Los que no quieren o no pueden

Falta poco menos de un año y medio para las próximas elecciones municipales españolas y en nuestra populosa villa marinera se avecinan cambios radicales en varias de las candidaturas de las formaciones políticas que ahora componen la corporación municipal.

Por la parte de los que ahora gobiernan se duda mucho que la actual alcaldesa repita la candidatura -quién sabe si para volar a otros destinos políticos o para volver al bisturí a tiempo completo-, otrosí el primer teniente de alcalde, Fernando Couto y, por incapacidad manifiesta, algunos otros concejales que ahora detentan delegaciones con mando en plaza. Solamente, al parecer, el concejal Esteban Aparicio ha susurrado estar dispuesto a ponerse al frente de la nave forista local. Otra cosa es que se lo permitan en instancias superiores. No esperan en Foro otra chiripa como la del inicio de este mandato ni mejorar sus números, por lo que las expectativas de repetir al frente de la villa y su concejo hasta ellos mismos las ven escasas, pero una portavocía de grupo municipal da para cotizar de cara a una jubilación decente y más si se compatibiliza con el trabajo en otros menesteres profesionales.

Los de Foro con corriente, también a la baja, se dan sus patadas bajo la mesa, antes de hacerlo a puñetazo limpio a la vista de todos, tal como se ha demostrado en otros ámbitos de esta agrupación política.

Los socialistas es muy difícil que mejoren sus resultados y los procesos de votaciones internas y la propia influencia de la actual directiva de su agrupación gijonesa, no presenta un horizonte nada halagüeño para un partido que durante décadas marcó los destinos gijoneses y a la que tantas cosas hay que agradecerle. Pero eso ya es pasado y no corren buenos tiempos para un partido menguante en la localidad e intervenido por los representantes del pensamiento sanchista tan voluble y tan sin sustancia ideológica que presentar al electorado.

Tampoco están muy boyantes los del PP, preocupados por la única fuerza política que parece en alza, la de Ciudadanos que, para conquistar el corazón de los electores, tendrá que esforzarse en presentar una lista cuidadosamente confeccionada, con una figura al frente que resulte muy atractiva a un cuerpo electoral bastante desanimado y que necesita claramente de propuestas muy claras y concretas que sirvan de revulsivo para pasar de un único representante edilicio, que es con lo que cuentan en el consistorio local los de Albert Rivera en la actualidad, a un número suficiente de elegidos que los conviertan en uno de los partidos clave.

Así está el panorama a día de hoy; pero quedan unos cuantos meses y la vida da innumerables vueltas, de tal forma que el panorama dentro de un año puede ser bastante distinto. Basta con dejar que los días transcurran y que quien se debe aplicar lo haga con tiento y conocimiento de tal forma que sea capaz de que el bombo gire y coloque su bolita en posición ganadora.

Altos plumeros

¿Quién quiere el palacio de Revillagigedo? Y, cuestión más peliaguda ¿quién suelta la manteca? A la fundación dependiente de Liberbank no le interesa por el coste de su mantenimiento ni el organizar en la instalación centenaria eventos culturales que, por supuesto, también tienen su carga pecuniaria. Para el ayuntamiento de nuestra populosa villa marinera, con tantas instalaciones ya cargadas a sus espaldas, y algunas por venir como la antigua Tabacalera, el palacio de la plaza del Marqués representa un monstruo que se añadiría a la colección de lo que considera horrores presupuestarios. Agazapado en las sombras anda el conde con el archivo de su casa a ver si lo coloca y si consigue hacerlo en la antigua propiedad de sus antecesores, pero, eso sí, sin pagar un duro y, si acaso, percibir alguna remuneración a cambio: difícil lo tiene. La Fundación Cajastur, es decir, Liberbank, parece que se verá obligada a cargar con lo que tantos consideran a día de hoy un mochuelo y aflojar la bolsa aunque sólo sea en su mantenimiento en condiciones. Es una pena que a tan emblemático edificio, probablemente el más fotografiado de la villa, no exista voluntad para darle una utilidad digna del representativo empaque de su fachada, porque, para ser sinceros, el espacio que alberga es más bien escaso, lo que le hace inhábil para algunos usos, como por ejemplo pudiera ser el hotelero. Sin ir más lejos, hacer de él la principal instalación museística de la localidad es imposible porque estaríamos ante un caso muy parecido, en cuanto a estrecheces, al de la actual Casa Natal de Jovellanos. Habrá que darle otra vuelta a su utilidad social, mientras el banco aguante y no termine por poner a las administraciones públicas entre la espada y la pared.

Ya se ve que en nuestro pueblo crecen los problemas de la forma más inesperada. Lo último es una planta convertida en «especie invasora». Se trata de la cortaderia selloana, dicho para que todos los entendamos, el plumero de la pampa. Nuestro municipio es el de la provincia en el que más abundan estas altas hierbas con sus penachos y el consistorio local ha tomado conciencia de que es necesario eliminarlo. Al concejal encargado del ramo, le parece tarea formidable y apunta que exige una triple alianza entre Ayuntamiento, Puerto y Gobierno regional. Un frente común para acabar con la invasora hierba, antaño pieza de gran ornato en los jardines más selectos. Hace unos cuantos años, un amigo y yo hacíamos en coche dos veces por semana el recorrido de ida y vuelta entre Santander y Gijón, y nos admirábamos por la invasión de los plumeros en la vecina Cantabria. Poco tiempo después ya veíamos con horror cómo pequeños plumeros crecían en los márgenes de la autovía en la zona asturiana: primero Llanes, luego Ribadesella, después Caravia y Colunga, ahora ya todo. A ver si los del gobierno municipal encuentran respuesta a su petición de ayuda.

Mientras tanto, podemos esperar tranquilos, pues la cosa, por la parte consistorial, depende del concejal Arrieta, así que paciencia y un siglo de estos quedará solucionado el problema y perderemos de vista los penachos que, por ahora, van ganando sin paliativos la batalla de la invasión, desafiantes con sus altos plumeros al viento.

Éxitos de gestión y un gran dolor

Será por la coyuntura, como hace décadas estaba de moda decir, será por el duro trabajo del equipo directivo que preside Laureano Lourido, el caso es que el puerto de esta populosa villa marinera movió el último año 21,7 millones de toneladas de mercancías, lo cual significa que estamos ante una cifra que representa su máximo histórico de tráficos anuales; pero no es solamente esto: la cifra de negocio también batió otro récord pues superó los 47,6 millones de euros, sin tener en cuenta las ventas de activos portuarios efectuadas en 2017. Y todo esto, en unos tiempos de agitación en lo económico. Estos números hablan de una innegable recuperación económica que, lamentablemente, aún no se es notada por una mayoría de la población, pero que, de seguir en esta línea, acabará por percibirse. Hay momentos, desgraciadamente frecuentes, en los que la gestión de los responsables de la cosa pública, merecen la crítica más severa y la reprobación. En este caso portuario gijonés cabe felicitar al presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Laureano Lourido, y al resto de directivos y trabajadores y manifestar sin ambages que la cosa portuaria, a pesar de la poca ayuda del ente Puertos del Estado, está en buenas manos.

Supimos esta semana de la próxima jubilación como director de la Feria de Muestras de Asturias de Álvaro Muñiz, una persona a la que adornan innumerables virtudes y cuya gestión al frente de tan importante institución, que no es sólo la muestra de la principal quincena de cada agosto, sino muchos otros eventos, gestión del palacio de congresos incluida, que hacen del recinto ferial un trascendental eje de promoción comercial. Su prudencia y mesura, no exentas de ímpetu en la gestión, le hacen un interlocutor con quien siempre es agradable tratar. Siempre, aún zarandeado en algún mal trago que hubo de soportar, Álvaro Muñiz supo mantener el respeto por la institución y mantener su timón con firmeza y lealtad.

El dolor es que se nos fue Julio Puente. Y sería una injusticia no dedicarle nuestro recuerdo a quien con tanta sabiduría periodística y humana supo aconsejar, conducir los pasos de tantos periodistas a lo largo de un ejercicio magistral del oficio periodístico. Cada uno siente las pérdidas de diferente manera. La desaparición de Puente, para la que últimamente ya estábamos preparados, no deja de producir un vacío importante y la sensación, en este caso, de que se cierra una importante etapa del periodismo asturiano. Fueron tantos los medios donde ejerció su magisterio que deja una gloriosa estela de amigos y compañeros de antes y de ahora. Llegó un momento, era inevitable, en el que su valía profesional le llevó a la dirección de más de un periódico, el último este mismo. Eso bastaría personalmente para hacerlo inolvidable, como es el caso. Y para agradecerle su extremo cuidado y atención a la hora de aconsejar sobre cualquiera de los asuntos que, de vez en cuando, se podían convertir en un obstáculo en el camino. Por lo tanto, en este momento de su muerte, el principal sentimiento es el de un profundo agradecimiento. Descanse en paz.

Puertas cerradas

Escribió, entre otras cosas, José Martínez Ruiz, Azorín, en “Las confesiones de un pequeño filósofo” que “detrás de una puerta que vamos a abrir está nuestra felicidad o nuestro infortunio” y así, con la duda de si abrir una nueva puerta o no hacerlo, andamos muchos en estos tiempos, si no de parálisis, si al menos de una inercia que no resulta nada creativa: el nuevo año entra con apariencia de que la ciudadanía prefiere no saber si el paso nuevo que se ha de dar conducirá a la felicidad o al infortunio y que prefiere que las cosas sigan curso por su propia cuenta, sin que mano alguna intervenga. En este sentido, es como si todo el mundo se hubiera hecho, al menos filosóficamente, muy liberal. No es así, naturalmente, pero lo parece.

Los presupuestos de las diferentes administraciones se prorrogan. Sí, cada uno por sus propios motivos, pero no se abre la puerta a nuevas cuentas: ni Rajoy en el gobierno de España ni Javier Fernández en el de Asturias ni C. Moriyón en el de nuestro pueblo. No hay presupuestos porque los respectivos gobiernos no tienen mayorías suficientes y no han encontrado en tiempo los suficientes apoyos de otras formaciones políticas. Dejemos los asuntos de la administración general del Estado tranquilos, aunque sólo sea por la distancia –todavía hay que cruzar el Pajares en tren y los aviones van caros– y pongamos la lupa en lo un poco más cercano

El gobierno asturiano no tiene presupuesto parece que por mal entendimiento entre quienes teóricamente deberían estar de acuerdo. El portavoz del grupo parlamentario socialista en la Junta general, Marcelino Marcos Líndez, lo achaca al rencor que los de Podemos sienten por el PSOE. Es verosímil, como también lo es que la condición impuesta a Javier Fernández, el presidente, para apoyar sus números –la gratuidad general de las guarderías de cero a tres años– se hubiera producido, el grupo de los de la hez de política podemita habrían sacado de la manga alguna que otra petición inexcusable. Verosímil teoría la del puro rencor, por este lado.

También por nuestro consistorio andan los del Podemos con corriente por el medio: esta vez no han querido apoyar a las gentes de Álvarez—Cascos del pueblo ni ha habido encuentro en el Dindurra. La cuestión fue aprovechada por los del PP para dar caña y mi señora doña Cherines pidió un día de estos atrás a la caritativa cirujana, la que funge como primera autoridad municipal, que se someta a una moción de confianza, visto que ni unos presupuestos puede sacar adelante. Pues buenos buenos se pusieron los del gobierno municipal por esta tan normal petición: todos encocorados ante tamaña ofensa, la parte casquista o moriyonista –que a estas alturas ya no se sabe muy bien de qué va esta peculiar cosa– conminaron a la popular a que no se inmiscuyera en las cosas de nuestra populosa villa marinera y la recriminada les respondió presta que opinará de las cosas de su pueblo tantas veces cuanto le venga en gana. Di que sí, doña Cherines, faltaría más a estas alturas que un soliviantado grupo municipal minoritario pretendiera “desgijonizar” a alguien. Mucho rifirrafe, ya se ve, pero también sin presupuestos. Pues nada, no abramos esa puerta, que puede salir algo feo, aunque con ella cerrada sea el infortunio cosa segura.