Fauna y flora

Me insta una amistad a poner cuidado con algunos asuntos. Le da esta persona más importancia a estos humildes comentarios que la desprendida de ellos. En estos casos siempre le queda a uno la duda entre si bajar el diapasón y dedicarse a los pájaros y la flores o a los asuntos consistoriales. Vamos a situarnos en una posición intermedia y dedicarnos al comercio «al detall» de plantas de ornato y ramos de flores, más que a la botánica en su sentido amplio. Desde niño me encantó contemplar el escaparate en chaflán de una tienda de plantas en la esquina de la calle de San Antonio con la hoy de San Melchor de Quirós. Casa Múgica se llamaba. Su interior se veía umbrío y fresco con bonitas especies de plantas exóticas y primorosos ramos de flores. No era una tienda cualquiera: tenía un toque especial en su decoración y en su ambiente en general. Pues bien, ha cerrado sus puertas. Fueron varias generaciones tras su fundador, Pedro Múgica, quienes atendieron el negocio. La última de ellas Pilar, una señora muy amable y paciente que ya ve llegado el momento de la jubilación, habiendo rebasado ya la edad habitual y haciéndose acreedora un merecido descanso. Ciento veintiséis años de negocio, según nos informa en estos papeles Pablo Palomo.

Hay algunos pájaros de cuenta pero aquellos con los que tratan los entusiastas del grupo ornitológico «Carbayera del Tragamón» en nuestra volandera villa marinera son majos, con sus picos, plumas y patitas. De vez en cuando publican en su Facebook alguna foto, alguna ficha de una o dos especies dignas de mención. No se meten con nadie y, pacíficamente, se ocupan en la observación y cuidado de las aves que proliferan por nuestro entorno. Ya su denominación, tan gijonesa, merece un reconocimiento especial por parte de todos y que, como no meten ruido, parece que no se hacen reconocedores de los merecimientos que otros, más alborotadores y me nos útiles para la colectividad, reciben sin más ni más.

Ahí tenemos a los de la federación de asociaciones vecinales con su nuevo presidente como si fueran trascendentales en nuestra convivencia ciudadana, pero sin mayor trascendencia y tratados mediáticamente como si su labor fuera fundamental para la buena marcha de las cosas. Su decadencia hasta la extinción será larga, porque siempre habrá algún grupo político que se apunte a su instrumentalización: los hay que van descubriendo sucesivamente la pólvora y se apuntan al manejo de las cada vez afortunadamente más mermadas asociaciones de vecinos. No es que no deban existir entidades activistas que mantengan a raya al poder municipal, pero se trata de que aparezca algún sistema nuevo, no uno que ya viene de los tiempos de Maricastaña.

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