Risas y falsas representaciones

El otro día se produjo un hecho bochornoso en el Parlamento asturiano que, aparentando tener unas consecuencias, resultó que al final tuvo otras, con lo que la cosa terminó como empezó, es decir, en empate, pero con el personal un poco pasmado. Hétenos aquí que tocaba la comparecencia en comisión parlamentaria de la Junta a la señora consejera de Cultura, Berta Piñán, aguerrida babliega de larga trayectoria y que, como tal, pretendió colocar su discurso en el bonito dialecto astur-leonés. Enseguida una diputada del PP y otro de los ultras elevaron su voz: la popular pidió intérprete simultáneo para poder comprender a la mandataria cultural y el extremista por la derecha llegó a manifestar que era preferible pronunciar la comparecencia en inglés porque así lo comprendería más gente. La cosa terminó en los letrados que determinaron, en muy estricta aplicación del reglamento que, al carecer la consejera de la calidad de consejera, no tenía derecho a utilizar el bable, por lo que compareció en español y constató al final que se había sentido humillada. Enseguida recibió el apoyo del presidente Barbón que se despachó manifestando que «la extrema derecha ha impedido hablar en asturiano en la Junta General del Principado, el parlamento de Asturias». Los de la oposición de Ciudadanos echaron su cuarto a espadas y acusaron a la consejera de Cultura de «utilizar la llingua» para hacer «teatro» electoralista en el Parlamento. Los del PP, callaron, pero al poco se descubrió para pasmo general que en un pleno, la diputada que había pedido la interpretación simultánea, había recitado en astur-leonés un poema de la propia ¡Berta Piñán! Ya se adelantó que, al desempolvar el asunto lingüístico y prometer cooficialidades, los socialistas con su jefe Barbón al frente, habían cometido una torpeza mayúscula de proporciones aún imprevistas. De este rifirrafe, salieron con empate porque los hay todavía más torpes entre los populares al meter la pata como campeones y que, a pesar de contar con reglamento a su favor, terminaron la jugada provocando la risión general.

Con elementos cómicos en máximo órgano representativo de la región, por nuestro pueblo anda de moda el modesto río Piles. Anda estos días, a costa de la suciedad del curso fluvial mosqueada la primera autoridad con los conocidos sedicentes representantes vecinales. No se debería enfadar tanto la alcaldesa porque el tal movimiento vecinal prácticamente no existe y los que quedan dispersos por las directivas se montan la conocida como Federación de Asociaciones Vecinales que tampoco es nada, salvo un tentáculo político al servicio de una minúscula formación política de escasa representación edilicia. Extraña que, con tan escasa representación, tengan tanto predicamento e influencia en los mandamases municipales: prácticamente no son nada, salvo unos dignos particulares con el inalienable derecho a tener montado su chiringuito, como todo hijo de vecino, pero nada más. Cierto que desde los medios de comunicación, a falta de cosa mejor, se les da más voz de la que merecen y puede que de ahí venga la atención. El caso es que unas personas que a pocos representan se meten a barato y ahora se preocupan y hasta se atreven a exigir sobre la playa como si tuvieran algún tipo de representación social, cuando en realidad no han pasado por urna alguna.