A Mar de Niebla

A mí es que eso de Mar de Niebla me cae muy bien, por lo que no puedo -ni quiero- ser objetivo cuando hablo de este colectivo que demuestra una inquietud por volcarse hacia los demás encomiable. No hay iniciativa que emprendan que no tenga un fin loable y no hay persona que pueda levantar queja alguna sobre esta fundación que, desde su nacimiento. Dicen de sí mismos que son una fundación por la acción social y que trabajan por las personas desde las personas. Tarea ímproba, pardiez, pero necesaria, como la de tantas otras entidades que nacen desde la propia base social en un intento de paliar las carencias que la propia sociedad crea. La desigualdad es lo que tiene: hay gentes que sienten la punzada de paliarla en la medida de sus posibilidades: y ahí brilla Mar de Niebla. Se trata más bien de una luz en medio de la niebla de la desigualdad social, como se ha dicho, y no extraña por ello que le lleguen múltiples reconocimientos debido a su labor. Ahora que hay otra corporación, es de esperar que el procomún, a través de la administración municipal ya formada y de la regional a punto de formarse, sea menos cicatera a la hora del reparto. ¿Qué reparto? Pues el económico, naturalmente.

En otros momentos habrá lugar para mencionar otras encomiables iniciativas, pero hoy toca hacer justicia a Mar de Niebla. Sus promotores, patronos, activistas y colaboradores lo merecen. Nunca está de más reconocer aquello que es un bien para el conjunto de una comunidad como nuestra villa marinera y, además, nacida de su propio seno, porque gijoneses de la zona Oeste son los que iniciaron un proyecto que hoy, con mucho esfuerzo, se consolida.

El otro día, sin ir más lejos, organizaron un desfile de moda solidario a favor de ASPACE, la Asociación de ayuda a personas con parálisis cerebral de Gijón y su Centro Ángel de la Guarda. Es decir. Sus iniciativas son colaborativas y encuentran en sus afanes tiempo para echar mano a otras entidades con indudables fines sociales.

No contentos con ello, se preocupan por la formación para el empleo y, como ellos mismos se definen, acompañan a las personas en la mejora de su calidad de vida. La pretensión es ambiciosa, pero los logros son impresionantes. Nacen de la sociedad civil, sin otro aliento que contemplar la realidad que le rodea. No son la coartada de ninguna institución que necesite lavar su imagen, aunque la existencia de este otro tipo de entidades no sobra dadas las carencias de nuestra sociedad, pero lo de Mar de Niebla llama la atención por haber surgido espontáneamente gracias al impulso de unos pocos entusiastas preocupados por el bienestar de las personas, de todas las personas. Merecen el reconocimiento y el aplauso, junto con el reconocimiento por su importante tarea. ¡Cuántas iniciativas como esta se necesitarían para que todos lleguemos a la conclusión de que sin la cooperación social el mundo no será mejor! De momento sabemos que aquí, entre nosotros en la Calzada, está Mar de Niebla.

Deja un comentario