Dolores sobrevenidos

Es muy común de las formaciones políticas considerar que ciertas personas, más o menos neutrales, que no demuestran especial aversión por sus predicamentos, son suyos y establecen con esas personas una especie de relación de propiedad, aunque nunca hayan estado afiliados a ninguna de ellas. Así, cuando alguno de esos neutrales toma opción política, hay alguien que los considera ya como una especie de traidores. El ejemplo más cercano que tenemos en Asturias es el del antiguo rector universitario Juan Vázquez, que se ha convertido en candidato a la presidencia del Principado por Ciudadanos con grave enfado del PSOE. Se le viene a reprochar que siempre se llevó bien con los socialistas y que estos le echaron una mano para llegar al cargo de rector. Se apela, para reprocharle su actual y reciente opción política su trayectoria. Se olvidan los del PSOE de lo que Juan Vázquez pudo aportar, que fue bastante, a mantener una relación fluida entre la Universidad y las instituciones asturianas de gobierno, luego los beneficios de dicha buena relación fueron mutuas para ambas instituciones. Es curiosa además otra circunstancia, porque cuando todo aquello sucedió el partido político Ciudadanos ni estaba ni se le esperaba en este Principado nuestro.

Duele a la FSA que Vázquez haya fichado por Ciudadanos porque es una persona brillante de gran valía que, de haberlo deseado, hubiera formado parte de las listas socialistas, aunque ni las bases ni el aparato hubieran consentido nunca que encabezara alguna de sus listas ni al Congreso ni al Principado. ¿A qué entonces tanto puchero? Es el maldito sentido de la propiedad que convierte a los partidos políticos a diestra y siniestra en eficaces perros del hortelano. ¿Cuántas veces uno ha tenido que escuchar, al hilo de la incorporación de algún independiente a una lista, si no había militantes tanto o más valiosos que el recién llegado «de fuera»? Está claro que entre las personas que circulan por las bases de los partidos abunda un sentimiento de que merecen una colocación en el servicio público por los servicios prestados a la organización, cuando a sus dirigentes les rondan otros pensamientos, como pueda ser el de buscar y encontrar candidatos atractivos para el electorado y, al tiempo, que aporten conocimiento y valor añadido a la formación en caso de tener que meterse en tareas de gobierno.

Con Juan Vázquez, Ciudadanos ha dado en el clavo y ha dado en la diana del acierto con un gran candidato, bastante por encima de otras medianías que ya se van conociendo. No es, por tanto, descartable tampoco un cierto sentimiento de envidia o de fastidio por tan brillante como acertada incorporación. Lo hemos visto con anterioridad y lo seguiremos viendo en el futuro porque es un clásico de la vida política. Esta vez ha tocado en nuestra provincia y debemos felicitarnos por ello: por lo menos sabemos que contamos con un candidato presentable. Lo que las urnas digan después es otro cantar, pero por ahora toca estar satisfechos.

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