Vistazo veraniego

La pía cirujana, que desde hace unos años funge entre nosotros como alcaldesa, ya ha puesto el anuncio de que nos abandona, que se va en busca de otros destinos políticos a ver si vuelve a ser tocada por la suerte y, de esta, se hace con la presidencia del Principado: lo tendrá muy difícil, aunque cosas más raras se han visto. Lo más intranquilizador, para ella, naturalmente, es cómo se llevará con Álvarez-Cascos y cuánto será capaz de aguantar sus, pongamos, peculiaridades de carácter. El grupo municipal de Foro se queda desarbolado, pues Fernando Couto ya los ha mandado a hacer gárgaras tiempo ha y avisado de su intención de no continuar. Hay dos a los que gustaría encabezar la lista: los concejales Aparicio Bausili y Martínez Salvador, pero es dudoso que se les permita tamaña alegría.

Por la parte de Podemos, ya tenemos la plaza adjudicada y el conducator Suárez del Fueyo ganará brillantemente las democráticas consultas internas para encabezar su populista candidatura.

No sabemos si los de IU irán en la misma lista de Podemos, aunque por estas fechas no tiene pinta de producirse, o sea, que irán por su cuenta y las aguas están lo suficientemente poco agitadas como para que no asome la patita ningún candidato que ahora no se siente en las bancadas consistoriales.

Los socialistas, sumidos en su ensimismamiento, siguen sin curar sus pupitas y ya hasta quien piensa en llamar a la Cruz Roja y su presidente, Constantino Vaquero, para encabezar su lista municipal, aunque las aguas por este lado apuntan a marejada o fuerte marejada, con una notoria desafección política, llena de pequeñas espinas, entre lo que es la junta directiva local y el grupo municipal. Por su parte, el grupo de Ciudadanos, ahora escaso, está nuevo a estrenar. Se le augura crecimiento notable, dado lo serio y concienzudo de su trabajo durante los últimos meses. Tampoco por este lado suenan nombres que conformen las listas, aunque no sería nada raro que, para encabezarla, se echara mano de un independiente con una amplia base de aceptación en la ciudad gracias a su trayectoria profesional.

Es conveniente echar un vistazo al panorama político antes de las vacaciones oficiales edilicias y compararlas por cómo vuelven en el próximo período de sesiones. Lo que nos queda en este tiempo veraniego que corre, de momento, tirando a gris, son los regocijos populares, sus ruidos sin tasa y su aspecto mayoritariamente tirando a chabacano. Escucharemos con paciencia las redundantes quejas de los hosteleros -nunca contentos con su suerte y que desearían que la ciudad toda se pusiese a su disposición en tiempo y espacio-, terminaremos por dar un paseo por la entrañable Feria de Muestras y nos jugaremos alguna modesta apuesta a los caballos del Hípico. Mientras, procuremos ejercitar la paciencia y soportar las aglomeraciones si nos pilla alguna inopinadamente sin estar preparados para ello y evitar con donosura el mobiliario con el que el chigrerío ocupa las calles de la villa.

La locutora

La primera persona que habló por la radio comercial en España, es decir, la primera locutora, fue María Sabater, que lo hizo un 14 de noviembre de 1924; o sea, desde el mismo inicio, el papel de las mujeres fue notable. También los cuadros de actores contaban, aproximadamente al cincuenta por ciento, con mujeres. Y también era frecuente encontrarlas en los departamentos administrativos. Pero, fuera de esos ámbitos, las redacciones y las áreas técnicas o de realización eran terreno reservado a los hombres. Al menguar o prácticamente desaparecer los cuadros de actores, quedaron las locutoras como las únicas mujeres trabajadoras frente a los micrófonos. Eso duró hasta los años ochenta. Probablemente como autodefensa, las locutoras solían tener carácter fuerte e indomable, independientemente del papel que representaran delante del micro. Hoy en día, casi hay más mujeres que hombres en los estudios de radio. Casi todos los profesionales que se enfrentan al micrófono proceden hoy en día de las facultades de comunicación, desaparecida la vía de acceso actoral, antiguamente la más habitual.

Hoy me apetecía realizar un pequeño reconocimiento, sin ser ninguna fecha especial ni celebrar ninguna efeméride o recuerdo concreto, a las mujeres que hablan por la radio. Todos los días las escucho desde cualquier parte del mundo: las hay que nos hablan, en si calidad de corresponsales, desde los lugares más remotos; otras lo hacen desde los estudios centrales de las grandes cadenas, generalmente en Madrid y algunas en Barcelona y, por fin, otras, son las de casa, las que nos hablan desde las radios de nuestro pueblo. En este aspecto, mi locutora preferida actual es Paloma Llanos, una todo terreno que parece haber nacido para hacer radio y que conduce con igual maestría un programa de entretenimiento que confecciona una pieza informativa, despacha un boletín informativo o realiza un reportaje y cuyo timbre y tono de voz es el adecuado para el medio en el que desarrolla su trabajo. Paloma Llanos prefiere ser de casa, aunque está perfectamente dotada para llevar una corresponsalía en el extranjero o realizar un programa desde la central de una cadena; pero resulta que tenemos la suerte de que esté aquí, en la principal emisora de al lado de casa. Sí. Tiene otras muchas compañeras, con sus habilidades y que ponen lo mejor de sí mismas para lograr entretenernos o informarnos, pero lo de Llanos tiene ese toque que la hace especial.

Me consta que a ella le enfadan estas cosas y hasta es muy probable que le reproche a uno estas expansiones, quizás en demasía confianzudas; pero es justo reconocer las realidades.

Y, mientras cada uno en nuestra villa y concejo realiza lo mejor que puede y sabe su tarea, los poco dotados concejales del moriyonato siguen haciendo de las suyas, o sea, nada. Y dos concejales del PP, Sofía Cosmen y Manuel del Castillo, se ausentan del Pleno para no tener que condenar que se empapelen con pasquines franquistas las sedes de dos partidos de la Corporación. Bendita sea su pureza y que viva el fascio redentor: ya hay dos que se han dado a conocer ellos mismos y sin que nadie se lo pidiera.

Juegos decadentes

El gobierno del Principado se cargó hace unas semanas la rifa pro Infancia de Gijón y nos hemos quedado tan tranquilos, sin casi enterarnos. Cierto es que, con igual expeditivo procedimiento, hizo lo propio con la rifa Benéfica de Oviedo que tenía idéntico fin. Son otros tiempos y los recursos para atender a los infantes que carecen de ellos se obtienen de formas muy diferentes. De todas formas, perdemos una costumbre social que ha ido perdiendo arraigo con el paso del tiempo, pero que lo tuvo y que, en su momento, solucionó más de un problema. Hay, por el contrario, costumbres que no decaen.

Por ejemplo, ahí tenemos, no sabemos si llena de buena voluntad o con fin oculto tras el velo el interés del grupo municipal del PP parar que el Ayuntamiento asuma la gestión del Palacio Revillagigedo. Es un loable interés por nuestras viejas piedras. Tanto es el interés que uno de sus concejales, Manuel del Castillo, mantiene una de nuestras viejas piedras romanas, la estela de la Fortuna Balnearia, bajo su propiedad, al igual que los herederos de Joaquín Manzanares mantienen bajo la suya, junto con más piedras venerables, fruto de la rapiña por acá y allá, las Aras Sestianas. Es curioso que tanto interés del PP local venga a coincidir con una parte del interés del señor conde, empeñado en colocar el archivo de su casa a alguna administración pública, para que se lo organice y custodie, pero con capacidad de mangonearlo él todo, que para eso son los legajos de sus antepasados y él es muy conde. Se ve que, de de vez en cuando no nos queda más remedio que asistir a estas cargantes instancias condales que asoman la patita por los lugares más insospechados. Uno se conformaría con la devolución al procomún de la Fortuna Balnearia, un bien arqueológico que debería estar en manos públicas y no privadas, a no ser que su posesión sea un ítem más de los aportados al curriculum político del inefable Manolo del Castillo.

Otros, que tienen ya la gestión de algo, sin embargo, se hacen los remolones, como los responsables de las dársenas puerto deportivo propiedad del puerto, pero con una concesión vigente que obliga al concesionario, entre otras cosas a mantener limpia y en condiciones la lámina de agua. Remolonean y se niegan los obligados porque alegan que el botellón lo pone todo perdido, pero los contratos de concesión son lo que son, no lo que las partes obligadas quieran que sean. Y si les resulta todo muy oneroso, que renuncien a la concesión o la traspasen.

El viejo puerto debería estar fuera de la gestión de la Autoridad Portuaria de Gijón y ser traspasada en su totalidad, partes de mar y tierra, al Ayuntamiento. Probablemente a los gestores locales se les pongan los pelos de punta sólo de pensar a lo que ascendería la factura anual, pero para eso están las concesiones. La instalación nada tiene que ver con lo que viene a ser la gestión de un puerto comercial y sí con lo que es la oferta turística y de esparcimiento de una ciudad: ahí está u reto de futuro con su enjundia.

Lo festivo y lo feo

Llega el tiempo de la «Semana negra», que va por su trigésimo primera edición. Este año, la mascota «Rufo» se ha convertido en «Rufa». No es la primera vez que tal cosa sucede, sino la segunda. Esperemos que el tiempo acompañe y que las casetas con libros sean muy visitadas. Los bares y los puestos de comida ya sabemos que lo serán. Habrá que desear suerte a los organizadores en su difícil cometido y que, por fin, una vez solucionados los últimos flecos, se logre la estabilización financiera de un festival que se ha convertido en santo y seña del verano local y provincial. El festival quiso nacer inocente y paradójicamente blanco, pero al haberlo hecho con el visto bueno de la corporación municipal de hace una treintena larga de años, no tardó ni un segundo en convertirse en materia de controversia y todavía sigue, según los años, con mayor o menor virulencia. Deseamos que todo camine por la senda de la tranquilidad y el éxito.

Vamos con algo feo. No se puede decir que las conversaciones para proponer una moción de censura que sacara de su sillón de alcaldesa a la cirujana Moriyón hayan saltado por los aires porque nunca fue cosa seria o verosímil: sin peligro de explosión, no hay bomba que valga. Lo que nunca se podrá comprender son las razones por las que, en las condiciones políticas que se dan en el consistorio local de esta pizpireta villa marinera, al concejal comunista Aurelio le haya dado por meterse en tal berenjenal. Hasta el concejal popular Pablo jugó a profeta y ya nos advirtió a todos que de moción, nanay; y encima aportó la razón: los de Podemos están muy cómodos, están mangoneando como quieren con las marionetas moriyonistas de pantalla. Lo que nos queda es saber si ya se da por terminada la partida o los señores concejales nos obsequiarán con algunas manitas más para tener alguna que otra línea que rellenar.

De momento, la ciudad sigue en estado cataléptico, como la bella durmiente, realizando tan sólo las funciones básicas para garantizar su supervivencia. Únicamente si echamos mano de la frivolidad se puede entender la iniciativa de la IU gijonesa, como si la política fuera un juego en el que casi todo vale. Que lo hagan personas mayores, hechas y derechas, llama la atención y dice poco de la calidad media de nuestra corporación, puesto que no sólo el grupo proponente ha perdido tiempo en la cosa, sino que, por diversas causas otras dos formaciones, se supone que de la izquierda, se la han tomado en serio o, al menos, lo han fingido, como si fuera lo más normal del mundo. Contemplar una reunión de esas en las que cada uno va a soltar su monólogo, con caras circunspectas, como si se lo creyeran, es uno de los espectáculos más deplorables y desoladores de los que produce la actividad política. Mira tú que no hay cosas enjundiosas a las que darles vueltas en intento de encontrar solución y lo pierden en un baldío juego de poder. En fin, una pena.

Brecha profunda

Se dio a conocer estos días un estudio encargado por el Ayuntamiento de esta populosa villa marinera acerca de la brecha salarial entre los hombres y las mujeres empleados tanto en el Consistorio propiamente dicho como en sus órganos desconcentrados dependientes. Como era de esperar, el estudio arrojó que no existía tal brecha: los salarios está n unificados.

Ahora bien, existe una diferencia de percepciones a favor de los hombres, debido a ciertos complementos y otros conceptos dependiendo de la ocupación de cada empleado en particular, pero eso ya no es una brecha salarial es que las responsabilidades, por lo que fuere, no están repartidas al cincuenta por ciento, circunstancia que el tiempo irá corrigiendo en no mucho, debido a que cada vez más son las mujeres que ejercen sus tareas como empleadas municipales y ese tipo de remuneraciones complementarias, que tienen que ver con el puesto ejercido irán a parar al bando femenino, con lo que asistiremos a una inversión de la situación. No sé a quién se le ocurrió la realización del tal estudio, pero su resultado era de esperar: no puede existir brecha salarial en unas entidades públicas que cuentan con sus correspondientes convenios colectivos que se cumplen escrupulosamente, pero no viene mal para acallar ciertas bocas que, con pasmosa facilidad, se echan a pacer a las primeras de cambio.

No, en nuestro ayuntamiento la gran brecha existente viene dada por lo que sus gobernantes discursean y lo que luego se decide en la realidad. La brecha es la que se le cuenta a la ciudadanía y lo que se hace. Es una brecha de naturaleza aún no identificada, pues se ignora si es de tipo laboral, los responsables foristas a media jornada no tienen tiempo para abarcar sus muchas responsabilidades y no abarcan tanta tarea; o si la cuestión es de capacidad, es decir, no saben ejercer su oficio temporal de concejales delegados en sus respectivas áreas. Como la zanja es de un tamaño tan considerable, es muy probable que se trate de una combinación de ambas cusas.

Se trata de una brecha de tipo temporal que separa el momento en que advinieron los casquistas al mando en la villa y todo quedó al ralentí. El motor produce ruido, pero no hay movimiento. Había un dicho en la Cuba castrista que en la isla sólo había tres marchas de trabajo: la primera, el punto muerto o la marcha atrás. Paradójicamente, unas personas tan poco sospechosas de simpatizar con la dictadura antillana se apuntan con entusiasmo a su ritmo de trabajo. El Muro no es el Malecón, pero la desidia política cantábrica es típicamente habanera. Como diferencia, aquí ya no se tuercen Farias, pero la remodelación de la antigua fábrica de tabacos lleva un progreso rotundamente cubano. Y ahora, que parece ya se concluye la obra, descubrimos con pasmo que estos campeones de la eficacia aún no saben a qué van a dedicar el gran edificio en Cimadevilla. En realidad, lo han concluido porque ya estaba empezado, pero no han gastado ni medio minuto en pensar a qué lo van a dedicar. Tal parece que les sobra más de media ciudad: ni el saneamiento ni los equipamientos culturales y por el medio, todo lo demás. Y no les da vergüenza. Eso sí, vayamos a la bendición de las aguas en San Pedro, que luce mucho.