Pequeños movimientos políticos

l sistema Álvarez-Cascos para la defenestración suele consistir en que un adlátere de tercera o cuarta fila inicie la movida. Así, la sustitución de la actual presidenta del FAC, Cristina Coto, por la cirujana Moriyón, a la sazón primera autoridad desde hace siete años de esta populosa villa marinera, ha comenzado por la proclamación de un deseo por un sujeto de Foro adscrito a la organización en la Pola (de Siero) a la que, enseguida se unió entusiásticamente otro propio de Noreña. Los modos han sufrido una pequeña variación en estos tiempos que corren: las primarias, pero eso, para estas gentes, es una bagatela. Ya en alguna que otra localidad se han levantado voces de proclamación: toda una clara demanda partidaria. Puede parecer un poco alambicado, pero así son las cosas del prócer venido a menos. La operación no da para mucho: en total se trata de salvar desesperadamente cuatro o cinco sueldos procedentes de las arcas de la Junta General del Principado y pare usted de contar. Falta saber si la cirujana se avendrá al apaño -no se la ve demasiado convencida- o si, como algún ingeniero que otro de su actual equipo de gobierno consistorial gijonés, volverá a la actividad profesional particular. Hombre, desde Somió hay buena salida a la autovía y el sueldo de portavoz de grupo parlamentario no es moco de pavo, pero la cosa tiene otros inconvenientes como la pérdida de independencia y autonomía política que no es el menor; eso de tener a la primera autoridad efectiva, que no nominativa, de tu partido con su aliento en tu cogote no es muy atractivo para alguien que como ella, ya se ha acostumbrado a una cierta autonomía.

Como todo el mundo sabe, Cascos, cuando no le dejaron en el PP presentarse para candidato en Asturias, se montó su propio partido y ahí están sus andanzas. Aquí se lleva mucho montarse una asociación o una plataforma. Basta un ciudadano y dos amiguetes para hacerse con unos estatutos modelo, firmar un acta de constitución y registrarlos en una ventanilla de la Administración. A partir de ahí ya vale cualquier cosa: se hacen declaraciones o se mandan notas a los medios los sábados y los domingos, que la actualidad anda escasa y ya pasa uno a ser «los vecinos» o «los ecologistas», así en genérico. Un solo individuo puede montar un importante tiberio como si tuviera tras de sí una considerable masa social. Se tiene la tendencia a generalizar, pero cuando uno de estos chiringuitos denuncia algo, habría que dejar claro de cuántos individuos forman la plataforma o asociación. En nuestra populosa villa marinera, hay preocupación porque la municipalidad quiere cobrar unas módicas cantidades por el uso de ciertos locales públicos y hasta servicios de utilidad como los consumos eléctricos, de agua o telefónicos a ciertas asociaciones que, en virtud de antiguos convenios lo tenían todo gratis total. Ya es hora de que esta perversa situación termine y que, de haber cesión, no tenga que pagar la broma el procomún.

Manuales en bable

Se expedía la infraestructura de un gran telescopio fabricado en Asturias con asistencia de autoridades a los talleres en Avilés. Allí, el principal dirigente de la empresa, a la sazón presidente también de la patronal de la provincia, preguntó en voz alta al presidente del Principado si el manual de instrucciones de la próxima pieza que saliera de sus instalaciones tendría que hacerlo en bable. Buena la hizo. Se revolvió toda la grey que pretende oficializar el dialecto local y sin reparar por parte de algunos en la utilización de sal gruesa.

Ya hay autores que nos vienen advirtiendo acerca de que las formas de los nuevos fascismos. Los de hoy en día reciben otro nombre, por ejemplo, populismo, y adquieren otra forma, aunque tengan el mismo fin estos de los inicios del XXI que aquellos de los años veinte y treinta del XX. Por ejemplo, en Cataluña toman la forma de un nacionalismo separatista que insulta de forma xenófoba y racista a todo aquel que no comulga al cien por cien con sus predicamentos. Los pasados e impresentables escritos del nuevo presidente de la Generalidad catalana así lo demuestran. Tenemos un foco pronazi al frente de una importante región española y aquí en nuestra provincia, pequeño balcón entre las montañas y el Cantábrico, tenemos un pequeño brote que pugna por crecer. Los políticamente más tontos del lugar, deplorable papel que les ha tocado jugar a los torpes dirigentes del socialismo regional, ya han caído en la trampa fascista para ratones: se han ido inocentes tras un pequeño pedacito del queso electoral y se la han metido doblada. Ya habíamos quedado en que ahora, una vez percatados de la trampa, ya no saben cómo escurrirse. De momento, pueden ir horrorizándose por el nivel de los insultos recibidos por el presidente de los empresarios asturianos por el mero hecho de haber pronunciado un comentario irónico con la variante dialectal asturleonesa de por medio.

Las definiciones políticas han cambiado. Con motivo del reciente fallecimiento del periodista y escritor Tom Wolf, salió a relucir una entrevista que le realizó hace cuatro años Lucas Arraut. En ella, Wolf advertía que lo terrible de algunas cuestiones dialécticas y que, por ejemplo, la llamada corrección política es marxismo desinfectado: «Mire -decía el escritor- esos intelectuales, los supuestamente más cultivados, sometidos a la corrección política, a ese marxismo rococó, porque piensan que no queda bien oponerse a él». Eso es lo que hay con nuestros fascismos actuales que, a fuerza de corrección política, se les llama otra cosa, como populismos o separatistas catalanes. Aquí, a fuerza de corrección política no nos atrevemos a decir que la pretensión de una ínfima minoría de lo que aparentan ser un grupo de chalados en busca de una colocación, bable mediante, se les llama simplemente partidarios de la cooficialidad, sin calificarlos más propiamente de importante peligro social. De momento, más expertos o avispados dirigentes políticos se han dado cuenta. Los irreflexivos dirigentes socialistas y su cohorte de seguidores, que de todo hay, siguen instalados en el error hasta que las urnas los saquen de su penosa equivocación.

Curiosa seguridad local

No hay cosa más ridícula que toparse con un individuo que no sabe exactamente el lugar que ha de ocupar en la organización social. De este mal parece estar aquejado el recientemente nombrado delegado del Gobierno en Asturias, Sr. Marín, que ni corto ni perezoso se acerca a ver a unos vecinos de la vecina capital provincial y, aparte de unas promesas de mayor vigilancia por parte de la Policía Nacional, requiere al ayuntamiento capitalino la creación de un cuerpo policial local de policía de barrio municipal. ¿Y quién es él para inmiscuirse en la organización de un ayuntamiento? Hombre, exigirles a los consistorios que cumplan con las normas le va en el cargo, pero meterse a organizarles sus servicios parece algo más impropio que atrevido. Se comprende que el hombre no tenga excesiva experiencia, pero se le puede exigir prudencia. ¿Tenemos un delegado del Gobierno que, además de torpe, es un bocazas? El tiempo nos lo irá diciendo, pero no lleva buen camino. Si a la impericia política añade el desafuero de un exceso de locuacidad, su mandato nos proporcionará unos cuantos sustos y algunas risas. De momento, Mariano Marín ya nos ha demostrado que no se conoce ni su papel ni el terreno que pisa. Su paso por esta populosa villa marinera, que es la suya, no terminó ni en susto ni risa, por aquí se mostró más discreto, quizá cohibido por sus recientes años como concejal y tenerle tomada la medida el resto del personal, salvo, unos extraños invitados que, por primera vez acudieron a tan oficial reunión.

Los de la federación vecinal están muy contentos por haber sido admitidos en la reciente Junta Local de Seguridad; sin embargo, su dudosa representatividad ha de ser tomada como una dejación de los poderes consistoriales. El movimiento vecinal ya no es nada, son cuatro gatos que se mueven en su propio estanque sin que la mayoría de los vecinos les haga ni caso. Son asociaciones, residuo del pasado, que ya prácticamente no tienen función y que consumen recursos municipales y hasta se les permite participar en órganos representativos cuando prácticamente ya no les quedan parroquianos a los que representar. Esta es una muestra más de que la mayoría de los grupos políticos municipales tienen perdido el norte y que se hace necesario renovar la situación para que nuevamente entre en una vereda de normalidad y decencia política. Unos tan contentos, por haber puesto una pica en Flandes y otros divididos y preocupados.

Lamentan los podemitas gijoneses, incrustados como cuerpo extraño en la democrática estructura consistorial, que cada vez son menos en esta nuestra populosa villa marinera. ¿Y qué creían? Tanta torpeza política y maldad social tenía que recoger su justa respuesta. Podemos -y sus valedores gijoneses del sindicato local con corriente- son la hez en nuestra organización como grupo ciudadano, así su pre valencia no podía durar demasiado. Podemos es una formación de calentón, de enfado, que tiene su pico de popularidad y que cae al fondo con la normalización de los sentimientos de la ciudadanía. Esperemos que se confirme su tendencia electoral a la baja.

Cuestión de distancias

Están estos dirigentes recientes del socialismo asturiano como si hubieran comprado una finca nueva y no saben muy bien cómo empezar a trabajarla para que produzca. No saben si toca segar o abonar. Sólo se han preocupado de asentar los mojones y reforzar la cerca y ahora, colocados en medio del prado, miran a su alrededor meditabundos. Políticamente no se han percatado de lo que toca ni tienen claro su calendario. El cuerpo les pide quitarse de en medio a cualquiera que muestre veleidad alguna de no ser un adepto fidelísimo, cualquier fisura en la más sumisa de las lealtades, pero temen quedarse solos, así que lo siguen pensando. Mientras, los que ya saben que la cosa no va a dar más de sí, se preparan para un periodo decadente y aquellos a los que no queda más remedio que aguantar intentan amoldarse a la nueva situación y sacar a relucir sus mejores instrumentos de flotabilidad. Hasta el momento, la única novedad es la salida de pata de banco de la cooficialidad del bable: es su única etiqueta electoral del nuevo PSOE que proclama Pedro Sánchez, su romo y errático líder. Están consternados por las tendencias que muestran las encuestas aunque falta todo un año para las elecciones. Doce meses hasta el momento de las próximas elecciones triples -europeas, regionales y municipales- es un tiempo político bastante largo en el que se entrecruzarán multitud de circunstancias y las tendencias de hoy pueden cambiar, pero no se nota voluntad en las formaciones políticas de modificar sus maneras de hacer las cosas o de afrontar algún tipo de solución para los problemas de la gente. Y ahí radica la ventaja de Ciudadanos.

El partido encabezado por Albert Rivera está «limpio», no lleva su mochila cargada con piedras del pasado ni grandes ni pequeñas y sus ofertas políticas, cuando menos, valen tanto como las de los demás. Dejando la grillera de la parte extrema de la izquierda a la irreductible afición que lo mismo le da los restos del PCE sueltos o absorbidos por Podemos y a los mismos de la formación de Pablo Iglesias poniéndose a tortas más morados que su color corporativo, queda la banda de los centros más o menos a babor o estribor, pero centros. Y ahí es en donde se está jugando la partida.

Con motivo de las celebraciones el otro día del Primero de Mayo, los de Ciudadanos dijeron que apostaban por un nuevo marco laboral, más moderno y flexible en el que se pueda crear un empleo de calidad. Los sindicatos UGT y CC OO estuvieron en la última manifestación independentista catalana y, como estamos viendo por aquí en la última negociación interrumpida de Arcelor o en su actitud sobre las térmicas a base de carbón, demuestran que no han comprendido nada: siguen al otro lado de la línea, en la del pasado. Respecto a esta posición de las menguantes centrales sociales, le escuché el otro día al maestro Miguel Ángel Aguilar que los naranjas «al distanciarse de los sindicatos, no se distancian de la población». Este es el sentido de la tendencia de las encuestas, también lo será en nuestro pueblo o en nuestra provincia. Hay quienes hacen por acercarse a la gente y otros que, paso a paso, toman más distancia.