, a muchos de cuyos integrantes, digamos para andarnos sin rodeos, desprecia políticamente. Miró a su alrededor y no encontró cosa mejor para la cosa de los coches y los humos. Y ahí tenemos al único concejal de IU, presumiendo más que un ratón encima de un queso, que se dice, con sus competencias y anunciando normas a golpe de ocurrencia y disfrazándolas con supuestos informes técnicos. Cuando se vaya, como todos nos acabamos yendo de los sitios, dejará un galimatías de campeonato que ocupará un par de mandatos arreglar y, mientras, a aguantar las salidas de pata de banco del inefable edil que se nos ha creído el gran ordenador de la movilidad local. Frente a estos desmanes, paciencia y templanza: todo pasará y tanto la dama paracaidista como su adlátere cooptado dejarán libres sus poltronas a otros que, esperemos, porque la esperanza es lo último que se ha de perder, lo hagan mejor, en lugar de enredarlo todo.

¿Y cómo nadie dice nada? Pues porque todos andan más o menos igual entre sus huestes. Son grupos muy fraccionados, y en la mayoría de ellos el buen entendimiento brilla por su ausencia entre sus integrantes. Ahí tenemos sin ir más lejos a los pobres -dicho literalmente- del PP, que no tienen ni para pagar el alquiler de su sede en Álvarez Garaya y que pronto habrán de desalojar. Les pasa que Alberto Manuel López Asenjo García, anteriormente Alberto Manuel López García- Asenjo -nos informa alegre y cantarina la Wikipedia-, a la sazón paracaidista en jefe del grupo municipal popular, no les suelta el parné de la contribución con la que el Consistorio subvenciona a las diferentes formaciones que componen el Pleno. Sucede que cada final de año tienen los grupos que justificar ante Intervención con sus facturas y documentos correspondientes en qué se han invertido esas generosas contribuciones, y hétenos aquí que hay concejales del propio grupo municipal que no están muy seguros de lo que va a pasar porque, salvo el portavoz del grupo, nadie sabe nada de las precitadas subvenciones. Es una situación lastimosa, pero un grupo municipal en esas condiciones no está en condiciones de hacer oposición alguna a los mandamases socialistas.

Definitivamente, a esta Corporación municipal no hay muy bien por dónde cogerla, y, de hacerlo, utilizar unas pinzas porque contamina de manera fulminante inepcia en su forma más agravada: no hay bando que se salve.

Luces de la ciudad

La gentil dama paracaidista que funge ha un año ya como primera autoridad de nuestra populosa y coqueta villa marinera, a pesar de ser profesora de Lengua y Literatura, a la hora de citar el apelativo cariñoso del nuevo hijo adoptivo de la localidad, el fallecido escritor Luís Sepúlveda, se refiere a él como «Chucho», quizá confundiéndolo con el músico Chucho Valdés, y mira si no hay kilómetros entre Cuba y Chile; pero pelillos a la mar, una equivocación la tiene cualquiera, aunque indica lo prendidas que nos trae con alfileres las charletas por Youtube desde su despachito oficial. Allá ella: cada uno es dueño de sus silencios y de sus ridículos.

El gran acierto de este año en cuanto a honores y distinciones viene en el nombramiento de hijo predilecto del gran Francisco Prendes Quirós, un ciudadano ejemplar de esta villa marinera, infatigable republicano y siempre preocupado por las cosas comunes a la ciudadanía de esta villa y concejo. Tuve el honor de compartir con él, hace tantos años ya, aquella campaña electoral que encabezó en el distrito asturiano por el Partido Socialista Popular cuando las primeras elecciones democráticas después de la dictadura del general ferrolano. Escuché todos sus mítines y, aunque nunca se despegó ni un milímetro del programa electoral, nunca se repitió, tal era su capacidad oratoria. Sí, el gran Paco Prendes, que tanto escribió sobre Gijón y Asturias, cuya historia no le era ajena, brillaba también en su oratoria, aunque nunca presumió de ello. Hacerle hijo predilecto es el pago de una deuda de esta villa marinera para con uno de sus integrantes que tanto se preocupó por ella y que tantos conocimientos aportó -y que en estas páginas dejó plasmadas en numerosas ocasiones- para la mejora y progreso de su economía y de la sana convivencia de sus gentes. Fue un faro ciudadano que nos iluminó a todos y que merece el reciente honor otorgado y algunos más que deberán llegar pronto.

Inmersos en plena «Semana negra» -poco importa su tamaño reducido este año por cuestiones sanitarias- también sentimos el brillo de su luz cultural y el esfuerzo de sus organizadores porque el festival se celebrase: el premio es que los medios nacionales, y muchos internacionales, se están haciendo eco de sus eventos como si no hubiera cambios, tal es la potencia del festival después de treinta y tres ediciones: su inercia es enorme. Por faltar, no falta ni el «Rufo» esa tradicional figura del genial Enrique Herrero que a modo de mascota se erige en enseña del acontecimiento y que este año está dedicado a Mori, el temprana y recientemente fallecido fotógrafo oficial del festival.