Eventos destinados a estrellarse

Andan las cosas revueltas en los asuntos de la provincia entre los socialistas. Adrián Barbón, su primer secretario asturiano, emplaza a los militantes a seguir el camino que marcan los ciudadanos de Asturias: «si nos piden cambio, démosles cambio», ha manifestado, y con ello pretende construir una FSA del siglo XXI. Si uno de esos cambios reclamados es la cooficialidad del bable, aviados vamos, porque sólo conseguirá realizar unos gastos considerables que no nos podemos permitir y que solamente pueden acarrear desgracias y división social. Si el tal nuevo socialismo consiste en faltar gravemente al respeto a quien durante lustros fue su antecesor y todavía hoy es presidente del Principado y consentirlo haciéndose el don Tancredo, peor vamos. Adrián Barbón, hasta ahora, no ha aportado nada, limitándose a reproducir como un papagayo los lemas procedentes de la madrileña directiva de Ferraz y poner palos en las ruedas del actual gobierno socialista, recordemos en minoría y que, por ello, necesita un fuerte apoyo de su propio partido. No es de extrañar, entonces, que los afiliados estén divididos y que un número considerable de ellos, desencantados, desilusionados o enfadados, vaya usted a saber, devuelvan los recibos de sus cuotas cuando se les presentan al cobro. Mal futuro se le aventura a una formación política más que centenaria que, por lo que está a la vista, no se merece unos directivos tan mediocres en los niveles estatales, regionales y locales. Su proceso de mengua es, con estos modos de liderar, imposible de evitar. Así no se logra sr una referencia social y, ni por asomo, un partido de mayorías sociales. Es una pena política importante.

Huelga feminista del 8 de marzo. Su importancia está muy en entredicho, sin que se le vea un fin concreto. Una jornada de huelga general para que mejore el actual estado de cosas de sus supuestas beneficiarias, las mujeres, pero que no concita los supuestos apoyos en el orden político y social que necesitaría, al existir diferentes visiones entre quienes deberían estar de acuerdo en unas mínimas bases comunes. ¿Contra quién la huelga entonces? Pues contra nadie en concreto, tan sólo con un afán de cambios, y hasta para eso, inconcretos. Algo que se quedará en buenos deseos por parte de una parte de la sociedad y poco más.

Extraña celebración hace pocos días de «día de la llingua materna». A estas alturas de mi recorrido vital, nadie que le conozca a uno un poco puede dudar de su asturianía y, con perdón de fanáticos y bablistas varios, mi lengua materna es el castellano, nada del bable, aunque desde mi más tierna infancia conociera y usara expresiones en tal dialecto, pero siempre distinguiendo una cosa de la otra. Estos días, los hubo que pretendieron hacernos pasar por «Llingua materna» el invento imposible de esa desgraciada entidad que es la academia bablista, que, al ser un montaje reciente, es imposible que sea la lengua materna de nadie. Afortunadamente, las formaciones políticas proclives a tamaña barbaridad van a la baja y es probable que en la próxima distribución de escaños en la Junta General no se dé una mayoría suficiente que permita semejante sinsentido.