Tiempos airados

Asamblea plenaria consistorial en nuestro pueblo para ver el estado del municipio. ¡Qué deprimente! Tras casi ocho años, en su última comparecencia la cirujana y alcaldesa ha enseñado todas sus cartas -algunas marcadas- y no ha podido exhibir ni un solo triunfo: menudo plan para comparecer ante la provincia entera como candidata a la máxima magistratura ejecutiva regional. El resto de los grupos municipales, cada uno a lo suyo, sin hacerle prácticamente ni caso, y los de Podemos, muy sobreactuados, abandonando el salón porque el portavoz socialista los llamase lo que fueron este mandato -y el anterior-, a saber, alcaldes consortes. Una frase del concejal Sarasola, de Ciudadanos, resumió perfectamente el sentido del pleno: «Gijón no está mejor que cuando Foro empezó a gobernar, y de hecho seguimos teniendo los mismos problemas que cuando empezó su mandato».

Se lleva mucho en estos últimos tiempos lo del cordón sanitario en política. Aquí llegamos un poco tarde, probablemente porque la ultraderecha no había hecho acto de presencia como tal y estaba refugiada, muy cómodamente hay que decir, dentro del PP. Pero surge lo de Vox y se plantea si los partidos no extremistas deben dejar a su aire a quienes predican barbaridades xenófobas, retrógradas, homófobas, antieuropeas o simplemente inconstitucionales. Por lo visto con los partidos secesionistas catalanes, que cualquiera acepta sus votos con tal de llevarse el gato al agua, se aventura que en Andalucía, sin ir más lejos, se aceptará que Vox eche una manita con tal de gobernar las ocho provincias del Sur y así para seguir. Lo del cordón sanitario para aislar a los anticonstitucionalistas no es para nosotros, aunque parezca extraño. Si de hecho, se dirán algunos, ya estaban dentro del sistema, qué importa que aparezcan por separado con otras siglas. Pues sí tiene su importancia y aquellos que no respetaren esta prudente norma democrática no escrita cometerían un grave fallo de planteamiento general.

Vox debe ser aislado y tan siquiera aceptar sus votos para gobernar significa carecer de unos cuantos puntos de calidad democrática. Dejemos, de momento que los acontecimientos se produzcan antes de ir más allá y esperemos que la sensatez de los más cabales dirigentes políticos encuentren la solución para una grave encrucijada que se presenta, por ahora, en Andalucía.

Aquí, en el extremo del Norte, tenemos lo nuestro y los mayores ridículos vienen protagonizados de momento por los socialistas sanchistas que, comandados por Barbón, se empeñan en hacer todo aquello que los conduzca a perder el favor de una considerable parte del electorado. La última patochada ha venido por cuestión del bable, un asunto incómodo para gran cantidad de asturianos. Pretender elevar a cooficial con el español a ese constructo artificial, amalgama de variados dialectos, es una barbaridad de tal calibre que no ha de quedar electoralmente impune. Y como quedan unos meses para las elecciones y vista la catadura política de quienes se han hecho cargo del socialismo asturiano es de esperar alguna inoportuna ocurrencia más que haga disminuir sus escaños en la Junta General y en los ayuntamientos. Veamos.