Hípico al día

El Hípico ya no dura nada en nuestra villa marinera. Los tiempos aquellos en que se hacía una pequeña trampa y, para dilatar el tiempo de competición se hacían dos concursos seguidos, con un día de descanso de por medio se han terminado. Pues parece, al decir de los expertos que se ha quedado antiguo, que aquello que fue una gloria estupenda que atraía a lo mejorcito del circuito se nos está quedando en nada. Así, con ese lento declive, hemos visto desaparecer concursos hípicos de nuestro entorno. Es evidente que conseguir la evolución poco a poco, con pequeñas innovaciones año tras año, para que todo cambie casi sin darnos cuenta no está al alcance de unos pocos años a esta parte de los gestores moriyonistas. Ni el Hípico saben mantener en condiciones. Lo hicieron administraciones de carácter opuestos como fueron la predemocrática y la socialista, pero estos, nada de nada.

Como no saben, meten en danza a empresas privadas que teóricamente sí saben, pero que pueden no encajar con la idiosincrasia del público gijonés y que quieren hacer los cambios como si fuera un alto vertical propio de un barraje de desempate. De momento, con cinco días de duración ya no podemos hablar de temporada, sino de un concurso. Admitámoslo.

Ahora, vayamos a la caza (y captura) de patrocinadores de lujo. Parece que ya tampoco ninguna televisión se interesa por ubicar en Las Mestas sus cámaras, por lo que eso de los grandes patrocinadores queda lejos. Hemos salido de los circuitos internacionales de postín. Director hubo que, aunque con carácter desabrido, sabía manejarse, pero le iba en ello su prestigio en el mundillo de la hípica y se esforzaba y buscaba en aquel concurso y en el de más allá las mejores ideas para aplicarlas en Gijón. Así se mantuvo unos cuantos años en primera línea la competición hípica gijonesa.

Sin patrocinadores importantes no es posible atraer a las grandes figuras que se van allí donde tintinean las monedas en abundancia y de ahí el declive. Porque los grandes campeones buscan convertir en dinero sus éxitos que les permitan mantener buenas cuadras. Así que el misterio de los misterios reside en cambiarlo todo para todo siga igual. Es un lugar común, cualquier jinete lo cuenta en cuanto le ponen un micrófono o una grabadora delante, mas que vamos a esperar de esta administración municipal que no da una al derecho. Hasta ha conseguido degradar el Hípico, que parecía una fortaleza inexpugnable del final del verano y ahora, en lugar de preocuparnos por si llueve o hace buen tiempo y de la vida social por las improvisadas fiestas nocturnas de amazonas y jinetes en las noches de la villa que hasta tuvieron sus escarceos que salían en las revistas del famoseo, nos encontramos en cómo mantener en pie el chiringuito. Perdida ya como quien dice la próxima temporada, esforcémonos, a pesar del inconveniente de caer en tiempo electoral, en idear esos pequeños cambios y retoques que devuelvan a la competición de saltos a caballo gijonesa a lo que siempre fue: una cita imprescindible del calendario hípico internacional.