Regocijos públicos

Empresas pirotécnicas. Por fin han cambiado al proveedor que en los últimos años, por el único mérito de ser una compañía asturiana, perpetró los fuegos artificiales de la virgen de agosto. Iba siendo hora que los de Divertia y resto de gobierno municipal se quitaran de encima ciertos complejos. Lo que importa es la calidad del espectáculo no la provincia de la que proceda el conjunto pirotécnico. Estos años atrás, por esa política equivocada, se nos ofrecieron unas quemas de castillos de fuegos artificiales de medio pelo: técnicamente correctas, pero sin alma artística. La empresa elegida, la de Ricardo Caballer, ya fue contratada en anteriores ocasiones, dejando grato recuerdo algunos de sus espectáculos con la pólvora como protagonista. Falta hace que los moriyonistas se quiten de encima complejos que lastran su gestión. Por algo se empieza: la noche de los fuegos es un momento especial que congrega gran cantidad de público e ilusiona al personal, bien está ofrecerles lo mejor.

Se ha hecho público por parte del departamento de regocijos públicos de la municipalidad el calendario de los llamados «conciertos» de verano. Hemos dado comúnmente en llamar conciertos a meros recitales de un cantante o grupo de música ligera como si de una gran formación musical se tratase. En la mayoría de los casos, sólo hay un poco de moda y poca inspiración musical; en otros carreras largas y fundamentadas, pero igualmente ligeras de pop, folk o rock para consumos rápidos y rápidamente olvidables. En esto, nuestro ayuntamiento se ha vuelto vulgar: ponen el entarimado, contratan a una caterva de productores de gorgoritos que están en el candelero y tan frescos. La década de lo que se dio en llamar los «grandes conciertos» tuvieron la doble intención de traer a la villa magníficos espectáculos y de ponerla en el mapa de los circuitos del artisteo a tener en cuenta y en contados casos hasta con una cierta repercusión internacional. Hoy ya es cosa nada más que proporcionar espectáculos a la ciudadanía. Cierto que algunos de los programados son de iniciativa privada, pero sin el beneplácito municipal, por una u otra causa -el recinto principalmente- no serían posibles.

A menos van los sangrientos espectáculos taurinos -magnífica tendencia- como lo van siendo en toda España. El empresario concesionario de la plaza ha pedido y obtenido, rebajar las exigencias en cuanto al escalafón de los toreros. Quiero ello decir que cada vez hay menos figuras y como la calidad nace de la cantidad, que disminuye poco a poco la cantidad de jóvenes que se inclinan por hacer de la tortura pública de un inocente animal su profesión; y ello a pesar de crisis económica y escasez de empleos. Pronto llegará el momento en que conozcamos una Asturias libre de espectáculos taurinos y que nos estemos planteando a qué dedicar el coso del Bibio, finiquitada su primitiva finalidad. Con un poco de suerte, lo llegaremos a ver.

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