Inicio de otoño

¡Vaya! Tenemos un director de nuestro certamen del cine otoñal que sí sabe cómo obtener ayuda europea. Sí, la misma que había perdido el anterior responsable, tras unos cuantos años de recibirla sin pausa. Nada hay que se resista al trabajo bien hecho y a la capacidad, por lo que es de rigor dar la enhorabuena a este director del festival fílmico que tenemos, Alejandro Díaz Castaño, y a todo su equipo; y felicitarnos de contar, al menos, con alguien eficiente en este proceloso maremágnum de mediocridad moriyonista. Y a esta «genia» es a la que los casquistas pretenden exportar al Principado.

Un concejal que no hay semana que no nos provoque un cierto estremecimiento de humor es Manolo del Castillo, del PP. Sus comentarios de barra del Regatas, elevados a cuestiones municipales, bien en sala de prensa o en forma de moción, pregunta o ruego, dan para mucho. Una mina, vamos, de aquí a fin de mandato: debería acudir a los plenos, como el Obelix de Gosciny y Uderzo lo hacía con su menhir, acompañado de la estela de la «Fortuna Balnearia» que detenta y aposentarla en el escaño de al lado. Al resto de ediles, dado que sobran asientos, no les importaría desplazarse un poquito a favor de la arqueología romana. El caso es que a Del Castillo no le pareció de suficiente enjundia la calidad de los binomios que compitieron recientemente en el concurso de saltos en las Mestas. Ya tenemos un duelo entre este concejal popular y el moriyonista, casquista, forista -o lo que ya coime sean- concejal Jesús Martínez. Sus diatribas serían, por lo menos, tan amenas como aquella de los recordados santanderinos hermanos Tonetti, triunfantes en las más afamadas pistas de circo que recorrían nuestros pueblos y ciudades con sus gracias y chascarrillos.

Tiene nuevo «horti curator» o conservador el Jardín Botánico Atlántico de nuestra sin par villa marinera. Sólo cabe desearle éxitos en su tarea a Carlos García-Verdugo de Lucas, biólogo, que nos llega procedente de Mallorca. Esperamos los éxitos, la paz con los empleados y que se dirima a gusto de todos, es decir, que desaparezca de una vez del mapa su antecesor, cuya actuación tantos líos innecesarios causó, provocando incluso roces entre el Ayuntamiento y la Universidad. Una sola persona, por muy competente que sea en su trabajo, ha de estar también adornada con la virtud de una cierta mansedumbre, cualidad de la personalidad que evita por lo general conflictos. Tengo un amigo que, de él mismo, dice que es «sinflictivo», es decir, que huye de los líos y allí donde adivina un jaleo, prefiere dar un rodeo o esperar prudentemente antes de meterse en el foco del barullo. Pero hay otros que no y cuando su actuación llega a un punto insoportable, se procura apartarle de la escena. En ocasiones, las normas no lo permiten, pero cuando es posible, por desagradable que sea, es más conveniente prescindir de su presencia. Prueba de que el anterior «horti curator», profesional excelente, tiene un carácter, pongamos, difícil, es que ha puesto un pleito por el baremo o sistema de puntuación para el otorgamiento de la plaza en el Botánico gijonés, plaza que, merced a un convenio entre las instituciones concernidas, depende de la universidad ovetense, pero paga el Consistorio gijonés. Que todo vaya bien.